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MAP imagen raEl MAP (Ministerio Adventista de Posibilidades) es muy importante para nuestra iglesia. ¿Sabes por qué?

La voluntad de ver las posibilidades en los demás es el principio del cambio. Nunca debemos intentar escribir la conclusión para nosotros mismos ni para nadie, independientemente de las discapacidades aparentes, mientras Dios siga añadiendo capítulos. El pensamiento posibilista despeja el camino a nuevas perspectivas y oportunidades.

Los inicios del MAP

Era la primera vez que marchaba, pero no sería la última. Defendíamos a «los que no tienen voz» (Proverbios 31:8, NVI)[1] y afirmábamos el valor inherente de los Sordos.[2] Creíamos en las posibilidades que Dios les ha dado, contrariamente a algunas opiniones locales sobre el tema.

Éramos unos cien marchando por la calle principal de una ciudad de Kenia. Íbamos escoltados por la policía y la gente se agolpaba para ver lo que ocurría. Llevábamos nuestras pancartas en alto. Además de sensibilizar a la comunidad en general, invitábamos a los Sordos y a las personas con otras discapacidades a un campamento especialmente diseñado para ellos. Nos apasionaba una causa desatendida: las personas Sordas habían sido involuntariamente marginadas y a veces deshumanizadas. Sentíamos que teníamos que defenderlos.

Poco podíamos imaginar que de este pequeño comienzo surgiría un movimiento global dentro de gran parte del adventismo. En pocos años, el movimiento impulsado por principios había crecido hasta incluir a otros seis grupos de personas incomprendidas y subestimadas. Hay momentos en los que es un error guardar silencio. Es importante saber cuándo, cómo y dónde hablar.

Antes, Ministerio de Necesidades Especiales 

Los Ministerios Adventistas de Posibilidades (MAP) comenzaron como el Ministerio de Necesidades Especiales (Special Needs Ministries). Sabíamos por experiencia que la cultura Sorda reaccionaba negativamente a la idea de que los sordos son «discapacitados». Ellos, de hecho, tienen su propia lengua, cultura, música, humor y, con demasiada frecuencia, su propia incomprensión de Dios.

Cuando me reuní con ellos, me di cuenta de que no tenían ningún problema para comunicarse entre sí. No tardé en darme cuenta de que yo era el «discapacitado». Muchas culturas oyentes no lo ven así y han impuesto una enorme montaña de limitaciones a este grupo de personas poco comprendidas. Para los no iniciados, el lenguaje de señas puede parecer embrionario, pero es un lenguaje sofisticado. No es monolítico. Se calcula que hay cerca de 300 lenguas de señas diferentes utilizadas por unos 72 millones de personas en todo el mundo [3],  algunas de las cuales tienen sus propios «acentos».

La primera vez que me reuní con un grupo de Sordos fue en un campamento para Sordos. Allí me di cuenta de que es fácil juzgar mal y subestimar los retos a los que se enfrentan. Vi a padres Sordos con hijos oyentes y viceversa. (Los padres Sordos tienen aproximadamente un 90% de probabilidades de tener hijos oyentes)[4]. Vi a madres Sordas que cuidaban de sus bebés, aunque no les podían oír llorar. Y, también vi cómo los oyentes de aquella comunidad mixta acudían en su ayuda.

El apoyo comunitario fue inspirador y mi comprensión empezó a crecer. Sabía que estaba a punto de vivir una experiencia de aprendizaje única. No me decepcionó. Se convirtió en una experiencia de aprendizaje que me cambió la vida. Los Sordos se convirtieron en mis maestros en mi búsqueda por comprenderlos. Me ayudaron a sensibilizarme ante un nuevo mundo de pensamiento y comprensión de otros grupos de personas comúnmente caracterizados como discapacitados.

«¿Sino no está roto, para qué arreglarlo?»

No pasó mucho tiempo antes de que mi actitud de «arreglarlo todo» se manifestara. Si veía algo que me parecía un obstáculo para el crecimiento en la comunidad Sorda, me ponía manos a la obra para solucionarlo. Me estremezco al recordar algunos de mis primeros intentos, pero el grupo me aceptó porque lo intenté. He aprendido muchas cosas, sobre todo desaprendiendo lo que creía saber. Descubrí que la mayoría de la gente quiere conectar con los demás y ver crecer a su grupo.

Los seres humanos fuimos diseñados así. Necesitamos tener un sentimiento de pertenencia, y pertenecer es algo más que ser contado como miembro. Los Sordos y los considerados discapacitados no son diferentes. En realidad, solo hacen falta dos cosas para convertir un grupo de personas en un grupo dinámico: un interés compartido y una forma de comunicarse. Aprendí que es mejor hacer hincapié en esos dos puntos que intentar solucionar problemas.

La chispa se convirtió en llama cuando empezamos a aprender juntos. Juntos se formó una identidad. Aunque nunca formaría parte de la comunidad Sorda, eso no me impidió identificar los prejuicios y las injusticias sociales a las que a menudo se enfrentaban. Lo mismo ocurre con los ciegos, los que tienen problemas de movilidad y los que tienen dificultades de aprendizaje o problemas sociales. Reconocer el valor y la dignidad de cada persona ayuda a establecer un sentido de identidad tanto personal como de grupo.

ADMI 

Aprendí que, en contraste con el enfoque tradicional de «dirigir desde arriba», las respuestas duraderas a menudo venían de las «bases». Juntos aprendimos. Unidos, empezamos a ver cómo tanto los sordos como los oyentes tenían algo que ofrecerse mutuamente. Juntos nos dispusimos a crear una identidad para el nuevo ministerio emergente «para» y «con» los Sordos.

Tras una amplia consulta, nos decidimos por un nombre: Ministerio para Sordos Adventistas (Adventist Deaf Ministries International, ADMI). La comunicación y el compañerismo son el pegamento que mantiene unidas a las comunidades de Sordos, así que pusimos en marcha un sitio web y una página de Facebook donde los Sordos pudieran «pasar el rato» y compartir noticias relevantes en línea.

ADMI era un esfuerzo global y, con el permiso de un grupo de sordos cristianos brasileños, adoptamos su logotipo, que hacía hincapié en las manos, la Biblia y la Cruz. La idea de identidad empezó a extenderse entre las filas de los Sordos de muchas partes del mundo. Se sentían reconocidos y escuchados.

Con la comunicación, la identidad, las Escrituras y Jesús en el centro, el mensaje se extendió. El Dios de la Biblia no era sólo para los oyentes. Pronto empezaron a producirse bautismos.

Liderazgo de Sordos

Nos dimos cuenta de que las personas Sordas se relacionan mejor con un liderazgo compuesto por personas Sordas. Se pidió a una persona Sorda, Amanda Colgan, que fuera la administradora del sitio web de ADMI.

Por mucho que intentara identificarme con los Sordos, sabía que no sería lo mismo que ser Sordo. Necesitaba un colaborador que comprendiera la cultura Sorda de primera mano. Se hicieron arreglos para que un pastor sordo, Jeff Jordan, me ayudara mientras viajábamos al extranjero.

Al difundirse la noticia, las pequeñas reuniones de campamento para Sordos se convirtieron en grandes reuniones con cientos de asistentes. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que había algunas personas ciegas o con visión limitada, y otras físicamente inmovilizadas que también asistían. No teníamos intención de dejarlos fuera. Algo tenía que cambiar.

El movimiento se expande

Fue providencial que el movimiento comenzara con los Sordos. Si hubiera comenzado con cualquier otro grupo, los Sordos se habrían sentido agregados sin ser comprendidos, en lugar de tener su propia identidad. De los siete grupos del MAP, solo los Sordos tienen su propia identidad cultural.

Con su apoyo, cauteloso al principio, se desarrolló una organización de apoyo global. Se seleccionó un coordinador para los Ministerios de Necesidades Especiales (más tarde llamados Ministerios Adventistas de Posibilidades) en cada una de las 13 divisiones de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día.

Los coordinadores trabajaron localmente con los líderes que eran Sordos, y el trabajo llegó a estar contextualizado y a la vez vinculado de forma única con los Sordos de todo el mundo. Sin embargo, llegamos a la conclusión de que el trabajo no debía limitarse a los Sordos.

Una afirmación de Elena G. White

Las Escrituras y los escritos de Elena G. White nos guiaron a medida que la obra comenzó a desarrollarse y expandirse. Una afirmación abrió especialmente nuestra reflexión:

«Vi que en la providencia de Dios las viudas y los huérfanos, los ciegos, los sordos, los cojos y los afligidos en una diversidad de formas, han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia, para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter. Los ángeles de Dios están observando para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestro apoyo, amor y benevolencia desinteresada. Así es como Dios prueba nuestro carácter»[5].

No solo se nombran grupos específicos de personas en esta declaración, sino que se hace hincapié en la necesidad de tratarlos con amor y compasión. Demostrar respeto es un principio en el que se basa el movimiento al anticipar que «si deseamos hacer el bien a las almas, nuestro éxito con ellas dependerá de que ellas crean que nosotros creemos en ellas y las apreciamos. El respeto que se muestra por el alma humana que lucha es el medio seguro, mediante Jesucristo, para restaurar el respeto propio que el hombre ha perdido. Nuestras ideas sobre lo que pueden llegar a ser, son una ayuda que nosotros mismos no podemos apreciar plenamente»[6].

Restaurar la autoestima

Restaurar la autoestima abre una ventana de esperanza y posibilidades. El concepto llenó de energía a los diversos grupos de personas. Con el tiempo se añadieron otros grupos bajo el nombre oficial de Ministerios Adventistas de Posibilidades, conformando un total de seis grupos:

(1) Personas que han perdido a su cónyuge, (2) ciegos y personas con poca visión, (3) cpoyo a cuidadores (4) personas con estigmas mentales, incluidos trastornos relacionados con el espectro autista y el síndrome de Down, (5) huérfanos y niños vulnerables y (6) personas con problemas de movilidad física.

Una experiencia inolvidable: Hablar claro

Durante un viaje de trabajo a Sudáfrica, pedí visitar una escuela pública de Lesotho para niños con necesidades especiales. Mi plan era pasear por el campus, reunirme con el administrador y luego ir corriendo a mis citas oficiales. Pero después de mi visita al administrador, me dijeron que los alumnos me estaban esperando para hablar con ellos.

Pensando que podría haber restricciones gubernamentales a la expresión religiosa, pensé en restar importancia a quién era. No iba a decir que era pastor y pensaba evitar utilizar el nombre de Adventista del Séptimo Día. No tengo fama de que se me trabe la lengua, pero eso es lo que me pasó cuando empecé a hablar. Empecé a tartamudear y me quedé sin palabras.

Fue entonces cuando decidí «hablar claro», y las palabras empezaron a fluir. «Hola, me llamo Larry Evans. Soy pastor adventista del séptimo día. He venido a decirte que eres muy especial. Fuiste creado a imagen de Dios, aunque no puedas oír, hablar o caminar».

El Dios de los que oían

Los alumnos parecían sorprendidos. Un chico levantó la mano y habló a través de su intérprete. El domingo había ido a la iglesia por primera vez en su vida.

Le dije: «¡Vaya, es genial! ¿Cómo te fue?»

Parecía entristecido. «Me dijeron que no tenían nada para mí».

¡Me quedé sin palabras! «¿Fuiste allí para aprender sobre Jesús y te dijeron que no tenían nada para ti?».

Asintió con la cabeza. Se quedó con la impresión de que el Dios de las iglesias por las que pasaba, a menudo era el Dios de los que oían.

Necesitaban saber que ellos también fueron hechos a imagen de Dios

Otra alumna, una joven adolescente, levantó la mano e intentó darme las gracias, pero se echó a llorar y no pudo terminar. El administrador me dijo después que casi no me invitan porque el último religioso que vino creía que cualquier persona con discapacidad tenía un demonio. Me explicó que había venido a expulsar al demonio. Y pensar que intenté ocultar el mensaje que había que compartir. Necesitaban desesperadamente saber que Dios les ama y que los creó para ser como él: fueron creados a su imagen aunque no pudieran oír, ver o caminar. Era el momento y el lugar adecuados para «hablar claro», y estuve a punto de perder la oportunidad de hacerlo a causa de mi propia aprensión.

«Soy una posibilidad», no un imposible

El nombre Ministerios Adventistas de Posibilidades puede sonar extraño para algunos. No encaja con los nombres típicos de los ministerios de la Iglesia. Al principio, hubo cierta oposición bienintencionada. Explicamos que después de viajar a muchos países, nos dimos cuenta de que había surgido un patrón. A nadie, discapacitado o no, le gusta ser conocido por lo que no puede hacer o por lo que ha hecho mal en el pasado. Sin embargo, si llamamos a esas personas “discapacitadas” o decimos que tienen “necesidades especiales”, hacemos más hincapié en lo negativo que en lo positivo: sus posibilidades.

Cada persona necesita verse a sí misma como especial a los ojos de Dios. Todas las personas necesitan sentirse seguras de que Dios tiene un propósito para sus vidas y de que son aptas para cumplirlo. En otra marcha, esta vez en Santa Lucía, en el Caribe, las pancartas que llevábamos lo decían bien: «No soy una discapacidad, soy una posibilidad», «Mira a la persona, no a la discapacidad» y «Elijo no poner un dis- en mi capacidad». Cuando las llevaban los que iban en silla de ruedas y los que iban con muletas, el mensaje quedaba claro.

Romper los muros del estigma

Los estigmas son prejuicios que estereotipan a los individuos en cajas artificiales que exprimen las posibilidades de la persona. Para combatirlos, se desarrolló una estrategia de las 3 A. Para ver y ayudar a la persona, tenemos que estar «Al tanto» de sus necesidades personales, estar dispuestos a «Aceptarla», y entonces, y solo entonces, desarrollar planes de «Acción» para liberar a la persona para que llegue a ser lo que Dios quiere que sea. Las 3 A reflejan las tres características del pueblo de Dios descritas en Miqueas 6:8 y recogidas en Isaías 58:6-8. En el contexto de Miqueas 6:8, esto significa:

«Practicar la justicia»: basado en estar al tanto de las necesidades personales.
«Amar la misericordia»: mostrar aceptación de la persona.
«Humillarte ante tu Dios»: desarrollar planes de acción apoyándose en él.

Las características de justicia, misericordia y humillación se reafirman en Isaías 58:6-8, donde Dios llama a su pueblo a «romper las cadenas de injusticia» para promulgar justicia (v. 6), y en misericordia, a «compartir tu pan con el hambriento» (v. 7), con el resultado de que su justicia va delante de ellos (v. 8) mientras se humillan ante Dios.

Los MAP son más que acción social

Los Ministerios Adventistas de Posibilidades  (MAP) son más que acción social; son un movimiento profético. Son una revelación del carácter de Jesús en el corazón de su pueblo (véase Apocalipsis 14:1). Son un llamado a todas las personas para que vean en cada una de ellas el llamado del Creador y Redentor. De hecho, como proclama el lema de MAP: «Todos están dotados, son necesarios y son un tesoro».

En el Congreso de la Asociación General de 2022, se votó recomendar la inclusión de un líder de los Ministerios Adventistas de Posibilidades en cada iglesia local. Todas las divisiones tienen a alguien designado para coordinar esta iniciativa; y ellos, junto con los líderes de MAP de la Asociación y la Unión, pueden servir como defensores de aquellos que tienen necesidades especiales.

Grupos actuales

Actualmente, los Ministerios Adventistas de Posibilidades son ministerios globales de defensa de la educación para siete grupos de personas marginadas:

  1. Los afligidos por pérdida conyugal (viudos)
  2. Los ciegos y las personas con poca visión
  3. Las personas Sordas y con problemas de audición
  4. Los cuidadores
  5. Aquellos que sufren estigmas de salud mental y/o desarrollo del aprendizaje
  6. Huérfanos y niños vulnerables
  7. Personas con problemas de movilidad física

Las personas con discapacidad suelen ser objeto de estereotipos negativos, que las consideran indefensas, incapaces de cuidar de sí mismas o de tomar sus propias decisiones. MAP pretende ayudar a desterrar estas ideas erróneas fomentando la inclusión, el enfoque y el pensamiento posibilista de quienes con demasiada frecuencia se ven limitados por estigmas hirientes. Nuestros esfuerzos de promoción incluyen seminarios, artículos, sermones y presentaciones de diversos tipos para informar, motivar e inspirar el cambio de mentalidad. Se han desarrollado numerosos recursos:

Recursos

NOTA editorial: Si quieres más información y/o deseas contactar con la responsable del MAP en España, Isabel Rodríguez, escribe a ministerio.posibilidades@adventista.es

Autor: Larry R. Evans (DMin, Universidad Andrews, Míchigan, EE. UU. con trabajos graduados del Seminario Teológico de Fuller, California, EE. UU.) fue asistente del presidente para los Ministerios Adventistas de Posibilidades de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hasta su jubilación en 2022. 

Publicación original: Larry R. Evans, “Ministerios Adventistas de las posibilidades: ¡Restaurar el respeto por uno mismo abre una ventana de esperanza y posibilidades para los marginados!”, Diálogo 35:1 (2023): 14-18

Notas y referencias

  1. Nueva Versión Internacional (NVI). Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Bíblica, Inc.®, Inc.® Usado con permiso de Bíblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
  2. En este artículo se incluye como Sordos a aquellas personas con audición disminuida.
  3. National Geographic, “Sign Language”: https://education.nationalgeographic.org/resource/sign-language.
  4. https://www.parents.com/parenting/dynamics/coda-deaf-parents-raising-a-hearing-child/.
  5. Elena G. White, Testimonios para la Iglesia (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2004), 3:561. El término cojos no es un término aceptado en los tiempos modernos, pero cuando se utilizaba a finales del siglo XIX no tenía las mismas connotaciones despectivas que tiene hoy en día.
  6. Elena G. White, Mente, Carácter y Personalidad (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2007), 257.

Para lectura adicionalAyres, Bob, Deaf Diaspora: The Third Wave of Deaf Ministry (Bloomington, Ind.: iUniverse, 2004).

Evans, Larry R., “My Kind of Church,” Adventist Review online (February 3, 2020): https://adventistreview.org/magazine-article/my-kind-of-church/.

Hanes, Roy, Ivan Brown, and Nancy E. Hansen, eds., The Routledge History of Disability (New York: Routledge, Taylor & Francis Group, 2018).

Lane, Harlan, The Mask of Benevolence: Disabling the Deaf Community (San Diego: DawnSignPress, 1999).

Keller, Timothy J., Ministries of Mercy: The Call of the Jericho Road (Phillipsburg, N. J.: P&R Publishing, 1997).

Solomon, Andrew, Far From the Tree: Parents, Children, and the Search for Identity (New York: Scribner, 2013).

Revista Adventista de España