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Necesitamos desarrollar ciertas habilidades para mejorar nuestra vida. Invertir en usted, en los suyos, y en una educación de calidad, es uno de los principales caminos hacia una vida más significativa.

En 1997, la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso un conjunto de diez habilidades que fueron llamadas “Habilidades para la vida”. Estas son competencias que ayudan a las personas a enfrentar de manera saludable los desafíos de la vida cotidiana.

«Para vivir de manera saludable las emociones y relaciones, es importante el autoconocimiento y la empatía»

Diez habilidades

  • El autoconocimiento: Habilidad de reconocerse a sí mismo, su carácter, e identificar correctamente sus puntos fuertes y limitaciones, sus preferencias y aversiones.
  • La empatía: Capacidad de ponerse en el lugar de otros, imaginar como se siente el otro y ofrecer una aceptación sin hacer juicios.
  • La comunicación eficaz: El poder de expresarse de manera asertiva, tanto verbal como no verbal, ante situaciones diarias y de la cultura en donde está insertado.
  • El manejo de emociones: Habilidad de reconocer las emociones (agradables y desagradables), tanto en sí mismo como en los demás, comprender como el comportamiento es influenciado por las emociones y a expresarlas de manera asertiva.
  • El manejo del estrés: La aptitud de identificar sus fuentes de estrés, entender cómo lo afectan los acontecimientos y tratar de encontrar las mejores estrategias para responder ante las situaciones.
  • El pensamiento creativo: La habilidad de explorar, por medio de la flexibilidad cognitiva, diversas alternativas para una misma situación.
  • El pensamiento crítico: La capacidad de entender, analizar, comparar y evaluar informaciones bajo diferentes perspectivas, de manera clara y objetiva.
  • La resolución de problemas: La habilidad de identificar un problema, comprender su causa y lo que lo mantiene, y encontrar alternativas para solucionarlo.
  • El tomar decisiones: Sabiduría para elegir una opción después de analizar las diferentes alternativas.
  • Las relaciones interpersonales: La habilidad de iniciar, mantener y cerrar (cuando fuera necesario) una relación. Incluye la capacidad de interactuar de forma positiva con el otro, respetando las diferencias, dando a sí mismo y al otro el respeto debido.

A lo largo de esta pandemia, como profesional, he notado claramente cómo los déficits en algunos de esos puntos hicieron difícil, para mucha gente, enfrentar este período tan conturbado.

La verdadera educación y el desarrollo de las habilidades

Es posible que al leer la lista de las diez “Habilidades para la vida”, usted haya identificado que posee dificultad con relación algunas de ellas. A lo largo de nuestra existencia, todos experimentamos algún déficit relacionado con estos puntos. Todos tuvimos una educación deficiente en algún aspecto, pues fuimos educados por padres imperfectos, en un contexto imperfecto y, aunque hayan dado lo mejor de sí, no lograron suplir todo lo que necesitábamos para tener todas las habilidades desarrolladas con el 100% de perfección.

Aun así, me gustaría comentar brevemente como la educación cristiana o como la escritora Elena de White la llama, la verdadera educación, puede ayudar a los niños a ser adultos habilitados para la vida.

La Palabra de Dios nos enseña que debemos probarnos a nosotros mismos. «Pruébese cada uno a sí mismo» (1 Corintios 11:28). En la verdadera educación enseñamos a los niños a entender quiénes son, su origen y el propósito de su vida. También permitimos que el niño aprenda a través de las experiencias de la vida, y de ese modo pueda descubrir sus puntos fuertes y débiles, sus preferencias y aversiones, sus dones, y con la ayuda de los padres y del Espíritu Santo, trabajar esos puntos y desarrollarlos. Así, se desarrolla la habilidad del autoconocimiento.

La verdadera educación enseña a amar

La verdadera educación también enseña al niño a amar al prójimo como a sí mismo, tratando a todos con el debido respeto, siendo cortés y refinado en la forma de actuar, expresándose de manera adecuada, poniéndose en el lugar del otro, de modo que las habilidades de empatía, comunicación eficaz y relaciones interpersonales se desarrollen.

En la verdadera educación miramos al ser humano como un todo. Trabajamos cuerpo, mente y espíritu. De esta manera podemos ofrecer al niño una buena educación emocional. Las historias bíblicas son una fuente rica de enseñanza sobre emociones para los niños.

Además, cuando trabajamos los principios de la verdadera educación, ayudamos a nuestros hijos a desarrollar el fruto del Espíritu que, entre otras cosas, los ayudarán a tener las habilidades de manejo de las emociones, manejo del estrés y los caminos para poder tomar decisiones.

Según Elena de White, en la página 104 del libro Consejos para los maestros, padres y estudiantes, si usted quiere educar a los pequeños, siguiendo los moldes de la verdadera educación, «La Biblia debería ser el primer libro de texto del niño». El segundo libro es la naturaleza. «El libro de la naturaleza y la palabra escrita se alumbran mutuamente» (EGW, La educación, p. 128).

Seres creativos

En esos dos libros entramos en contacto con el Dios Creador que nos hizo seres creativos. Al contemplarlo a él y sus obras podemos desarrollar un pensamiento creativo para enfrentar las demandas de la vida.

También, a través del estudio de estos dos libros y de la práctica del trabajo útil (otro pilar de la verdadera educación), podemos desarrollar el pensamiento crítico y la habilidad de resolver problemas.

El modelo divino de educación nos habilita para vivir bien en este mundo y nos prepara para la vida eterna. Cuánta riqueza existe en la verdadera educación.

Los adultos también pueden desarrollarlas

¿Y los adultos también podemos adquirir esas habilidades? ¡Sí! Mientras hay vida, hay oportunidad de crecimiento y desarrollo. Seguramente algunos tendrán más facilidad y otros, más dificultades, pero todos podemos trabajar para desarrollar habilidades en el presente mal desarrolladas en nuestra infancia.

Para lograrlo podemos usar los mismos recursos de la verdadera educación: el estudio de la Biblia, de la naturaleza, el trabajo útil y las experiencias de la vida. Unida a esos recursos, también podemos recurrir a la ayuda profesional. En muchos casos, será necesario eso, y no hay problema en recurrir a la ayuda de personas capacitadas para apoyarnos en lo que tenemos deficiencia.

Si usted desea aprender más sobre cómo desarrollarse a sí mismo y a sus hijos de manera completa, como es el plan de Dios, lea el libro La educación, de Elena de White. Allí encontrará preciosas instrucciones que lo prepararán a usted y su familia para una vida que no termina aquí.

Autora: Karyne Correia, psicóloga y magíster en psicología, trabaja en el área clínica y realiza atención psicológica online. 

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Diez habilidades para tener una vida feliz

Revista Adventista de España