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Ángeles buenos y malos
La relación entre el mundo visible y el invisible y el ministerio e influencia de los ángeles sean buenos o malos, son asuntos claramente revelados en las Sagradas Escrituras. Hoy en día poco se cree en la existencia de espíritus malos a la vez que se piensa que los espíritus de los fallecidos se pueden comunicar con los que siguen vivos. No son los espíritus de los muertos quienes se comunican con el hombre, sino los ángeles caídos haciéndose pasar por ellos. Los muertos, simplemente, dejaron de existir hasta que Cristo vuelva.
La Biblia habla de millones de ángeles que sirven ante el trono de Dios. Ezequiel observa su gloria y velocidad y afirma que se movían “a semejanza de relámpagos” (Ez.1:14). Son numerosas las ocasiones en las que los seres celestiales acabaron con ejércitos o ejecutaron los juicios divinos. Podemos ver también que cada discípulo de Cristo tiene su ángel guardián respectivo que tiene como misión proteger al justo del poder del enemigo. Esta protección es necesaria en todo momento puesto que el pueblo de Dios debe “hacer frente a las temibles potestades del mal, potestades múltiples, audaces e incansables, cuya malignidad y poder nadie puede ignorar o despreciar impunemente”.
Los demonios someten a los hombres que se alejan de Dios
Por otra parte, los espíritus malos, son presentados como seres que, en su origen, fueron creados con la misma naturaleza, poder y gloria que los ángeles celestiales. Habiendo sido expulsados del cielo al unirse en la rebelión de Satanás, ahora son cómplices de éste contra el gobierno de Dios. En la Biblia, particularmente en los tiempos de Jesús, podemos ver claras manifestaciones del poder de estos espíritus malos. Mientras Jesús extendía sus brazos de amor, los ángeles caídos actuaban poderosamente “tanto sobre los cuerpos como sobre las almas de los hombres”. Jesús supo reconocer la actuación de los demonios que habían tomado posesión de personas cuyas aflicciones no eran de origen natural. Entre los muchos ejemplos bíblicos que se podrían citar, destaca el relato de la curación de los endemoniados de Gádara, donde el poder del mal y la misericordia divina se enfrentaron de forma clara y directa.
Las Escrituras encierran otros ejemplos semejantes de personas sometidas a grandes padecimientos por las acciones de los demonios. Sin embargo, también se presentan otros casos donde algunas personas se sometían voluntariamente a la influencia satánica. A esta categoría pertenecen los que poseían el espíritu de adivinación, como los magos Simón y Elimas y la joven adivina que siguió a Pablo y a Silas en Filipos.
Ignorar el poder de Satanás es un error
“Nadie está en mayor peligro de caer bajo la influencia de los espíritus malos que los que, a pesar del testimonio directo y positivo de las Sagradas Escrituras, niegan la existencia e intervención del diablo y de sus ángeles. Mientras ignoremos sus astucias, ellos nos llevan notable ventaja… Esta es la razón por la cual a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cuando Satanás obrará con la mayor energía para engañar y destruir, él mismo propaga por todas partes la creencia de que no existe. Su política consiste en esconderse y obrar solapadamente”.
“No hay nada que el gran seductor tema tanto como el que nos demos cuenta de sus artimañas. Para mejor disfrazar su carácter y encubrir sus verdaderos propósitos, se ha hecho representar de modo que no despierte emociones más poderosas que las del ridículo y del desprecio. Le agrada oírse nombrar como objeto de diversión y de burla por personas que se creen inteligentes e instruidas”. Prueba evidente de que su estrategia ha tenido éxito “es la aceptación general de que gozan entre el público religioso ciertas teorías que niegan los testimonios más positivos de las Sagradas Escrituras”.
Como podemos ver, ante la astucia de Satanás, la Biblia presenta un claro testimonio acerca de su poder e influencia. En ella podemos leer también que, a pesar del poder y la maldad del enemigo, tenemos un claro y poderoso apoyo en nuestro Redentor. “Los que siguen a Cristo están siempre seguros bajo su protección. Ángeles de gran poder son enviados del cielo para ampararlos. El maligno no puede forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo”.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.