Skip to main content

Por más obvio que parezca, la desinformación generalizada y potenciada en la comunicación digital es un mal muy grande para las organizaciones, lo que incluye a las iglesias. Cuando se habla de desinformación, hay muchas formas de explicar el fenómeno, que no es nuevo, y sus características. La diferencia es que ahora la desinformación causa perjuicios de manera más rápida a las organizaciones y las personas. Todo debido a la velocidad de propagación de sus efectos en la vida digital.

Una investigación reciente llevada a cabo por la Pew Research Center[1] muestra que la mitad de los estadounidenses dicen que el tema de las noticias e información inventada es un problema muy grande para el país. Es la quinta mayor preocupación, por sobre otras grandes preocupaciones nacionales como la violencia, el cambio climático, el racismo y la inmigración ilegal. Desconozco de investigaciones del género en España o en otros países, pero es posible que el tema también genere preocupación.

Desinformación: ¿Qué es eso?

La desinformación es básicamente la deconstrucción de la información correcta, basada en datos verificables y dignos de credibilidad. En el contexto de la comunicación digital, tiene que ver con todo lo que se dice con respecto a rumores, fake news [noticias falsas], mentiras que parecen verdades, etc. No importa si es un sitio, un blog o una “información” que circula por WhatsApp. Ya se sabe que todo eso generalmente se realiza por motivaciones económicas, políticas e ideológicas de forma general.

En un buen artículo, el investigador de comunicación de una universidad portuguesa, Hélder Prior, afirma que en este mundo de desinformación “no importa tanto si las ‘historias’ son verdaderas o plausibles de verificación, ya que los individuos están, sobre todo, interesados en la proliferación de visiones o de explicaciones que corroboren su propia interpretación de los hechos y refuercen una determinada visión del mundo”[2]. En palabras más simples, lo que importa es lo que las personas quieren decir y creer y no necesariamente lo que realmente ocurrió o se comprobó.

Pero ¿cuáles son los perjuicios para las organizaciones?

Bien, para cualquier organización, incluso las religiosas, como las iglesias, algunos son bien claros:

       1. Afecta la credibilidad de la organización

Los rumores y la información no confirmada sobre determinados aspectos de una organización solo sirven para intentar debilitar su reputación. Las personas, cuando prestan oído a rumores sobre una iglesia, por ejemplo, pueden ser llevadas fácilmente a desconfiar de su idoneidad. Y, por lo tanto, a querer distanciarse de esta organización. La falta de credibilidad y confiablidad tiene un efecto directo en la aceptación de cualquier marca. Y, en el caso de una iglesia, es aún peor, porque este tipo de organización vive esencialmente de la confianza. Proverbios 22:1 ya recordaba que “Vale más tener buena fama y reputación, que abundancia de oro y plata” (versión DHH).

       2. Desperdicia tiempo dentro de la organización

Los rumores y las fake news hacen que las organizaciones tengan que direccionar su tiempo para responder las preguntas que surgen de argumentos falsos. Lo ideal es que una organización invierta la mayor parte del esfuerzo humano y material en la comunicación de nuevos productos, proyectos o programas o incluso en la innovación en general. Debido a la desinformación, esta necesita usar una buena parte de ese tiempo con respuestas y esclarecimientos. Las orientaciones son siempre absolutamente necesarias, pero lo triste es tener que hacerlo cuando las afirmaciones tienen su origen en datos completamente falsos.

       3. Saca la mirada del objetivo principal de la organización

En el caso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el objetivo principal de la organización es predicar el evangelio a todas las personas. Esta es la misión de la organización. La proliferación de la desinformación funciona como un desvío peligroso. Mentiras compartidas sobre doctrinas, creencias o decisiones administrativas, todo el tiempo, y la excesiva preocupación por información nunca confirmada o de veracidad cuestionable, quita la mirada del objetivo de quien trabaja para producir y compartir contenido de inspiración espiritual.

       4. Orienta hacia decisiones equivocadas

Una de las materias primas más importantes para tomar una decisión, especialmente en organizaciones, es la información correcta. Con datos confirmados y dignos de crédito, la organización puede hacer una planificación correcta y con mayores posibilidades de llegar a los resultados esperados. La propagación de rumores y material supuestamente periodístico, sin ser debidamente comprobado, solo crea un ambiente de dudas, de incertidumbres y, por lo tanto, de menor precisión.

Si usted es un gestor o líder de algún área en una organización, inclusive en la iglesia, debe ser el primero en contrastar la información que recibe. Oriente a las personas que trabajan en sus equipos para que hagan lo mismo. Y, lógicamente, evite difundir contenidos que vienen de sitios, blogs o fuentes sospechosas; y desconfíe siempre de lo que viene sin una firma, sin procedencia identificada, con errores elementales de ortografía y coherencia textual y también de videos editados.

Para saber más: https://www.adventistas.org/es/comunicacion/proyecto/fakenews/

Referencias:

[1]Principales resultados disponibles en:

https://www.journalism.org/2019/06/05/americans-see-made-up-news-as-a-bigger-problem-than-other-key-issues-in-the-country/

[2]Prior, H. (2019), Mentira e política na era da pós-verdade: fake news, desinformação e factos alternativos. In P. Lopes & B. Reis (eds.), Comunicação Digital: media, práticas e consumos (pp. 75-97). Lisboa: NIP-C@M & UAL. Disponível em http://hdl.handle.net/11144/3976. https://doi. org/10.26619/978-989-8191-87-8.4

Autor: Felipe Lemos. Periodista, especialista en marketing, comunicación corporativa y maestro en la línea de Comunicación en las Organizaciones. Autor de crónicas y artículos diversos. Gerencia la Asesoría de Comunicación de la sede sudamericana adventista, ubicada en Brasilia. Imagen: Photo by Roman Kraft on Unsplash

 

Revista Adventista de España