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Sin duda, una de las inquietudes que hoy tiene la iglesia es la de saber qué pasará mañana. La mirada hacia el futuro suele estar mediatizada por la forma que tenemos de mirar el presente y el pasado. Visiones negativas de éstos suelen producir una visión negativa del futuro. Visiones positivas de aquellas dan como resultado una mirada hacia el futuro de confianza y por lo tanto de paz y tranquilidad.

Todos conocemos ese himno que lleva por título ¿Cuánto dista Canaán? Es un himno con el que nos identificamos porque como dice su letra: “El camino es escabroso y los pies sangrantes van”. El himno muestra el anhelo de un pueblo que camina por este mundo y, sobre todo, que espera a su Maestro. ¿Cuánto falta para que todo termine? Es la pregunta que todos nos hacemos.

Hoy nos encontramos en el momento de la “espera”. Esperar nunca ha sido fácil, no obstante y a juzgar por las Escrituras, la espera forma parte de nuestro recorrido como pueblo. La parábola de las 10 vírgenes así nos lo indica. Esperar durante un corto período de tiempo es fácil; lo difícil es hacerlo, sin saber cuándo dicha espera terminará. Por este motivo, se hace necesario analizar qué ocurre mientras esperamos con el fin de evitar sorpresas y cosas indeseadas.

PLANTEAMIENTO
Traigo vuestra atención sobre esa cita del Espíritu de Profecía que dice: “La historia de la vida de Israel en el desierto fue escrita para beneficio del Israel de Dios hasta el fin del tiempo.” (PP. pg.299). La cita es bastante esclarecedora. Parece decirnos que la historia se repite y por eso, Dios recogió aquella experiencia en el desierto para que nos sirviera de referencia a los que vivimos en el fin del tiempo.

¿Qué le sucedió a Israel? La historia vivida por Israel es larga y rica, por lo que sería bueno parcelar las cosas y centrarnos en aquello que nos atañe de una forma directa. Creo que la pregunta sería, ¿qué momento de Israel es el que se identifica con nosotros hoy?

Si consideramos el libro de Números, podremos observar a aquel pueblo a los pies del Sinaí. Desde su salida de Egipto ha pasado algo más de un año. A partir de ese momento, Dios se dispone a preparar a su pueblo para entrar en la tierra de Canaán. Dicha preparación Dios la hace por fases: 1) La organización; 2) Salida a Canaán; 3) Llegan a Canaán; 4) Regreso al desierto.

NUESTRO MOMENTO
Vayamos a lo que nos interesa ¿Qué parte, de las cuatro mencionadas, es la que se corresponde con nuestro momento? En mi opinión es la última, es decir, cuando Israel debe volver de nuevo al desierto. El motivo estaba claro, aquel pueblo no estaba preparado para entrar en la tierra de promisión. ¿Qué le faltaba? Una cosa: FE. Esto nos recuerda que, sin fe, es imposible cumplir los planes de Dios. Parece, a tenor de los comentarios del Espíritu de Profecía, que esto es lo que le sucedió a nuestra iglesia. Así que volvimos de nuevo al desierto.

Identificado el momento, lo siguiente es saber ¿qué acontecimientos ocurrieron en aquel desierto? Porque recuerda, lo que sucedió allí, volverá a suceder aquí. Pero antes consideremos lo siguiente: 1) Lo que sucedió en aquel desierto, deja perplejo a cualquier lector. 2) Un análisis superficial no nos permite entender los porqués de tales comportamientos. 3) La incógnita cobra luz cuando se considera que detrás de todo, Satanás trabajaba incansablemente para torcer los planes de Dios. Visto esto, ahora si, consideremos lo que allí ocurrió.

A. En el desierto
Cuando nos ponemos a leer el libro de Números observamos el movimiento continuo y la riqueza de experiencias que allí se suceden. No fue un período aburrido sino todo lo contrario. Allí nos encontramos con muchas cosas a tener en cuenta: Hay pruebas que debe enfrentar Israel, desconfianza y crítica hacia sus líderes, tensiones contra el sacerdocio, muertes que desconcertaban al pueblo, personas de experiencia y de criterio que tergiversaron los planes de Dios, matrimonios mixtos, confusión del verdadero culto… Como ves, hay un poco de todo.

¿Crees que hay alguna coincidencia con lo que sucede hoy? Es curioso observar cómo se está repitiendo el mismo patrón. Esto hace que los momentos que estamos viviendo sean difíciles y convulsivos, donde las dudas y las inquietudes surgen por doquier. Pero no nos quedemos aquí, creo que ahora llega el momento más importante, ¿por qué ocurre todo esto?

B. Los porqués
Si analizamos nuestro tiempo, comprenderemos que la raíz del problema es la misma que tuvo Israel: no terminamos de enfocar bien las cosas. Esto hace que tengamos una visión distorsionada de lo que sucede y, esto a su vez, nos lleva a tomar decisiones y planteamientos equivocados. Veámoslo aunque sea de forma muy breve.

Las pruebas. ¿Qué es una prueba? Es una situación difícil que intenta mostrarnos dos realidades. La primera es mostrarnos nuestra condición de necesitados, y la segunda es que debemos recurrir a Dios y confiar en que Dios proveerá. Cuando se enfoca mal la prueba, ¿a dónde nos lleva? A dudar de Dios, dando pie a la queja y a la crítica. Venenos éstos que nos estropean por dentro.
Desconfianza y crítica hacia los líderes. Quizás hoy nos sorprenda que el pueblo desconfiase de Moisés y le criticasen, pero así fueron las cosas. La triste realidad es que todos los líderes de todas las épocas suscitan dudas y éstas animan a la crítica. Piensa en Jesús, ¡cuántas dudas y críticas suscitó incluso en su propia casa! Sólo la confianza es capaz de eliminar esto. Confiar no siempre es fácil, pero es necesario porque cuando la confianza desaparece, todo tiende a interpretarse mal. Así sucedió en el cielo, en el Edén, en el desierto, con Jesús y en nuestros días.
Tensiones contra el sacerdocio. Curioso lo que descubrimos allí. No se trataba de que los sacerdotes hiciesen mal su labor, sino que había quien envidiaba esa función y querían ejercer el sacerdocio, a pesar de que Dios había dejado claro quiénes debían hacerlo. ¿Cómo es que se cuestionó esto? Sin duda porque se perdió de vista que Dios era el que asignaba las labores. Pensaron en las capacidades y eso les llevó a pensar de forma equivocada.
Muertes que desconcertaban al pueblo. Aquí hay que diferenciar las muertes fruto del pecado surgido en el Edén y las muertes que se debían a pecados graves cometidos en el momento presente. Por ejemplo, piensa en el momento cuando la tierra se abre y se traga a varias familias enteras con sus enseres. Nosotros, desde fuera, vemos las cosas claras y entendemos que son el resultado de la rebeldía contra Dios, pero el pueblo lo interpretó de forma diferente. Interesante y digno de tener en cuenta.
Personas de experiencia y de criterio que tergiversaron los planes de Dios. Este fue sin duda una situación muy complicada. Que 250 príncipes de Israel se enfrenten contra los líderes (Moisés y Aarón) suponía para el pueblo un cuestionamiento, por lo menos razonable. ¡Qué difícil para el pueblo ver la realidad!
Matrimonios mixtos. ¿Por qué los israelitas empezaron a tomar mujeres cananeas? Es una buena pregunta que me gustaría escuchar directamente de aquellos que hicieron esa elección. Quizás la razón estaba en que ¿eran más guapas? ¿más inteligentes? ¿más sensuales? En todo caso se olvidaron de una cosa, el papel que tienen los cónyuges en la educación de los hijos, así como también el papel que tiene una buena elección para mantenerse fiel en la lucha contra la tentación.
Confusión del verdadero culto. Cambiar de creencia no es fácil, ¿cómo se produjo esto en un pueblo tan firme como Israel? La Escritura nos lo dice, las mujeres cananeas que tomaron por esposas hicieron inclinar su corazón para servir a los Baales.

CONCLUSIÓN
Frente a todo esto, no nos queda más remedio que reflexionar. Nosotros no somos más fuertes que aquellos israelitas, por lo tanto, ¿qué podemos hacer? Si pensamos en nuestros propios recursos estamos perdidos. Nosotros somos tan débiles como aquellos hombres del desierto. Creo que la solución para nosotros es la misma que dio Dios a Israel. En el libro de Deuteronomio 30: 1-3 leemos: “Sucederá que cuando… te arrepintieres… y te convirtieres a Jehová tu Dios y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando… y lo hicieres con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces Jehová… tendrá de ti misericordia y volverá a recogerte de entre todos los pueblos.”

Creo que todos debemos acogernos a la misericordia de Dios. Esa es la única salida, ya que la misericordia divina nos aporta, por un lado, el perdón por nuestros pecados y, por otro, el poder para levantarnos y seguir hacia adelante.

La gran lección que saco de toda esta experiencia es que nuestra fuerza no está en nosotros, sino en Dios. Solo en la medida en que aprendamos a depender de Él seremos realmente fuertes y permaneceremos de pie durante la espera. Aquellos que se separen de Dios y dependan de sus capacidades sucumbirán a la tentación y quedarán en el desierto.

Que Dios nos ayude a vivir este momento difícil de la espera. Necesitamos mantenernos firmes frente a las sugerencias del enemigo. Necesitamos unirnos a los planes que, a nivel mundial tiene la iglesia, de forma que el reavivamiento y la reforma se puedan producir en la vida de cada uno.

Que Dios nos bendiga a todos para que todos podamos entrar por su gracia en la Canaán celestial. AMÉN.

Revista Adventista de España