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-No deberías correr entre la gente -le dijo Daniel a Jorge-. Alguien se puede hacer daño.

-Nadie se va a lastimar -replicó Jorge-. La gente siempre tiene cuidado cuando hay niños.

-Si los ven -insistió Daniel-. Pe…

-Pero nada -interrumpió Jorge-. Ven. Vamos a jugar a pillar.

Jorge comenzó a escabullirse entre la gente que caminaba por la acera, pero Daniel no lo siguió. Aunque Jorge se riera de él, él iba a hacer lo que sabía que estaba bien, y eso de ser empujar a la gente no era correcto. Caminó cuidadosamente procurando no molestar a nadie. De repente notó que a unos metros estaba pasando algo importante. Jorge se había caído en la acera, y se había hecho daño. A su lado había un bastón tirado en el suelo.

-Me hizo una zancadilla -exclamó Jorge enfadado-. ¡Con su bastón!

-Lo siento -dijo el hombre-. Viniste tan rápido que no te oí a tiempo.

Jorge se estaba poniendo de pie y empujó a un lado a Daniel, que trataba de ayudarle a incorporarse.

-¿Por qué no mira por dónde camina? -le gritó al hombre.

-Lo haría si pudiera -le respondió éste en voz baja-.

Daniel tiró de la manga a Jorge y le hizo señas mostrándole el bastón del hombre. Era blanco. El hombre era ciego. A Jorge se le enrojeció la cara de vergüenza.

-En realidad yo tuve la culpa -dijo-. No debía haber ido corriendo. Lo siento. Menos mal que no le he hecho caer a usted.

-No, no me hiciste daño -dijo el hombre-, pero me asustaste. Tal vez ahora puedes ayudarme a seguir en la debida dirección otra vez.

-Si Ud. coloca su mano sobre mi hombro, lo voy a acompañar hasta la esquina -le prometió Jorge.

Cuando Daniel y Jorge volvían a la casa, éste último dijo:

-Tenías razón, Daniel. Pero yo tuve que aprender a golpes.

Enseñanzas

La próxima vez que quieras hacer algo, piensa primero en las consecuencias que podría tener. Una pregunta excelente para hacer lo correcto es ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Para encontrar la respuesta debes estudiar Su vida y Su carácter, con oración, más a menudo.

Correr entre la gente está feo y es peligroso, para ti y para otros. No lo hagas.

Escucha a los que te aconsejan bien y no decidas guiado por tus impulsos. Recuerda que todo lo que haces tiene consecuencias.

No hagas nada que pueda molestar a otros. Ponte en el lugar de los demás.

Jamás pierdas la educación. No debes gritarle a nadie, y menos a una persona mayor. Sin educación el ser humano no vale nada, por muchos conocimientos y titulaciones que tenga.

 

Texto de Nina Walter. Enviado por Eunice Laveda. Adaptado por Esther Azón. 

Foto: Istiaque Emon en Unsplash

Revista Adventista de España