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Me encanta Paulo Coelho. Creo que es bueno escribiendo. Me transmite y me aporta. Hace algo más de un año, su “Manuscrito encontrado en Accra” (que recomiendo), me resultó muy inspirador. Así que cuando poco después de salir el manuscrito averigüé que preparaba otro libro, ya quería leerlo. Cuando descubrí el título, no podía esperar y pensé en cómo se podría “hackear” su ordenador para leerlo ya. Me conformé con pre-reservarlo en iTunes y descargármelo unos minutos después de que estuviera disponible, hace unos días. Como casi siempre lo leí (devoré) en menos de dos horas.

Para entonces, cuando lo descargué, ya sabía suficiente del libro como para intuirlo. Y seguía interesándome su contenido. Si en su anterior libro, el manuscrito, recogió a través de las redes sociales las inquietudes de la gente y trató de darles respuesta a través de los discursos de la historia que relata, en este ha utilizado lo que gente que ha sido infiel a su pareja ha compartido con él para crear una historia de adulterio contada por la “ejecutora” del mismo. Una mujer que lo tiene todo, incluido un buen marido que la ama, y que, aun siendo consciente de todo ello, tiene una aventura con otro hombre.

Siempre me ha asombrado, entristecido, intrigado, conmovido y, a veces, movido (en este orden, por cierto), para finalmente quedarme en la compasión y la intriga, el tipo de situación en la que alguien que ama, elige, comparte su vida y proyecto vital con otra persona, y le promete fidelidad, elige romper ese compromiso y lanzarse al ruedo con más o menos estilo, más o menos acierto, más o menos duración…

Siempre, últimamente más, me he preguntado qué se piensa, qué se siente, qué pasa por la mente de una persona, generalmente, en mi entorno, CRISTIANA, durante el tiempo que está inmerso en esta situación.

Me es bastante fácil imaginar lo que piensa antes y muy fácil imaginar lo que ocurre después, pero durante, era un misterio. Así que esperaba como una revelación un libro “escrito por quien lo ha hecho”. Esperaba ansiosamente la revelación de qué pasa por la mente de alguien que se levanta junto a alguien a quien se supone que ama, igual hasta cree que le ama o dice amarle, pero un poco después de desearle un buen día con un beso después de desayunar, deja en la escuela a los hijos comunes, fruto de ese amor mutuo, y se mete en la cama con otra persona.

Tengo que reconocer, que ahora que lo sé, todavía no lo comprendo. Y, como me temo que para comprenderlo hay que experimentarlo, he desistido de entenderlo. Sé mucho de lo que pasa por la mente de la persona y, como me esperaba, me provoca, principalmente, sentimientos de compasión hacia quien comete ese tipo de acto. Hay otros sentimientos, pero el que predomina y queda es ese.

Pero todo esto no sería más que charla comentario de un libro, según para quién, más o menos interesante. Voy a lo que realmente me parece interesante.

El libro, su autor, la protagonista, profundizan bastante bien en el proceso mental, el hastío que ella misma considera injusto por lo bien que está ella en la vida como para sentirse así, la trampa mental que supone su situación y cómo, de manera voluntaria, ella misma es capaz de salir de todo ello. Claro que esto es después de que se de cuenta de que está siendo simplemente utilizada (lo mismo que ella está haciendo, por cierto). Queda muy claro lo que le lleva, sea más o menos razonable, a buscar voluntariamente una relación adúltera durante un cierto periodo de tiempo. Y está muy bien explicado. Seguro que refleja la mayor parte de los casos, o todos, no lo sé.

No lo sé, porque conozco, o creo que conozco a gente diferente. Gente que no debe haber compartido con Coelho sus vivencias. O, si lo han hecho, no han quedado reflejados. Conozco a gente que además de un compromiso, cuando se casan, establecen un PACTO. Gente que comparte AMOR del que se escribe sin h (si no sabes de qué va esto de la h, ya estás tardando en averiguarlo, es mucho más interesante que lo que estás leyendo en este instante). Gente que comparte AMOR de la fuente del verdadero. Gente que tiene unos valores y unos principios que vienen de más Arriba.

Lo que NO explica el libro es lo que podría haberle evitado a la protagonista llegar a lo que llega. Queda sin mostrar lo que podría haber hecho que después de la primera vez, no hubiera una segunda. Porque hay ateos, que después de la primera vez, habrían sentido náuseas y no habrían repetido jamás. Pero nosotros no solo no somos ateos, nosotros participamos de un pacto único, privilegiado, que excluye algo así.

Al libro de Coelho le falta mostrar cómo el conocimiento y el recuerdo de esos valores puestos a un lado, el poso de esos principios compartidos, hace que el CRISTIANO que ha caído, vuelva, se cure (porque ese pecado, como los demás pecados, creemos que es una enfermedad, ¿verdad?), pida perdón, muestre arrepentimiento en su vida diaria posterior, y, con la ayuda de Dios restaure la relación dañada y establezca un nuevo PACTO.

No me hacía falta que me explicase cómo hace un cristiano para caer y continuar con algo así. Seguramente todavía lo entendería menos. Pero me hubiera gustado que la persona que deja de adulterar no lo hiciese por razones tan egoístas y cómodas. Quiero pensar que nosotros, cuando caemos, volvemos porque nos quema el mal, no somos capaces de vivir en medio de la comodidad del infierno en vida que es el pecado aunque nos pueda parecer dulce o “puro” y elegimos volver a acercarnos todo lo posible al plan de Dios para nosotros, para nuestra felicidad presente y eterna, que no incluye la infidelidad, la deslealtad y el engaño.

Una vez, alguien de quien esperaría ese tipo de retorno, me sorprendió describiendo y definiéndose con una frase que resuena en mi mente como si la hubiese oído debajo de una bóveda y siguiera haciendo eco. Hablando de la relación adúltera que había mantenido hasta que fue descubierta, me decía que aquello que había habido era “un amor muy puro”.

Quiero pensar que nosotros sabemos cuál es el verdadero AMOR PURO. Quiero pensar que nosotros sabemos cómo se muestra ese verdadero AMOR PURO. Y, quiero pensar, confío, en que cuando caemos, volvemos porque lo que hemos podido probar, o atisbar de ese AMOR PURO, AUTÉNTICO, nos atrae de nuevo a donde más y mejor puede expresarse. Con las imperfecciones y carencias que nosotros, como humanos, aportamos a las relaciones. Pero ese AMOR, que según un experto que conozco se escribe sin h, es mucho más abundante y puro que cualquier sucedáneo que podamos encontrar por muchos extras y destellos deslumbrantes que nos pueda parecer que tenga. Nosotros Sí sabemos. Nosotros podemos recibirlo y compartirlo. Nosotros podemos disfrutarlo.

2 comentarios

  • Ana Maria Cruz dice:

    Me ha gustado mucho el articulo; pero quiero ser más concreta que el autor. Os recomiendo, si no lo habéis hecho ya, que leáis un libro que es extraordinario: “Amor se escribe sin H”. Su autor es el doctor y profesor Víctor M. Armenteros.

  • Incognita dice:

    Esta es una de las millones de historias que podrían escribirse sobre el adulterio. Somos seres humanos y como tal, limitados. Dios es el único que tiene la vista satélite sobre el mapa de las motivaciones e intenciones de todas y cada una de las personas de este planeta. De pequeña aprendí que ese mismo Dios nos creó únicos, como huellas digitales tantos seres irrepetibles. Por eso mismo, hasta lo que mi entendimiento alcanza, la salvación es una cuestión personal. Y por eso mismo, nadie es capaz de formular juicios de valor sobre el comportamiento de una persona, comportamiento que a su vez es lo que el ojo humano puede atisbar, la punta del iceberg de todos los motivos, intenciones, emociones, sentimientos que han dado lugar a ese hecho visible.

    Cohelo intenta recoger algunas de las motivaciones y pensamientos de personas en esa situación, seguramente sin ánimos de crear una teoría demostrada científicamente, que pueda aplicarse a todos los seres del planeta que cometen el adulterio, con o sin H.

    Por suerte o por desgracia, he tenido la oportunidad de escuchar muchas de estas historias con H, gran parte de ellas pertenecen a miembros de esta iglesia. El amor en una relación de pareja es un concepto muy amplio, y muchas veces se comete el error de confundirlo con la pureza de lo que Dios divinamente muestra por es ser humano.

    En el artículo se está eligiendo, de manera consciente o no, una de las millones de situaciones: persona con una vida cultural y socialmente entendida como “perfecta” (desde el exterior por supuesto, porque una mirada con detalle descubriría otras dimensiones), con una familia “perfecta” que incomprensiblemente (y aquí ya estamos emitiendo juicio de valor sin siquiera conocer los detalles de esa “perfección”) se mete en la cama con alguien que no es su pareja.

    Por otro lado, el sexo siempre es la estrella en casos de adulterio. En una reunión escuché hablar sobre el adulterio comparado con adulterar la relación en cualquiera de sus formas, la sexual es una de muchas otras. Sólo por mencionar algunas de las que yo encontré a lo largo de mi experiencia como escuchadora de historias, estas son palabras textuales de personas que han pasado por situaciones similares a las que describe el artículo: “el abandono afectivo”, “la pérdida de interés por la vida del otro”, “la soledad en compañía”, “el aislamiento”, “la desaparición del espejo en el que un@ necesita mirarse para verse reflejad@”, “no coincidir en prácticamente nada”, “no compartir vida más allá de los sábados en la iglesia”, “evolucionar y desarrollarse en direcciones totalmente diferentes”, “falta de comprensión y validación por parte del otro”, “esa sensación de que te mueres por dentro”, “falta de deseo y satisfacción sexual” (sí, lo habéis leído bien, los creyentes también necesitan disfrutar del sexo)…en fin unos cuantos de tantos problemas que pueden surgir durante la vida de una pareja y que no son considerados graves o legítimas para justificar una separación. ¿Y cuando la pareja no quiere enterarse, no se da por aludid@, no está dispuest@ a poner remedio, a ayudarte, a escucharte, no le da importancia (al fin y al cabo no se ha acostado con otr@, no es culpable de nada, así es como nos enseñan)?

    No es mi intención escribir un contra artículo, pero sí REIVINDICAR el derecho de todos los problemas que pueden aparecer en una relación de pareja a ser considerados graves y dignos de ser atendidos, y no sólo el acto sexual en forma de adulterio sin H. Porque otra de nuestras convicciones como IASD es que todos los pecados tienen el mismo peso delante de Dios. Y levantar las manos en forma de protesta en contra de los que intentan juzgar los deseos, intenciones y motivaciones de los demás, olvidando que son sólo seres humanos y que según nuestras creencias, no hay sustitutos de Dios en esta tierra. ¡Dios él es el único que tiene la vista satélite!

    La vida es compleja herman@s, el ser humano es complejo; estoy convencida de que Dios lo sabe y lo tiene en cuenta. Y si estoy equivocada, que Dios me juzgue y me condene. Es el único que tiene el poder de hacerlo.

    Me despido con una llamada de atención a los dirigentes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Si quieren saber por qué existen tantos
    problemas de pareja, tantas separaciones en la iglesia, que lo estudien, que dediquen lo necesario para investigarlo, que escuchen a su gente, los problemas que tienen y que ofrezcan los medios para ayudarles.

    Mis agradecimientos a los moderadores por publicar este comentario.

Revista Adventista de España