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Como padres y maestros siempre nos asalta la misma pregunta: ¿Qué debemos enseñar a nuestros hijos para guiarlos en su relación con Dios? ¿Qué deben aprender sobre Dios para construir una base firme de todas las experiencias espirituales de su vida?

Si Dios pudiera escribirnos una carta posiblemente sería algo parecido a esta.

Queridos padres:

Esta mañana, cuando dejasteis a vuestro hijo en la puerta del colegio os recorrió un escalofrío, lo sé. Porque si para vosotros es importante que reciba una buena educación más importante es que se rodee de buenas compañías. Sí, ya sé que es importante que vuestro hijo escoja buenas amistades. Queréis que se rodee de otros niños buenos, bien educados y que sean una buena influencia para él.

Pero no podéis evitar en pensar que qué pasará si, en el patio del recreo, su amigo le ofrece compartir una merienda no tan saludable como la que tú le preparas; ni qué pasará si le cuenta que sus padres (y él también) piensan que Dios no existe. No podéis evitar el imaginar a su amigo invitándole a jugar un videojuego que tú nunca le comprarías o enseñándole orgulloso su primer piercing. No podéis dejar de imaginar que un amigo lo introducirá en “mundos oscuros” que lo apartarán de mí.

La imaginación es muy poderosa y más si nos ponemos en lo peor.

Educad en principios y valores sólidos

Os propongo un cambio de argumento en esa historia que vuestra imaginación ha construido. En vez de contar la historia desde el miedo a que vuestro hijo me abandone, ¿por qué no la construís dando por sentado que vuestro hijo me elegirá? ¿Cómo cambiaría la historia?

Pues partiríamos en que vosotros vais a educar a vuestro hijo en principios y valores sólidos. Le vais a explicar que hay otras personas que piensan de forma distinta sobre mí y que pueden tener principios y valores tan buenos como los vuestros. Educadle en el respeto a las creencias de todos, y a luchar para que los demás le respeten a él. Explicadle que eso de ir a la iglesia, hacer la Escuela Sabática o el tener unas costumbres de alimentación y de salud distintas a otros se deben a una serie de razones y no sois “bichos raros” por eso.

Educadle en la generosidad, la solidaridad y la empatía. Le vais a demostrar que sus amigos, sean los que sean, son importantes para vosotros y por eso los invitaréis a casa y querréis conocer a sus padres. Entonces vuestra preocupación no será si vuestro hijo escoge buenas amistades sino si vuestro hijo es un buen amigo para los otros chicos; si vuestro hijo es un buen niño, si es educado y una buena influencia para los demás.

Educad a vuestro hijo para que sea un instrumento en mis manos, para hacer de su entorno un lugar mejor, con personas más felices y que de alguna manera él pueda marcar una diferencia positiva en la vida de sus amigos.

En vuestras manos he dejado mi tesoro más querido porque confío en vosotros. Y cuando crezca, ya hablaré yo con él.

Esther Villanueva. Maestra de educación infantil y primaria. Coordinadora de la sección infantil de Aula7activa y del proyecto Mi Biblia, mi tesoro.

Foto: Annie Spratt en Unsplash

 

Revista Adventista de España