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Nos volvemos a encontrar con Lutero. Mientras él seguía oculto en el castillo de Wartburg, las manifestaciones ante su extraña desaparición fueron de lo más diversas. Hubo quienes entendieron que el hombre de Dios había sido acallado por los celos del clero y juraron vengar tal acción. La iglesia, que se había mostrado exultante en primera instancia, comenzó a temer la reacción de la gente. Hubo quienes, aprovechando la confusión, se hicieron pasar por reformadores alejando al pueblo del firme fundamento de la Palabra de Dios poniendo en su lugar “la norma variable e incierta de sus propios sentimientos e impresiones”. Estos iluminados fueron apoyados por quienes naturalmente se inclinaban al fanatismo.
Lutero se levanta contra los falsos reformadores
Desde su escondite, Lutero supo ver que el peligro que tenía que afrontar la fe reformada era mayor que el que había tenido que sufrir ante las amenazas del papa. Supo que “de entre los profesos amigos de la Reforma habían surgido sus peores enemigos” y decidió hacerles frente. Dejó la tranquilidad de su refugio y volvió a Wittenberg donde comenzó de nuevo a predicar con poder la Palabra de Dios. Su predicación “destrozó la temporada de excitación fanática. El poder del Evangelio hizo volver a la verdad a la gente que se había descarriado”.
Estos movimientos fanáticos con los que tuvo que enfrentarse Lutero pretendían ir más allá de la reforma ignorando las claras enseñanzas de la Biblia para colocar como fundamento de la experiencia religiosa la vivencia “en el Espíritu”. Cualquier movimiento que no levanta La Palabra, sino que exhorta a los fieles a seguir una tradición o las enseñanzas de una persona, por muy espiritual que sea, no está dirigido por Dios. Lamentablemente, esta excitación contrarrestó en gran manera la influencia positiva que la Reforma estaba teniendo y fue el medio provisto por el enemigo “para desprestigiar la pureza y la verdad”.
Racionalismo, romanismo, fanatismo y cristianismo
Elena White describe brillantemente los movimientos que se dieron cita en la Alemania de Lutero: “El racionalismo idealiza la razón y hace de ésta el criterio para la religión. El romanismo, al atribuir a su soberano pontífice una inspiración que proviene en línea directa de los apóstoles, e inalterable a través de los tiempos, da amplia oportunidad para toda clase de extravagancias y corrupciones que se ocultan bajo la santidad del mandato apostólico. La pretendida inspiración (fanática) de Münzer y sus colegas no procedía de una fuente superior sino de los desvaríos de su imaginación, y su influencia subvertía toda autoridad humana o divina. El cristianismo recibe la Palabra de Dios como la gran mina de la verdad inspirada y la prueba de toda inspiración”.
Racionalismo. Catolicismo. Fanatismo y Cristianismo se dieron cita en el s.XVI… ¿se volverán a ver las caras en el escenario mundial antes del Retorno de Jesús?
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.