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Querido amigo, de nuevo todos nos encontramos ante un nuevo año y con él las preguntas de siempre: ¿Qué ocurrirá? ¿Traerá algo especial que enriquecerá mi vida? O por el contrario ¿será un año nefasto que cuando pase preferiré no recordarlo? Nadie sabe lo que ocurrirá porque la vida es así, el mañana es incierto trayendo sorpresas en uno u otro sentido. Sin embargo, a pesar de las incertidumbres que nos brinde, muchas de las cosas que sucedan serán el resultado de las decisiones tomadas. ¡Qué importante es pues, actuar de la mejor manera, sobre todo para evitar males innecesarios!

LA EXPERIENCIA

Me gustaría en esta parte introductoria hablar de la “experiencia”. ¿Qué es la experiencia? Es el bagaje que cada uno lleva en sus espaldas y que nos sirve para ser más certeros en nuestras elecciones. Se dice que “el diablo sabe más por viejo que por diablo”. Querámoslo o no, la escuela de la vida nos va enseñando a hablar y a callar, a actuar y a estar quietos, a ser prudentes y sobre todo a ser comedidos a la hora de valorar las cosas.

Es cierto que la experiencia no depende directamente de los años que se tienen sino de las lecciones que uno ha sido capaz de aprender. Es bueno recordar que las mejores lecciones tienen su origen en los errores que han supuesto dolor y sufrimiento. Sin duda que en el año que ya pasó todos hemos cometido errores, y muchos. No obstante lo que más importa no son las equivocaciones, sino las lecciones que hemos sido capaces de extraer porque éstas nos ayudarán a vivir mejor.

LAS LECCIONES

Todos necesitamos aprender muchas y variadas lecciones. Yo diría que cada uno tiene las suyas propias que, con la ayuda de Dios y del tiempo, formarán parte de uno mismo. No obstante hay tres tipos de lecciones que todos debemos ir aprendiendo. ¿Cuáles son? La primera tiene que ver contigo mismo, la segunda con Dios y la tercera con el enemigo. Comentemos esto brevemente:

  1. SABER QUIÉN SOY YO. Es la lección más importante pero es la más difícil de aprender. Se precisa de toda la vida y, a pesar de ello, uno termina sin aprenderla bien. Se trata de la lucha entre lo que tú eres en realidad y lo que te gustaría ser. Diferenciar ambas cosas es complejo porque las dos se entremezclan. La Escritura dice claramente que con la entrada del pecado el hombre se convirtió en pobre, débil e inconstante. Por esta razón la tendencia de todos es: pedir, protegerse y estropear lo bien hecho. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar esta realidad? Porque el pecado puso dentro de nosotros tres semillas nefastas que nos impiden ver lo que somos en realidad: el orgullo, la autosuficiencia y el engreimiento. ¿Qué ocurrirá en este año? Yo diría que mucho de lo que suceda va a depender del grado de conocimiento que adquieras sobre esta realidad.

  2. CONOCIENDO A TU DIOS. Yo sé que todos tenemos una formación teológica muy buena. Todos sabemos quién es Dios. El problema es vivir a la altura de lo que sabemos, porque una cosa es saber que se puede confiar en Dios y otra muy distinta es aplicar esa confianza cuando uno vive una situación difícil. Una cosa es saber que Dios desea nuestro bien, y otra muy distinta es hacer caso de los consejos que Él nos da. Todos sabemos que Dios es amor, pero ¡qué difícil resulta imitar a nuestro Hacedor! Y esto nos lleva a darnos cuenta de otra realidad: ¡No es fácil luchar contra la tendencia que llevamos dentro! Pero ahí está la lección a aprender, si no somos capaces de ponernos en manos de Dios para que él nos ayude…. estamos perdidos.

  3. CONOCIENDO AL ENEMIGO. ¿Te has preguntado alguna vez por qué las cosas se suelen torcer? ¿Por qué cuesta tan poco destruir lo bien hecho y tanto construir lo que merece la pena? La respuesta es que hay un enemigo que se empeña en hacer difícil nuestro caminar. ¿Cómo lo hace? Con “el engaño”. Este se va a centrar en dos puntos: 1) Engañarte para que nunca llegues a conocerte y 2) Engañarte para que, a pesar de saber mucho de Dios, nunca intentes imitarle. ¿Quieres vencer? Debes recordar que el éxito va a depender de cuán bien conozcas a tu enemigo. Es necesario saber cómo trabaja, para evitar caer en su juego. El desafío de todo creyente es luchar las batallas de Jehová, no las de Satanás. Comprender esto es una lección imprescindible para el éxito.

CONCLUSIÓN

Querido amigo, mi mayor deseo es que este año que acabamos de comenzar sea un año que te traiga experiencias maravillosas, enriquecimiento insospechado y madurez inimaginable. Permíteme para terminar hacerte tres preguntas que no es necesario que respondas, tan sólo piensa en ellas:

  • ¿Sabes quién eres tú?

  • ¿En qué grado tu vida imita la forma de ser de Jesús?

  • Tus decisiones ¿son el resultado de actuar con sabiduría o es el fruto de una reacción inconsciente?

Estoy convencido de que conseguir todo esto no es nada fácil para nadie por eso debe ser nuestro desafío a alcanzar. Es bueno recordar el consejo que dejó escrito el apóstol Santiago: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1: 5)

Ojalá que tus errores se conviertan en lecciones aprendidas, convirtiéndote así en un maestro de la vida. Te deseo de corazón que este año esté lleno de experiencias maravillosas que te conviertan en una persona feliz.

Que Dios te bendiga. AMÉN.

Revista Adventista de España