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Necesitamos estudiar la Biblia de cara al último gran conflicto
Leamos las palabras del profeta Isaías: “¡A la ley y al testimonio! Si no dicen conforme a esto es porque no les ha amanecido” (Is.8:20). Poco caso se le hace a las Escrituras que desenmascaran las estrategias y engaños que pronto se desarrollarán ante nosotros. Sin la ayuda de la Escritura será imposible distinguir la falsificación de la realidad. Para los que se apoyen en la Escritura, aunque sean minoría, la fe será necesaria ya que, para poder soportar la prueba, los creyentes deben comprender la voluntad de Dios tal y como está revelada en su Palabra. Elena White afirma que “solo los que hayan fortalecido su espíritu con las verdades de la Biblia podrán resistir en el último gran conflicto”.
Las profecías y las advertencias bíblicas están escritas para que se les preste atención. Los tiempos que vivimos deberían inducirnos a estudiar diligentemente las profecías porque ha llegado el tiempo en el que Pablo advirtió que las personas “no sufrirán la sana doctrina” (2ª Tim.4:3). A pesar de estas personas, hemos sido llamados a sostener “la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas”.
El creyente no ha de fiarse de las mayorías y no puede depender exclusivamente de lo que dicen otros para fijar su fe. Existe un peligro en simplemente aceptar lo que la iglesia enseña sin poder justificar tal creencia en un claro: “Así dice Jehová” y así lo expresa la escritora: “Hay actualmente millares de personas que profesan ser religiosas y que no pueden dar acerca de los puntos de su fe, otra razón que el hecho de que así les enseñaron sus directores espirituales”.
No basta con “ser bueno”
Se nos recuerda que “la verdad y la gloria de Dios son inseparables, y nos es imposible honrar a Dios con opiniones erróneas cuando tenemos la Biblia a nuestro alcance. Muchos sostienen que no importa lo que uno cree, siempre que su conducta sea buena. Pero la vida es modelada por la fe… La ignorancia no disculpa el error ni el pecado, cuando se tiene toda oportunidad de conocer la voluntad de Dios… No basta tener buenas intenciones; no basta tampoco hacer lo que se cree justo o lo que los ministros dicen serlo.
La salvación de nuestra alma está en juego y debemos escudriñar por nuestra cuenta las Santas Escrituras. Por arraigadas que sean las convicciones de un hombre, por muy seguro que esté de que el pastor sabe lo que es verdad, nada de esto debe servirle de fundamento… [luego añade]: El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras… Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y comparando texto con texto”
Hay quienes, pretendiendo ser maestros, declaran que “las Escrituras tienen un sentido místico, secreto y espiritual”; a personas así Jesús dijo: “No conocéis las Escrituras, ni el poder de Dios” (Mrc.12:24). Jesús alabó a su Padre porque había revelado las verdades de tal forma que los niños las pudieran entender. Él mismo prometió: “Si alguno quisiere hacer su voluntad [del Padre], conocerá de mi enseñanza, si es de Dios” (Jn.7:17).
Estudiemos la Biblia con oración
Con docilidad y humildad deberíamos comprometernos a estudiar la Biblia. Debemos hacerlo afrontando los desafíos que encontraremos en el estudio con espíritu de oración y dependencia del Espíritu. Grandes porciones de la Biblia que los eruditos declaran como misterio son un precioso consuelo para los que estudian en la escuela de Cristo y es por ello que “nunca se debería estudiar la Biblia sin oración”.
Jesús prometió a sus discípulos la venida del Espíritu Santo y dijo: “El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo cuanto os he dicho” (Jn.14:26). La Biblia es su propio interprete y el Espíritu, como inspirador de aquellos que la escribieron, nos llevará a toda la verdad y nos recordará, cuando sea necesario, las enseñanzas de Cristo.
Se acerca ese futuro anunciado en la Palabra y se nos advierte que “hasta los fundamentos de la verdad serán socavados”. Se formularán objeciones científicas y razonamientos filosóficos para despertar la desconfianza y escepticismo contra las Sagradas Escrituras. Lamentablemente, dice Elena White, “hasta los jóvenes de poca experiencia se atreven a insinuar dudas respecto a los principios fundamentales del cristianismo” lo cual influye a muchos jóvenes cristianos que se dejan arrastrar por la incredulidad.
Señor, ¿Qué quieres que haga?
Permitid que termine leyendo las palabras finales de este capítulo: “Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. Tanto nuestra dicha futura como la salvación de otras almas dependen de nuestra conducta actual. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad.
Todo discípulo de Cristo debe preguntar seriamente: “¿Señor, ¿qué quieres que haga?” Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio. Debemos tratar de adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las cosas de Dios, sin perder un solo instante. En torno nuestro se están cumpliendo acontecimientos de vital importancia; nos encontramos en el terreno encantado de Satanás. No durmáis, centinelas de Dios, que el enemigo está emboscado, listo para lanzarse sobre vosotros y haceros su presa en cualquier momento en que caigáis en descuido y somnolencia.
Gracias a las pruebas se diferenciarán los falsos cristianos
Cuando llegue el tiempo de la prueba, los que hayan seguido la Palabra de Dios como regla de conducta, serán dados a conocer. [Quizás hoy no se vean las diferencias entre los que son fieles y los que simplemente asisten a las iglesias], pero pronto llegará el tiempo en que la diferencia saltará a la vista. Dejad que la oposición se levante, que el fanatismo y la intolerancia vuelvan a empuñar el cetro, que el espíritu de persecución se encienda, y entonces los tibios e hipócritas vacilarán y abandonarán la fe; pero el verdadero cristiano permanecerá firme como una roca, con más fe y esperanza que en días de prosperidad”.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.