Skip to main content

TESTIMONIO.

Cambiar de estilo de vida SÍ es posible, con Cristo. Jesús transforma, si te pones en Sus manos. Esa es mi experiencia, y hoy quiero compartirla contigo. 

Sigo pensando en todo lo que ha sucedido estos dos últimos años, y creo que nunca podré agradecer lo suficiente a Jesús. A Él y a todas las personas que estuvieron a mi lado, por todo lo recibido. Confío en que mi experiencia de superación, de la mano del Todopoderoso, pueda ayudar a alguien que necesite una mano amiga, un cálido y protector abrazo del Maestro de Nazaret.

Hace menos de un mes se cumplieron dos años desde que ingresé en el hospital con covid-19. No puedo negar que tenía cierto temor. Era víctima de la primera ola que azotó al mundo entero. En aquel momento había un gran desconocimiento acerca de esta enfermedad y sus consecuecnias. Si la fe y confianza en el Señor se pudiera pesar en kilos, estoy seguro de que hubiese ganado con creces al miedo y la perplejidad que tenía. No fui consciente de lo que se venía encima. Fueron momentos muy difíciles, sobre todo por lo que viví en urgencias, y la posterior hospitalización de mi querida esposa. Todo lo vivido desembocó en una profunda crisis emocional.

Tiempos difíciles

Fueron tiempos difíciles. La Biblia dice en Romanos 8: 28: «Sabemos que, si amamos a Dios, él hace que todo lo que nos suceda sea para nuestro bien. Él nos ha llamado de acuerdo con su propósito». Qué versículo tan esperanzador. Sobre todo, cuando lo he podido experimentar en primera persona, junto con mi esposa.

Estoy plenamente convencido de que estas duras vivencias se han convertido en una gran bendición, tanto física como emocionalmente y sobre todo espiritualmente. Él me ha ayudado a cambiar. Antes de la pandemia no llevaba un régimen de salud del todo sano y tenía sobrepeso (pesaba 103 kg). Por mi estatura excedía en 33 kilos mi peso ideal. No podía hacer ejercicio de forma intensa como en mi juventud porque las rodillas y los talones me dolían mucho, a causa de mi sobrepeso. Sin embargo, durante estos últimos dos años el Señor ha puesto a personas maravillosas en nuestra vida.

Nos sentimos profundamente agradecidos a nuestro Salvador por ello. Familia, amigos y compañeros nos han ayudado, apoyado y enseñado, con muchísimo cariño, a cambiar hacia un estilo de vida saludable y equilibrado. Han estado pendientes de nosotros en todo momento, como unos verdaderos amigos. Han tenido para con nosotros palabras de ánimo y aprecio. Y en situaciones cruciales se han convertido en compañeros de ejercicio. Nos han tratado con empatía, comprensión y sobre todo con muchísimo amor.

El Señor nos conoce íntimamente. Hace treinta años puso a mi lado a una mujer fuerte, que es mi compañera, amiga y la persona que ha estado todo este tiempo a mi lado, apoyándome y tirando durante varios meses, sola, de nuestro hogar. Ella y todas las personas a las que vengo refiriéndome son un regalo del Señor, porque han contribuido a mi sanación.

Consciente de mi situación al salir del hospital

Recuerdo que, a los pocos días de salir del hospital por Covid, intenté subir por las escaleras a nuestro piso, una sexta planta, y a menos de la mitad me detuve. No podía más, sentía que el pecho me iba a explotar. Esta situación nos llevó a una profunda reflexión sobre mi estado de salud. Me encontraba muy débil emocional y físicamente. Necesitaba cambiar mi manera de vivir.

Así que le pedí al Señor que me ayudara, que pusiera personas a mi lado para que me apoyaran en el camino hacia un nuevo estilo de vida. Quería cambiar. Deseaba estar sano y fuerte para servirle mejor. La oración fue respondida y mi esposa y yo encontramos las personas y la fortaleza del cielo para iniciar una trasformación de nuestra vida.

Filipenses 2: 13 dice: «Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad». Mi esposa y yo empezamos a orar juntos por ayuda. Eran tiempos de pandemia, pero estábamos decididos a cambiar. Continuamos aplicando cambios en nuestros hábitos alimentarios y practicando ejercicio físico. Comenzamos con una caminata lenta de 4 kilómetros, posteriormente 8 a paso ligero. Gradualmente, seguimos incrementando la distancia y nuestras caminatas nos convirtieron en apasionados del senderismo.

El salir a la montaña, la oración, el ejercicio, la alimentación y el aprecio de mi familia y amigos me ayudaron a ir remontando y a recuperar mi salud emocional, física y espiritual. Como dice la Biblia en 2 Corintios 3: 18: «Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, como por el Espíritu del Señor».

Una vida transformada

Hoy nuestra vida ha cambiado. En nuestro tiempo libre practicamos senderismo, ciclismo y corremos. Nuestra salud se ha recuperado bastante bien. He participado, en octubre del año pasado en una carrera de 30 kilómetros en bicicleta. En marzo, en una carrera atlética de 4 kilómetros. Y el domingo 10 de abril, en Madrid, mi mujer y yo hemos corrido en otra carrera, esta vez de 5 kilómetros. He llegado a la meta en tercer puesto de mi categoría y mi esposa en octavo lugar de la suya. Nos sentimos muy bien. Disfrutamos de lo que hacemos, y con salud podemos servir mejor a nuestros hermanos y a toda persona que necesite de nuestra ayuda.

Este año nos hemos propuesto realizar una carrera mensual, y hacerlo por dos razones: por solidaridad y para dar testimonio. Por solidaridad, colaborando en competiciones que tengan fines benéficos. Para dar testimonio de nuestra fe y principios adventistas, corriendo con unas camisetas que llevan la siguiente inscripción: “Adventistas, salud y deporte”. Es nuestra manera de compartir y promover nuestro estilo de vida, que incluye una fe saludable.

Siempre hemos sabido que el Señor lo que más desea es bendecirnos. Somos sus hijos y nos ama. Sé que la tormenta no ha pasado, pero hemos aprendido a usar el chubasquero y a andar bajo la lluvia de la mano de Jesús. Y mientras caminemos por este mundo, trataremos de ser un instrumento de Dios. Gracias, Señor, por darnos una nueva oportunidad, para que con tu ayuda podamos ser mejores personas, cristianos, amigos, padres, compañeros, cónyuges, hermanos y vecinos. Porque estamos «persuadido[s] de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Fil. 1: 6).

Autor: Fernando Bacuilima, pastor de las iglesias de Ventas, Móstoles y Pinto (Madrid)

 

2 comentarios

  • Rosy dice:

    Que lindo testimonio..es muy. Motivante a camviar el estilo de vida..Dios siga fortaleciendo sus vidas

  • Carlos dice:

    No sabíamos de esa situación Fernando y esposa, damos gracias a Dios desde Zaragoza de nuestra parte y en nombre de todo el equipo del musical MOISÉS, EL PRÍNCIPE DE EGIPTO del que fuiste partícipe, por esa gran recuperación. Abrazos y que Dios los bendiga.

Revista Adventista de España