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Deja tus hábitos tóxicos. ¿Te propusiste alguna vez dejar de hacer algo pero, al final, terminaste haciéndolo? ¿Intentaste nuevamente y te sucedió lo mismo? Y luego, más allá de tu anhelo de cambiar, ¿terminaste aceptando ese modo de vivir porque razonas que ya eres así? Tengo una buena noticia para tí: Con la ayuda de Jesús, es posible cambiar.

Deja tus hábitos tóxicos

Deja tus hábitos tóxicos. Éstos son costumbres o conductas aprendidas y automáticas en el comportamiento que te hacen ser una persona infeliz. Se trata de rutinas cognitivas que realizamos todos los días. Y ¿por qué tenemos esos hábitos? Los factores son múltiples. Muchos culpan a la suerte; y otros, a los astros. Algunos aun depositan su responsabilidad sobre los padres, la herencia social familiar o (incluso) el pastor de la iglesia.

Hoy quiero darte una noticia: nada de esto ocurre por casualidad. Nada es por el azar. Si crees eso, es que no conoces las leyes del Universo. Cada cosa sucede por algo. Te doy un ejemplo. Al tirar una moneda al aire, pueden suceder dos cosas: que salga cara o que salga sello (cruz). Tú me dirás: “Lo que salga es producto del azar” y –en general– la mayoría de la gente piensa eso. Sin embargo, para que salga cara o sello entran en juego varios factores: la fuerza con que lanzas la moneda, las características del aire, el peso de la moneda y el ángulo en el que cae. En otras palabras, hay una serie de condiciones para que se produzca ese efecto.

Asimismo, en nuestra vida, tú estás donde estás como producto de tus hábitos y de las decisiones que hayas tomado. No busques culpables. Tú eres el responsable de tu vida.

Tiempo atrás conocí a Eloge Agbah, un pastor africano “demasiado alegre” para mi gusto. A los seis años, la guerrilla asesinó a su familia y tuvo que vivir debajo de una banca en la plaza. Para comer, se formaba en la fila de los trabajadores, a fin de conseguir arroz y frijoles (porotos). No tenía plato, así que, juntaba sus manos, donde le ponían el arroz que entrara en esas manitos de niño. Con lo único que él soñaba era con tener manos gigantes para poder comer más. Hoy es pastor de la Iglesia Adventista en México. Su trabajo es una bendición para miles de jóvenes.

Déjalos…

Te nombro algunos hábitos tóxicos:

1-Centrarte en lo que no tienes: Valora lo que sí tienes y no lo que no tienes. Valora el día que Dios te entregó y vive intensamente, seas pobre o rico.

2-Negar la realidad: Enfrenta la vida con las situaciones que te tocaron y pon tu confianza en el Señor.

3-No salir de la zona de comodidad: Este es un estado mental placentero… y mediocre, porque no te deja crecer ni arriesgarte en la vida. Como resultado, obtienes un estancamiento vital.

4-No te compares con otros: Lo sano es que te compares contigo mismo y evalúes si hoy eres más y mejor que ayer.

5-Vivir en piloto automático: Es decir, sin pensar ni evaluar mucho lo que sucede o sucederá. Es importante disfrutar de los momentos y darse tiempo para reflexionar sobre lo que estoy haciendo con mi vida.

Hábitos de Jesús

Jesús practicó hábitos psicológicos increíblemente saludables, como tener sabiduría al hablar, tener mesura, decir las cosas directamente y sin dobles lecturas, y expresar de manera sencilla verdades profundas.

Jesús tenía equilibrio cognitivo; por eso usaba palabras bien escogidas y argumentos profundos, hablaba con amor y no perdía los nervios. Además, tenía un rasgo maravilloso: era “patológicamente optimista” porque creía en las personas. Salvó a una prostituta porque creía en ella y en su futuro. Salvó a un paralitico y le dijo que tenía toda la vida por delante. Y, en su hora de más angustia, salvó a un ladrón que estaba muriendo en la cruz.

Entiendo que a veces puedas imitar a algún Youtuber o a algún otro referente que tienes en las redes. Hoy te invito a imitar al gran Hombre de nuestra historia: Jesús, tu Salvador. Deja tus hábitos tóxicos acercándote más a Jesús. Él puede ayudarte a cambiar.

Autor: Rodolfo Vásquez, psicólogo, sociólogo y cantante. Adaptación: Esther Azón, teóloga y editora. 

ARTÍCULO ORIGINAL: Hábitos tóxicos

Revista Adventista de España