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Cuando el tiempo del fin (quets, en hebreo) llega a su cumplimiento, entonces la profecía puede entenderse a plenitud.

La última sección del libro de Daniel apunta a la liberación del pueblo de Dios en ocasión de la aparición de Miguel —Jesús— en el escenario (Dan. 12:1). Es en este momento glorioso que ocurre la resurrección de los redimidos que entraron en el descanso (12:2). La manifestación de Miguel sucede en el momento de mayor necesidad para el pueblo de Dios, que atraviesa un momento de angustia como ningún otro en la historia del pueblo de Dios (12:1).

Es interesante notar que la promesa de la resurrección y la venida del Mesías son anunciadas como eventos que pertenecen al tiempo del fin. Es en el tiempo del fin que el libro de Daniel será entendido (12:4). Este pasaje no refiere al aumento de las ciencias o el conocimiento humano en el mundo tecnológico. En realidad, esto se refiere a la comprensión del libro de Daniel, que ha sido sellado. Por lo tanto, cuando el tiempo del fin (quets, en hebreo) llega a su cumplimiento, entonces la profecía puede entenderse a plenitud.

El tiempo del fin: quets

Luego del anuncio del tiempo del fin, el profeta presencia la conversación entre dos seres celestiales (12:5). En este diálogo, uno pregunta a otro cuándo sería el fin [quets] de todas estas cosas (12:6). La respuesta es clara: tiempo, tiempos y medio tiempo. Nótese que tanto para lo que se le anuncia a Daniel sobre el tiempo del fin como para mencionar el fin de todas estas cosas se usa la misma terminología, quets.

Esto hace suponer que se está apuntando al mismo momento en la historia. Es en ese período que aparece uno vestido de lino que hace un juramento, y parece responder la pregunta diciendo que luego de tiempo, tiempos y medio tiempo, todas estas cosas se cumplirán. Por lo tanto, el tiempo del fin señala al año 1798 d.C.

Luego de esto, Daniel expresa una vez más su condición: «Yo oí, pero no entendí» (12:8, RV95), y hace la pregunta: ¿cuál será el fin de estas cosas? Evidentemente, la consulta de uno de los seres celestiales y la pregunta de Daniel hacen referencia al mismo punto histórico. Antes de darle una respuesta sobre el tiempo anunciado, se vuelve a declarar a Daniel que esto es para el tiempo del fin.

1260 años

Entonces, se declara un tiempo profético, 1.290 días/años (12:11). Es interesante que tanto el ser celestial como Daniel preguntaran sobre cuándo esto se cumplirá. A ambos personajes se les responde en términos de periodos proféticos. Esto hace indicar que el final de los 1.260 días/años y el final de los 1.290 días/años son el mismo lapso en la historia. De ser así, ambas profecías terminan el año 1798 d.C.

La respuesta del ser celestial a Daniel continúa, y le dice que aquel que espere hasta 1.335 días/años, será bienaventurado (12:12). El texto bíblico hace suponer que el inicio de los 1.290 días/años es también el inicio de los 1.335 días/años. Por lo tanto, si los 1.290 días/años terminan en 1798 d.C., entonces este período profético inició en el año 508 a.C. En esta fecha, Clodoveo (rey franco) derrotó a los Visigodos, una de las tres tribus arrianas que debían ser derrotadas, según la profecía (7:8), con el fin de que el cuerno pequeño logre la supremacía e inicie su período de gobierno absoluto y perseguidor (Dan. 7:25). Además, esta misma fecha es el punto de partida de los 1.335 días/años que terminan en el año 1843 d.C.

Finalmente, el texto dice que los que lleguen a los 1.335 días/años serán bienaventurados (12:12). Este tiempo profético tiene por propósito anunciar el tiempo previo al inicio del Juicio Investigador (1844 d.C.). La bienaventuranza, en esta ocasión, reside en llegar al tiempo en que se anunciaba el paso de Cristo al Lugar Santísimo en el Santuario celestial.

Bienaventurado el que llega al tiempo del Juicio

En otras palabras, bienaventurado es el que llega al tiempo del Juicio, pues este, en la Biblia, es en favor del pueblo de Dios. Junto con esto, se hace una promesa personal a Daniel: «En cuanto a ti [Daniel], tú irás hasta el fin [quets], y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin [quets] de los días» (12:13, RV95).

Luego de 1844 d.C., no hay otro período profético, y lo único que el pueblo de Dios espera, al igual que Daniel, es recibir la heredad prometida cuando Miguel se levante para liberar a su pueblo. ¡Maranatha!

Autor: Álvaro F. Rodríguez, doctor en Teología y docente de la Facultad de Teología, Universidad Peruana Unión.

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: Daniel 12 y los tiempos proféticos

Revista Adventista de España