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Francia, cruel enemiga contra Cristo
Durante siglos Francia estuvo rechazando la luz de la verdad que Dios insistió en hacerles llegar mediante los reformadores. Este rechazo sistemático y radical de la verdad tuvo como consecuencia un fruto que “todo el mundo pudo palpar”.
En un país en el que el papado había tenido éxito en ocultar la Biblia, era normal que tarde o temprano se desarrollaran las escenas que caracterizaron a la Revolución. Elena White hace referencia a la profecía apocalíptica en la que se advertía precisamente de lo que ocurrió en Francia. Apocalipsis afirma que la “bestia del abismo” haría la guerra a los dos testigos a quienes se identifica como el Antiguo y el Nuevo Testamento.
En ningún otro país como la Francia revolucionaria “se desarrolló más impresionantemente el espíritu de enemistad contra Cristo”. Hugonotes y albigenses fueron masacrados de forma continua durante siglos. Se menciona la “Matanza de San Bartolomé” y Elena White comenta: “El mundo aún se estremece horrorizado al recordar las escenas de esa carnicería, la más vil y alevosa que se registra”. Miles de protestantes fueron arrastrados fuera de sus hogares y asesinados a sangre fría. Esta masacre duró siete días y desde Roma se percibía con “regocijo” lo acontecido en Francia declarando “ese día tan pleno de felicidad y gozo, cuando el santísimo padre recibió la noticia y se encaminó en solemne comitiva para dar gracias a Dios y a San Luis”.
El poder ateo gobierna Francia
Poco sabía el pontífice lo que estaba por llegar a los religiosos católicos en Francia. “La bestia del abismo” o poder ateo gobernó Francia durante la Revolución y el Reinado del terror. El culto a Dios fue abolido por la Asamblea nacional; se quemaban las Biblias públicamente y se hacían burlas de todo lo que tuviera que ver con la fe cristiana. Se prohibió todo culto religioso y se exaltó a la “diosa Razón” como la única digna de ser adorada.
“El papismo había principado la obra que el ateísmo se encargaba de concluir”. El espíritu de libertad acompaña a la Biblia, pero desde Roma se había insistido en envenenar la mente de los reyes contra la Reforma. Se valoraba la ignorancia, el vicio y la superstición por encima de los valores cristianos. La codicia y el libertinaje de los nobles, el abuso hacia las clases trabajadoras y el odio de las clases bajas hacia las clases altas convertían a Francia en una bomba a punto de estallar.
El pueblo francés dirigió su odio hacia el romanismo y el sacerdocio considerándolos “cómplices de su opresión”. Habían distorsionado a Dios y ahora el pueblo francés, no solo rechazaba la idea de Dios que se la había presentado durante siglos, sino que rechazaba frontalmente a “la iglesia de Dios”. Los oprimidos se convirtieron en opresores y donde en el pasado se habían levantado hogueras para acabar con las vidas de los reformadores, ahora se levantaban guillotinas para acabar con la vida del rey, del clero y de los nobles. En apenas diez días murieron miles de personas.
Satanás es astuto, pero Dios es más poderoso
Elena White afirma: “Cuando un disfraz del error ha sido descubierto, Satanás le da otro, y la gente lo saluda con el mismo entusiasmo con que acogió el anterior. Cuando el pueblo descubrió que el romanismo era un engaño, y él, Satanás, ya no podía conseguir por ese medio que se violase la ley de Dios, optó entonces por hacerle creer que todas las religiones eran engañosas y la Biblia una fábula; y arrojando lejos de sí los estatutos divinos se entregó a una iniquidad desenfrenada”. Así es el enemigo. Astuto y estratega. Pero Dios es más poderoso que Él.
Se quiso acabar con la Palabra de Dios, pero la Biblia “permanece para siempre”. Así lo podemos leer en las últimas palabras del capítulo cuando Elena White escribe sobre el incrédulo Voltaire que “dijo con arrogancia en cierta ocasión: “Estoy cansado de oír de continuo que doce hombres establecieron la religión cristiana. Yo he de probar que un solo hombre basta para destruirla”. Han transcurrido varias generaciones desde que Voltaire murió y millones de hombres han secundado su obra de propaganda contra la Biblia. Pero lejos de agotarse la circulación del precioso libro, allí donde había cien ejemplares en tiempo de Voltaire hay diez mil hoy día, por no decir cien mil”.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.