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La obligación del cuarto mandamiento se extiende más allá de la crucifixión, de la resurrección y ascensión de Cristo. Se extiende a lo largo de toda la dispensación cristiana. El sábado es el único mandamiento que en la Ley identifica el nombre y el título del Legislador ya que “declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás”. Cuando el día de reposo fue cambiado por el poder papal, se desafió la autoridad del Creador.
El profeta Isaías afirma que la norma por la cual debemos probar toda opinión, enseñanza y teoría cuando afirma: “¡A la ley y al testimonio!”. Uno puede tener apariencia de fe, pero si no se habla conforme a la Escritura, no alcanza la norma.
El mismo Isaías anuncia el tiempo en el que la institución edénica del sábado debía ser restaurada. En un precioso pasaje declara: “Los cimientos de generación y generación levantarás: y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no haciendo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras; entonces te deleitarás en Jehová” (Is.58:12-14). Lo que había sido pisoteado durante siglos, especialmente el sábado bíblico, debía ser restaurado, reparado.
La obediencia a la Ley, especialmente al sábado, exigía sacrificio
Las verdades de las que estamos hablando relacionadas con el santuario y la inmutabilidad de la ley de Dios no son un asunto menor. Forman parte del Evangelio Eterno que se ha de predicar justo antes de que Jesús venga para segar la mies de la tierra. Los adventistas tenían celo por anunciar estas verdades a todos los cristianos, pero la “obediencia al cuarto mandamiento exigía un sacrificio ante el cual la mayoría retrocedía”.
Muchos insistían en que la observancia del domingo había sido una doctrina establecida y una costumbre muy general de la iglesia durante muchos siglos, pero la Biblia es clara al establecer que la observancia del sábado es más antigua que cualquier tradición humana ya que se remonta a los días de la creación y fue instituida ni más ni menos que por el Anciano de días.
Mediante argumentos y sofismas, torciendo la Palabra de Dios e interpretándola del modo que mejor tranquilizara sus conciencias o apelando a las tradiciones de los padres y a la autoridad de la iglesia, muchos se escondieron de la verdad. Los que no escudriñaban la Escritura se conformaban con aceptar la postura de su iglesia o se escondían tras las mayorías que sostenían argumentos a favor del domingo como día de reposo. Para refutar semejantes argumentos bastaba con citar las claras enseñanzas de la Biblia.
No podemos poner fecha a la Segunda Venida de Cristo
Por otra parte, de los que se habían preparado para la Segunda Venida de Jesús formando parte del movimiento millerita, muchos “incurrieron en el error de fijar por repetidas veces una fecha precisa para la venida de Cristo. La luz que brillaba entonces respecto del asunto del santuario les habría enseñado que ningún período profético se extiende hasta el segundo advenimiento; que el tiempo exacto de este acontecimiento no está predicho. Pero, habiéndose apartado de la luz, se empeñaron en fijar fecha tras fecha para la venida del Señor, y cada vez fueron chasqueados”
El consejo de Pablo a la iglesia de Tesalónica sigue siendo importante: “No dejéis que nadie os engañe en manera alguna” (2ª Tes.2:3). Entregarse a una esperanza no apoyada por la Biblia conlleva ser inducido a seguir una conducta errónea. Seguir poniendo fecha es exponerse a la mofa de los incrédulos, correr el riesgo de ceder al desaliento y perder de vista las verdades esenciales para la salvación.
Elena White afirma: “La amonestación del apóstol a los tesalonicenses encierra una importante lección para los que viven en los últimos días. Muchos de los que esperaban la venida de Cristo pensaban que no podían ser celosos y diligentes en la obra de preparación, a menos que cimentaran su fe en una fecha definida para esa venida del Señor. Pero como sus esperanzas no fueron estimuladas una y otra vez sino para ser defraudadas, su fe recibió tales golpes que llegó a ser casi imposible que las grandes verdades de la profecía hiciesen impresión en ellos”.
Poner fechas responde a los propósitos del enemigo
Este tema debía ser importante para la escritora porque vuelve a advertir: “Cuanto más a menudo se fije fecha para el segundo advenimiento, y cuanto mayor sea la difusión recibida por una enseñanza tal, tanto mejor responde a los propósitos de Satanás. Una vez transcurrida la fecha, él cubre de ridículo y desprecio a quienes la anunciaron y echa oprobio contra el gran movimiento adventista… Los que persisten en este error llegarán al fin a fijar una fecha demasiado remota para la venida de Cristo. Ello los arrullará en una falsa seguridad, y muchos solo se desengañarán cuando sea tarde”.
Hace ya muchos años que se anuncia la venida de Jesús y, sin embargo, todavía seguimos aquí. Sabemos que no es voluntad de Dios que la venida de Cristo se dilate tanto, y que su pueblo tenga que estar en este mundo de pecado e infortunio, pero también sabemos por la Escritura que Dios es paciente ya que no quiere que nadie perezca. Mientras tanto, a la espera del cumplimiento de la preciosa promesa, es nuestro privilegio y deber el seguir compartiendo la luz que recibimos de la Palabra de Dios.
En la medida de sus oportunidades, pesa sobre todo aquel que recibió la verdad compartirla con los demás. El profeta Ezequiel recibió de parte de Dios la siguiente orden: “Les hablarás mis palabras, ora que oigan, ora que dejen de oír” (Ez.3:7). El creyente es llamado a compartir la verdad sin esperar a que ésta sea popular. Elena White termina el capítulo con estas palabras: “Debemos escoger lo justo porque es justo, y dejar a Dios las consecuencias”. No puedo desear algo más elevado para ti: elige lo correcto, aunque no sea popular. Dios te bendiga.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.