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«Abba, una oración inacabada» es el título de un libro que el profesor adventista José Manuel López Yuste escribió en 2018 y que nos acerca un poquito más a la oración como el método, por excelencia, de comunicación con Dios. Un recorrido por todas las oraciones expresadas a lo largo de las Escrituras… y algo más. En esta entrevista vamos a hablar con su autor, el profesor del colegio adventista de Urgell, en Barcelona, José Manuel López Yuste.

«¡Abba!, ¡papá!, ¡papito!, es un grito de pertenencia, según culturas enseñadas; liberación del amor expresado en un vocablo; expresión de la ternura en las cuerdas vocales del niño o la niña hacia su progenitor masculino. Su pareja, su homólogo, ¡Imma!, ¡mamá!, ¡mamita! Más íntimo, menos expuesto, más carencia pública, al no ser escrito por los apóstoles en los evangelios, al ser enunciado en la presencia del hogar». Así comienza este interesante libro sobre las oraciones de la Biblia, y sobre la experiencia del autor con la oración.

Antes de conocer al autor, conozcamos un poquito a la persona, ¿Quién es José Manuel López Yuste? Cuéntanos un poquito de ti. 

Antes de presentarme me gustaría decir que somos quienes somos gracias a las personas que conforman nuestro devenir en la vida.

Nací en una familia cristiana de tradición católica en 1968 en Puerto de Sagunto (Valencia). Me crié rodeado de afecto junto con mi hermano mayor, Francisco, y mi hermana pequeña, Clara.  Mis padres, han sido un ejemplo de vida para mí.

Mi familia entró en contacto con la iglesia adventista cuando yo tenía 15 años, pero en mi caso fue a los 18 años que decidí ser bautizado. La mejor elección personal que he llevado a término es poner mi vida en manos de Dios, y del Señor Jesucristo.

Desde aquí mi gratitud a Juanmari Tellería, Rosa María Gelabert y al pastor Juan Navarro que me formaron con sus enseñanzas tanto espirituales como educativas. Siempre estaré en deuda con Juanmari, y Rosa, por su ayuda desinteresada en el momento más decisivo de mi vuelta a los estudios. Sin ellos, probablemente no lo hubiera conseguido. Una bendición que fuesen mis profesores y me considerasen como de su familia.

Me propuse estudiar en el CAS (Campus Adventista de Sagunto) bachillerato ya con el servicio militar realizado. Al finalizar esta etapa educativa, dudé entre estudiar la carrera de teología o de filosofía. Me decanté por esta última, ya que el profesor de esta materia, José Alvaro Martín, también me había impartido biblia en el bachillerato, convirtiéndose en un referente para mí.

Gracias al CAS conocí a Elisabeth Gálvez Tugas, ya que ella estudiaba en el internado. Nos casamos en 1993 en la iglesia de Guinardó (Barcelona) y este 12 de septiembre hemos cumplido 30 años de matrimonio. Doy gracias a Dios por ella, y por mis tres hijos: Alex, Ariadna y Jon.

En 1996 me licencié en Filosofía por la UB (Universidad de Barcelona), pero fue en el curso escolar de 1998-1999 que entré a formar parte del cuerpo docente de Secundaria en el Col·legi Urgell, gracias a Manel López y a Antonio Polo, quienes creyeron en mí y me brindaron esta oportunidad. Desde esta institución, que amo con todo mi corazón, he podido desarrollar mi vocación de servicio a mi Señor Jesucristo, mi Maestro, mi Todo, en el trato con la adolescencia como tutor, profesor de biblia, filosofía, cultura clásica… Tengo la convicción interior de que fue, y es, una oración respondida, y por ello, me siento agradecido al Padre celestial siempre.

Pero, además de educador adventista, te gusta pensar y te gusta escribir… y tenemos ante nosotros tu libro ABBA, una oración inacabada. Cuéntanos, ¿Cómo surgió la idea de este libro?

Tengo la necesidad de escribir mis diarios de oración. Ya se ha convertido en una costumbre o un hábito de mi carácter. Es mi tema preferido. Creo que es la diferencia entre una ideología y una vivencia. Es el cordón umbilical que une la creencia con la práctica de la misma.

Quise explicar todas las oraciones registradas en las Escrituras como un encuentro intersubjetivo entre Dios y el creyente desde un plano histórico diacrónico, y sincrónico, con la finalidad expresada magistralmente por el salmista: «No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos;  a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor, de su poder y de sus imponentes maravillas». (Salmo 78:4)

Vivimos en la era de las telecomunicaciones y de las pantallas, y por lo tanto, deseaba poner de relieve el tema de la comunicación eficaz, pese al handicap de que a Dios no lo vemos ni lo oímos por los sentidos, sino que es a través de la fe. Estas oraciones bíblicas están escritas para edificar y educar nuestro vínculo relacional con el Dios invisible, pero vivo, que nos oye, nos ve, y nos responde por increíble que parezca.

El libro comienza un tanto intimista ¿no? ¿Será que nos llega mejor lo que nace del corazón y de la experiencia de los otros?

Elegí abrir el libro con la narrativa de mi vida a la luz de las respuestas divinas. Todas las oraciones importantes y trascendentes las he escrito con su fecha correspondiente. Hace diez años mirando retrospectivamente mi trayectoria vital, recuerdo que eran imposibles o estaban rodeadas de incertidumbre, o ansiedad que no era fácil de gestionar. De ahí, mi reconocimiento a Dios por su amor hecho acción concreta en mi favor. Sus respuestas han sido reales.

También he aprendido de sus silencios, y de sus «noes», y al final he entendido, por su gracia, que hay un sí mejor. No es un ensayo teórico solamente, sino legitimado desde mi ámbito vital. De ahí que cite algunas oraciones de mis diarios como una forma de mostrar mi manera de relacionarme con Dios en estas dos últimas décadas.

De tu experiencia, nos llevas a las oraciones de la Biblia hebrea ¿por qué?

Como filósofo nos enseñan a tratar cualquier tema en toda su dimensión, y para  ello, creí que sería oportuno empezar comentando una a una para captar todas sus aristas posibles, y perspectivas. Es como si se tratase de contemplar un mosaico. Me propuse ir de Génesis a Apocalipsis. De principio a fin.

Algunas orciones son incomprensibles para mi manera de pensar como occidental europeo del siglo XXI. Intento ser honesto con mi conciencia, y expresar los sentimientos que en mí evocan. Otras me maravillan e inspiran para orar a Dios con ese grado de intimidad, confianza y valentía.

Del Tanaj, los Ketuvim (Escritos), y en especial, de estos, el Salterio es mi preferido. Me parece magistral en forma y contenido. Sus gritos de lamento y desesperación se transforman a lo largo de estas oraciones poéticas en cantos de esperanza, alegría y alabanza a YHWH.

Seguidamente, nos hablas de las oraciones en el Nuevo Testamento, ¿Con qué oraciones te quedas?

Si se me permite una metáfora, cada una de ellas es un diamante o una perla única. Todas verdaderas obras de arte para nuestra inspiración religiosa.

La última oración de Jesús en la cruz pidiendo al Padre que perdone a sus enemigos encarna sus enseñanzas sobre este tema recogido en el Sermón del Monte o en el Padrenuestro. Hay una curiosidad significativa en su coincidencia. La primera oración recogida en el Antiguo Testamento también implica por parte del patriarca Abraham pedir en favor de Abimelec si no su enemigo, sí alguien lo suficientemente poderoso para tenerle miedo, y no enfrentarse a él.

Por otro lado, para mí hay tres oraciones paradigmáticas:

La primera es la petición del apóstol Tomás que si no toca a Jesús resucitado y glorificado, no creerá por mucho que den fe de ello todos los otros apóstoles, y las mujeres vinculadas al Señor Jesús.

La segunda se encuentra en la epístola del apóstol Pablo a los cristianos de Roma. Y resumo en una expresión: «Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre…»

La última del apóstol Juan se encuentra en Apocalipsis en el capítulo 22, 20-21. Su estructura es intersubjetiva porque se basa en una promesa divina escrita hace casi dos milenios, y que sigue vigente su realización como el máximo deseo de mi corazón, y el de la mayoría de cristianos a lo largo de la historia:
«El que declara esto, dice:
Sí, vengo pronto.
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
Que el Señor Jesús derrame su gracia sobre todos vosotros».

La cuarta parte de tu libro la dedicas a la oración como alabanza ¿por qué?

Tan solo comento la alabanza en los himnos del Nuevo Testamento. A lo largo del recorrido realizado en el libro me he dado cuenta de la importancia que tiene este tema tan vinculado a la oración. Son dos caras de la misma moneda, si se me permite dicha expresión.

De hecho, el canto nos eleva y nos permite memorizar más fácilmente las enseñanzas divinas. La alabanza a Dios es el lenguaje de la victoria prometida pese al sufrimiento presente. Las emociones positivas como la alegría, la gratitud, la satisfacción, el entusiasmo entre otras necesitan de la música para ser expresadas en toda su grandeza. La alabanza a Dios nos permite sentirnos parte de un colectivo al compartir ese espacio común en la dimensión pública o en nuestra liturgia religiosa. Los primeros cristianos quisieron educar esa dimensión espiritual para no olvidar no solo lo que el Señor Jesús había hecho por la humanidad sino para dejar claro que es el único digno de alabanza por como es en su esencia.

Jeremías y lamentaciones aparecen casi al final del libro, y curiosamente, terminas, en el anexo 2 con las oraciones en el libro de Jonás ¿Y eso? ¿por qué los tratas a parte?

Todo y tratar las oraciones en su correspondiente lugar en el libro siguiendo el orden lógico correspondiente, me pareció que con estos anexos podía acercar al lector a otro estilo literario diferente. Más imaginativo, en un intento hermenéutico de que las enseñanzas tanto de Jeremías como de Jonás, fueran expresadas con un lenguaje actualizado a nuestra mentalidad del siglo XXI.

Por otro lado, probablemente no habría desarrollado este don de la escritura sin la invitación de un buen amigo, Rubén Sánchez Sabaté. Me motivó para que crease un artículo mensual para la página de Caféhispano de la que fue editor en una colaboración que tuvo lugar entre Spectrum y AEGUAE-Aula7activa. Allí se publicaron por primera vez, y no deja de ser un reconocimiento a esta gran bendición, que es intentar con palabras describir la grandeza del amor de Dios, y de sus infinitas maravillas.

¿Por qué deberíamos leer tu libro?

Una vez leí en el prólogo del Quijote que su autor, Miguel de Cervantes, afirma que no hay libro escrito del que no se pueda aprender algo. Dejando la ironía cervantina a un lado, creo que leer es entrar en contacto con otra mente donde el lector va a su propio ritmo, y centra su atención según sus preferencias.

La estructura del libro permite que se pueda ir directamente a las oraciones de un autor bíblico en concreto. Se puede leer como si fuese una obra de consulta o como un ensayo.

También descubrir qué me han sugerido a mí desde mi manera de entender las oraciones bíblicas. Ver convergencias, y diferencias con el autor. Explorar nuevos caminos en ese diálogo de permanente búsqueda de Dios.

Por otro lado, el libro lleva escrito ya cinco años, y las personas que lo adquirieron en el acto de presentación en la iglesia de Urgell en 2018, me han expresado comentarios muy positivos. Uno de ellos, muy emotivo, y que atesoro en mi corazón, fue el que me hizo una gran amiga, Mercedes Gascón.
Finalmente, la mejor respuesta a la pregunta es que solo leyéndolo se podrá encontrar una razón válida.

Muchas gracias, José Manuel López Yuste por habernos presentado este libro en la Revista Adventista. Ojalá pueda ser de bendición para muchas personas.

Lic. Teología & Comunicadora Editora Revista Adventista Productora radio y TV/ Redactora Web en HopeMedia Edit/coordin. Quecurso.com

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