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«Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5: 16).

En este pasaje Jesús deja claras dos cosas: 1. Que las buenas obras son importantes. 2. Que las buenas obras no son acciones meritorias o gestos de piedad presentados a Dios para obtener la salvación, sino actos prácticos de servicio al prójimo que dan testimonio del poder y el amor de Dios.

En Filipenses 2: 14-16 Pablo utiliza un lenguaje similar: «Haced todo sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo, asidos de la palabra de vida». Jesús habla de “luz” que “alumbra”; Pablo de “lumbreras” que “resplandecen”.

No creyentes resplandecen mas que muchos “cristianos”

Me pregunto, y pregunto a los cristianos en general: ¿Resplandecemos en medio de esta sociedad? ¿“El mundo” puede aprender algo de nosotros? ¿No seremos nosotros, al menos en alguna medida, los que debemos aprender ciertas cosas de “el mundo”…? ¿No conocemos a personas no creyentes que resplandecen como lumbreras, que nos dan luz? ¿Será que nos hemos creído irreprochables y sencillos y no lo somos?

Necesitamos ser discípulos genuínos de Cristo

Cuando Jesús instaba a sus seguidores a que alumbrara su luz delante de los hombres, los hombres a los que se refería no eran principalmente los paganos, sino el pueblo de Dios de su época, Israel. Así, el auténtico seguidor de Jesús debe brillar hoy no solo entre los no creyentes, sino en medio de los profesos cristianos. La línea de separación entre los que brillan y los que son impactados por ese brillo no es la línea que divide a los cristianos de los no cristianos, sino la que divide a los discípulos genuinos de todos los demás. ¿En qué lado estoy?

Jonás Berea. Blog de Jonás Berea

Foto: Josh Boot en Unsplash

 

Revista Adventista de España