El negocio de las telenovelas mueve millones de dólares en todo el mundo. Cambian los países y los idiomas, pero los argumentos, en general, son los mismos. Se viven amores desgarradores, traiciones, envidias, enojos que permanecen por generaciones, y el sentimiento es desbordante en todos los aspectos. A eso suele llamárselo “amor”, pero no es más que falta de inteligencia emocional y desvaríos emocionales. Es el sentimentalismo llevado a su máxima expresión.
¿Qué tienen que ver con el amor la mentira y la traición? ¿Dónde está el amor en relaciones de pareja donde el enojo y el maltrato verbal son parte de la relación? ¿Qué relación tiene con el amor el que los protagonistas de una telenovela cambien de pareja como si fuera un saco? ¿Qué tiene que ver con el amor el sufrimiento y la angustia? En muchos sentidos, se lleva a la pantalla de la televisión los mitos y conflictos que las personas viven en su vida particular.
Alguna vez le hice ver esto a un director de cine y me contestó sonriente y de manera sarcástica:
—Es que el bien no vende. ¿Quién quiere ver a una pareja funcional? Sería sumamente aburrido.
De hecho, en la mayoría de las telenovelas se termina con los conflictos. Al final, los protagonistas inician una vida de paz y armonía, y en el momento donde realmente debería contarse la historia, ésta termina.
En la ficción es posible presentar cualquier cosa, y los creativos tienen derecho a inventar para vender. El problema es que muchas personas tienden a creer que el amor es tal como les ha sido presentado en la televisión y de esa manera manejan sus vidas y realidades personales.
El amor no es como las telenovelas, aunque algunos les resulte difícil entenderlo. El amor tiene que ver con trascendencia, empatía, abnegación, entrega, compromiso, elección, voluntad, inteligencia, tolerancia, bondad, ternura y, evidentemente, estas acciones y principios están ajenos a lo que muchos comprender por amor.
El amor no hace nada indebido, nos dice Pablo, en 1 Corintios 13, en el capítulo del amor. Si se lo analiza con detalle ninguna telenovela pasaría la prueba de ser comparada con este himno al amor escrito por Pablo en el siglo primero de nuestra era. La mayoría presenta conceptos contrarios al verdadero sentido del amor.
Amar es una decisión que implica abnegación, en otras palabras, quien ama está dispuesto a hacer todo su empeño para que el ser amado sea pleno y feliz. Amar, por definición, implica ocuparse creativamente en la felicidad del amado o amada. Colabora con la existencia de dicha persona para que alcance el máximo de potencial, en todos los aspectos, y eso, sin duda, es recíproco, porque de otra manera es un amor enfermizo, y a la postre, se lo podría calificar de obsesión. El amor no tiene que ver con las telenovelas, sino con el bien, la bondad, la empatía y la abnegación.
El referente bíblico para hablar del amor nos muestra algo muy diferente a lo que se observa en las telenovelas, en el cine contemporáneo y en las novelas románticas que tanto se venden en las librerías.
La Biblia califica al amor como un principio nacido en la voluntad. Se elige amar. No es una mirada fugaz que hace crecer en ti algo que antes no estaba, como presentan algunas de esas novelas románticas del mercado. El amor exige compromiso y entrega. El amor nos hace siempre mejores, porque queremos entregar lo mejor de nosotros mismos, por eso que es incomprensible que se califique de “amor” algunas de las actitudes que tienen los protagonistas de las famosas telenovelas.