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Este corto capítulo está dedicado a reconocer el desarrollo de la fe bíblica en los Países Bajos y Escandinavos. En Holanda siempre hubo creyentes fieles que protestaban contra la tiranía papal. Destaca Menno Simonis que, aunque era católico y de ninguna manera quería renunciar a su fe, no tuvo más remedio que hacerlo cuando se encontró con las verdades bíblicas y las contrastó con las enseñanzas tradicionales que él había abrazado. Habiendo renunciado a la Iglesia Romana, Menno viajó por los Países Bajos y el Norte de Alemania con su esposa e hijos para enseñar las verdades que había recibido. Su ministerio duró 25 años y fruto del mismo “las enseñanzas reformadas” tuvieron una gran aceptación en los Países Bajos.
La persecución consecuente por parte del imperio y de los papistas también fue proporcional. Mientras que en Alemania los príncipes habían impedido que la persecución fuera peor, en los Países Bajos el poder de Carlos V era mayor “y los edictos de persecución se seguían unos a otros en rápida sucesión”. Millares perecieron durante los reinados de Carlos V y de Felipe II aunque, según podemos leer: “la ira de los perseguidores era igualada por la fe de los mártires”.
En los países del Norte de Europa, en Escandinavia, el progreso del evangelio halló pacífica entrada. “Ciertos estudiantes de Wittenberg, al volver a sus hogares, introdujeron la fe reformada en la península escandinava. El pueblo rudo y sencillo del norte se alejó de la corrupción, la pompa y las supersticiones de Roma para dar la bienvenida a la pureza, la sencillez y las verdades purificadoras de la Biblia”.
Tausen predicó desde el púlpito y desde la celda
Se cita a Tausen, formado en las universidades alemanas y visto por las autoridades católicas como un firme campeón de su fe. Tausen fue “contagiado de luteranismo” y predicó desde el púlpito, así como desde la celda en la que fue colocado antes de que un edicto real ofreciera “protección a los propagadores de la nueva doctrina”. Con este edicto, pudo predicar de nuevo en las iglesias donde la gente acudía en masa a oírlo. Se tradujo la Biblia al danés y pronto Dinamarca declaró que aceptaba la fe reformada. El mismo testimonio se nos presenta de Suecia donde Olaf y Lorenzo Petri, favorecidos por el rey, pudieron defender con habilidad la fe reformada frente a los campeones católico-romanos.
El perfil de los reformadores
Termino este capítulo presentando el perfil de los hombres que formaban las filas de los reformadores. Podemos leer: “No eran controversistas ruidosos, sectarios o indoctos; lejos de ello. Eran hombres que habían estudiado la Palabra de Dios y eran diestros en el manejo de las armas que les había provisto la armería de la Biblia.
En cuanto a erudición eran los más adelantados de su época. Cuando nos fijamos en los brillantes centros de Wittenberg y Zurich, y en los nombres ilustres de Lutero y Melanchton, de Zuinglio y Ecolampadio, se nos suele decir que éstos eran los líderes del movimiento, y que naturalmente deberíamos esperar de ellos un poder prodigioso y gran acopio de saber, pero que los subalternos no eran como ellos. Pues bien, si echamos una mirada sobre el oscuro teatro de Suecia y – yendo de los maestros a los discípulos – nos fijamos en los humildes nombres de Olaf y Lorenzo Petri, ¿qué encontramos? … Maestros y teólogos; hombres que entendían a fondo todo el sistema de la verdad del evangelio y que ganaron fáciles victorias sobre los sofistas de los colegios y los dignatarios de Roma”.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.