Serie diaconado al servicio de Cristo, nº4
Tenemos dos pasajes en la Biblia que describen las cualidades de los diáconos: Hechos 6:3 y 1 Timoteo 3:8-12.
Empezamos a analizar las tres características básicas en la propuesta dirigida a la congregación por parte de los apóstoles. Antes de explicarlas, es oportuno destacar la indicación de los doce apóstoles: “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros” (Hechos 6:2). En esta frase pequeña tenemos una indicación concreta sobre los nombramientos en la iglesia.
No son los apóstoles los que se ponen a examinar quiénes serían las personas adecuadas, sino invitan a la congregación a buscar entre ellos a personas que tengan esas características. Esta indicación es una lección sobre la necesidad de permitir que el Espíritu Santo actúe mediante los hermanos de la comunidad para llamar a servir en algún cargo. El nombramiento de una persona como diácono no le pertenece al pastor, o a los ancianos, sino que todo el pueblo debe estar implicado en hallar la idoneidad de la persona adecuada para ese cargo.
En el proceso para encontrar a las personas adecuadas no se comenta sobre la nacionalidad o el estatus económico. Se buscan las tres cualidades básicas: Buen testimonio, llenos del Espíritu y llenos de sabiduría.
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Buen testimonio
Una buena reputación es el resultado de un periodo en la vida de una persona que sabe mantener su palabra. Es una persona que cumple sus promesas. Los diáconos tenían que tener una buena reputación para garantizar que sus acciones serían justas. En el contexto de una división cultural interna, como era el caso de un descuido hacia las viudas griegas debían manejar esta situación de una forma pacífica y para el beneficio de todos. No podía haber ninguna sospecha. Una vez solucionado este asunto, pasarían a la segunda característica, que tiene que ver con la espiritualidad. Siempre en nuestras comisiones de nombramientos debemos comenzar por aquí: personas de las que el pueblo hablen bien porque son gente honesta.
Comentando la importancia de tener una buena reputación, White, en su libro Hechos de los Apóstoles, página 74, escribe:
“Satanás logró despertar las sospechas de algunos que anteriormente habían tenido la costumbre de mirar con envidia a sus correligionarios y de señalar faltas en sus jefes espirituales. (…) Por lo tanto, era indispensable tomar medidas inmediatas que quitasen todo motivo de descontento, so pena de que el enemigo triunfara en sus esfuerzos y determinase una división entre los fieles.”
La buena reputación de los diáconos será como una muralla de protección frente a la división entre los creyentes. Los diáconos eran tan importantes en sus tareas que los propios apóstoles reconocieron que no les era posible ministrar sin el apoyo de ellos. Esos siete diáconos sirvieron a la iglesia como Cristo lo hubiera hecho y no tuvieron ningún impedimento por parte de sus propios hermanos que los ministraran.
Hablando de la buena reputación que deben tener también los ancianos, nos comenta el por qué es necesario que un diácono tenga esta cualidad: “También es necesario que tenga buen testimonio de los de fuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo” (1 Timoteo 3:7). Este requisito es garantía de que la persona que tenemos en este cargo no se enorgullecerá tratando con indiferencia o injusticia los casos de los más desfavorables.
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Llenos de Espíritu
La medida que se pide a cualquier diácono es un compromiso total con la causa de la iglesia. Su vida debe estar llena del Espíritu, es decir, debe representar en su carácter el fruto de la consagración: el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la templanza (Gálatas 5: 22-23). Sus pensamientos tienen que dirigirse constantemente a Dios. Un diácono debe estar conectado con Dios a través de la intercesión de Cristo.
Por la fe en Cristo, una fe grande en Cristo, el diácono se convierte en un hombre o una mujer de Dios. Se deja guiar por el Espíritu para servir como Cristo lo hizo en la tierra. Estar lleno del Espíritu significa que buscará la inspiración espiritual con el propósito de ayudar a otros. Comentando la experiencia de una persona llena de su Espíritu, en Efesios 5, nos describe el estado de una persona completamente colmada por el Espíritu de Dios.
Esa persona tiene una gran disposición de hablar de temas bíblicos, de cantar alabanzas y de tener una actitud de contentamiento hacia el Señor. El ser positivo es una característica que se encuentra en las personas que comunican con Dios. Los diáconos para cumplir con el objetivo de su cargo, deben tener una vida profundamente dedicada al Señor. Ellos son los que en su alma alaban al Señor y le ofrece adoración no solamente en los días de culto, sino constantemente en su mente alaban a Dios.
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Llenos de sabiduría
En Hechos 6:3 parece que la sabiduría está relacionada con el trabajo. “Los encargaremos con este trabajo”. Y es cierto, que una persona que no trabaja y no se implica en actividades por el miedo a no equivocarse, nunca aprenderá a hacer bien las cosas. La sabiduría de los diáconos reside en aprender cómo no hacer las cosas en una larga lista de equivocaciones. Esta se adquiere al estar abiertos, dispuestos a enfrentar los riesgos con plena confianza que Dios nos sostendrá. La sabiduría, conjunto de aprendizaje, aplicaciones y prácticas, crecerá a medida que tengamos la disposición de servir al prójimo con amor de Dios. Los diáconos son los siervos de la casa de Dios, que al servir acumulan experiencias que le serán útiles para seguir ministrando.
Para un diácono la lectura de la Biblia será imprescindible para saciar su alma y para hallar a Jesús como Siervo supremo para aprender de él cómo servir a su iglesia y a los que están fuera de ella. Mirar a Jesús para ver cómo se portaba él e imitarlo para reflejar su imagen.
También un diácono deberá ser muy amigo de los más mayores de la iglesia. Tendrán que ayudarles para acomodarse o ver si pueden o no venir al culto, si están bien de salud o tienen para comer. El diácono tratará de buscar la sabiduría de los mayores para poder aplicar esa información a los desafíos presentes.
Los imprevistos y la urgencia
Los diáconos tienen autoridad y la responsabilidad, conferida por la iglesia, de manejar los problemas que surgen con emergencia sin tener que recurrir a la junta o al pastor. Ellos son los que se aseguran de que las operaciones físicas de la iglesia funcionan sin problemas. Ellos velan para que en la iglesia las condiciones estén perfectas para el culto. Cuando el ministerio de los diáconos funciona con normalidad, el pastor, los ancianos, los responsables de departamentos, podrán concentrase en las necesidades espirituales de la comunidad.
A través de esas tres cualidades los primeros diáconos sirvieron a la iglesia. De esta manera permitieron que otras actividades, como la oración, la predicación de la Palabra y la misión pudiera avanzar en otros territorios.
Ver anterior: https://revista.adventista.es/los-diaconos-la-unidad-y-la-organizacion-de-la-iglesia/
Autor: Richard Ruszuly, secretario ministerial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Photo by Matheus Ferrero on Unsplash