Sigue la entrevista del artículo anterior…
Tercera parte del artículo del depto. de Salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España dedicado a destacar el valor de la enfermería, que comenzó a idearse durante el Día Mundial de la Enfermería, el pasado 12 de mayo de 2023. (Ver artículo anterior. Entrevistas).
No queriendo que la celebración de este día pasara como un día más en la colección de días conmemorativos o quedara en el olvido, en el primer artículo de la serie aprovechamos para conocer un poco más la historia de Florence Nightingale: «la dama de la lámpara». La enfermera pionera cuya fecha de nacimiento señala este día mundial y quien recibió un llamado de Dios a servirle, cambiando así la historia del cuidado a los enfermos.
También vimos como, para los primeros adventistas en España, la misión de predicar el Evangelio fue de la mano de la formación específica para atender a los enfermos: designando para tal fin a enfermeras misioneras y posteriormente incorporando al ministerio a pastores y obreras con titulación de «practicantes»[1].
En la segunda parte de este artículo recordamos que, desde los inicios de nuestra Iglesia Adventista, el mensaje y obra en pro de la salud ha sido considerado como el brazo derecho del Evangelio.[2]
También hemos comenzado a conocer a cinco enfermeras adventistas quienes, compaginando su profesión, dedican su vida a la Iglesia como familia pastoral.
Ellas siguen reflexionando en voz alta con nuevas preguntas que contestan en primera persona. Vale la pena seguirlas escuchando con la lectura que continúa.
¿Cómo crees que la enfermería es una herramienta de servicio a Dios y al prójimo?
En la respuesta a esta cuestión todas son unánimes en evocar a Jesús y su ministerio de curación durante su paso por esta Tierra.
Eva[3] observa la posibilidad de acercarse a las personas y romper barreras con la salud como vehículo, Abigail[4] comenta cómo aplicar el mismo trato que Jesús daba a la gente, Cleo[5] insiste que las personas siguen necesitando mucho a Jesús, Claudia[6] destaca la enfermería en la primera fila de la acción social y Mabel[7] afirma que el testimonio en el manejo de las situaciones conflictivas es la mejor manera de predicar.
Leamos sus testimonios:
- Eva Domínguez: «Jesús generalmente se acercaba a la gente a través de la sanidad, de la salud de las personas, para llegar de esa manera a la mente y al corazón de cada persona que necesitaba ser restaurada completamente. Y completamente no solo física sino también espiritualmente. Por lo tanto, es una oportunidad que creo que esta profesión la tiene. Oportunidad de acercamiento y de romper barreras de intimidad, donde la salud es el vehículo para llegar más profundamente a una relación interpersonal donde las dos partes ganamos y sumamos poder de Dios para salvación.»
- Abigail Esquirolea: «Creo que la enfermería es una herramienta porque, a fin de cuentas, la sanidad era uno de los dones más preciosos que Jesús llevó a cabo aquí en la Tierra. Él no dejaba pasar por alto a una persona que necesitaba ayuda. Pero no solo porque les curara, sino por la manera en que lo hacía, por como los tocaba, por como les hablaba, por ese amor que salía en cada cosa que Él hacía. Creo que es una herramienta preciosa que Él nos dejó para poder mostrarles a las personas que para Dios siguen siendo importantes, que Él sigue deseando estar cerca de ellos a través de otras personas. Y creo que esa manera de tratar a los demás, de cuidarlos, de escucharlos, hace que podamos acercarles un poquito a Jesús en su momento de mayor necesidad.»
- Cleo Nae: «Pues sabemos que en la enfermedad las personas son más vulnerables y siempre escuchan desde el corazón. No nos cuesta nada dar una palabra bonita, hacer una oración, una canción susurrada, que siempre alivia más que alguna medicación que administramos. La gente necesita mucho a Jesús. Están desesperados por sanar, pero también están desesperados por tener esperanza en el corazón. Las personas necesitan ser escuchadas, animadas, abrazadas con las miradas. Y todo eso lo podemos hacer.»
- Claudia Dolete: «La enfermería te posiciona en la primera fila de la acción. Allí donde la gente llega herida, sufriendo y necesitada, donde hay sufrimiento, allí está Dios. Él nunca da la espalda al que viene a buscar ayuda y sanción. Estar en la primera fila es extender tu mano para levantar al que está en la necesidad de ser ayudado. Así como Dios extendió su mano cuidadosa a todos, a través de cada profesional de la salud, la sigue extendiendo para ayudar.»
- Mabel Correa: «Cuando tú cuentas que eres cristiana y que sirves en una iglesia, la responsabilidad que tienes es muy grande. Porque el prójimo o los compañeros de trabajo en lo que más se fijan es en el trato que tú tienes hacia los demás, en cómo resuelves un conflicto o cómo manejas una situación. Y esa es la mejor forma de predicar, más allá de que tú puedas guardar el sábado o todos los principios de la iglesia. A los demás, casi que no les interesa eso. No te hace ser cristiano guardar normas… es el trato. Y una de las mayores responsabilidades es que debemos reflejar a Jesús. En mis oraciones pido a Dios poder ser un instrumento en sus manos, poder reflejarlo y que la gente pueda conocerlo a través de mí. Porque cuando surgen situaciones, conflictos o problemas -que son prácticamente inevitables en la convivencia con las demás personas en un trabajo-, la forma en que los resuelves, habla mucho de cómo eres y qué clase de cristiana eres. Y eso es lo más difícil a veces. Ya que, mucho más que hablar y decir cosas, lo que predica es nuestra actitud frente a todo.»
¿Cómo animarías a otras enfermeras o estudiantes de enfermería adventistas a seguir con este llamado?
Me encanta la posibilidad de relacionarnos con naturalidad entre las distintas generaciones que convivimos en nuestra iglesia. En los estudios de las ciencias de la salud, es muy importante que las personas que nos preceden aporten su experiencia de la profesión y sobre todo de la vida.
En esta última pregunta las cinco entrevistadas hablan de tú a tu, de enfermera a enfermera. Vale la pena seguir sus recomendaciones.
- Eva Domínguez: «Nuestra profesión de enfermería nos permite aprovechar la oportunidad de hablar de Jesús, de la vida del Gran Sanador; que justamente Él, estando en la cruz, nunca descuidó tampoco el cuidado de su madre. En Juan 19: 26-27 dijo a su madre: “¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre!”. Vemos como el cuidado es algo inherente también en la vida y en el ministerio de Cristo.»
- Cleo Nae: «Es una de las profesiones más sensibles, enriquecedoras y más satisfactorias cuando ayudamos. Con más razón es la oportunidad que tenemos los cristianos de dar esperanza en conocer a Jesús, en conocerlo bien y en esperarlo. Creo que se tienen que animar [las futuras enfermeras] porque es una de las experiencias más bonitas y te da una felicidad que no se puede encontrar en otro trabajo.»
- Claudia Dolete: «Es uno de los oficios que participan directamente en el desarrollo de la empatía y de la compasión, al ver cuán frágil es la vida. Frente a tanto sufrimiento en nuestro planeta se necesita gente comprometida, sin vacilación, dispuesta a hacer el bien en la vida de su prójimo cuando más débil está, cuando la enfermedad y el sufrimiento le reduce la calidad de su vida. Al tener presente lo efímera y pasajera que es la vida, uno reflexiona más sobre el valor que tiene la salud y nos convierte en mensajeros de paz y sanción de parte de nuestro Creador.»
- Abigail Esquirolea: «Creo que es un llamado. Si sientes que Dios te lo ha hecho pues, como cualquier otra vocación -porque todas son importantes- creo que es un llamado al que te tienes que lanzar a la piscina sin pensar. Creo que, si esto te gusta y te llama, no le des vueltas: ¡lánzate y vívelo desde cualquier aspecto, desde cualquier lado! Porque la enfermería tiene un montón de posibilidades y tan necesario eres en un centro de salud, en los cuidados del día a día, en los consejos de cómo llevar una vida saludable, como en un hospital en el que llegan personas asustadas por enfermedades que quizá acaban de aparecer y no saben muy bien cómo llevarlas a cabo, como en unas urgencias, como en unos paliativos con personas que se acercan al final y ese es un momento muy duro y que también requiere de personas que estén dispuestas a llevar a Jesús hasta en ese lado. Así que, creo que si esa es la vocación de una persona no debe dejarla pasar porque vale la pena. Vale muchísimo la pena luchar por algo tan bonito como creo que es la enfermería.»
- Mabel Correa: «Creo que estas son carreras vocacionales: te gusta o no te gusta, no hay términos medios. Hay algunos trabajos en los que no necesitas poner mucho de ti mismo, pero en este sí. Es algo a lo que te vas a dedicar y a veces te pasas mucho tiempo fuera. Pero el Señor te va a ir colocando en cada situación en que tú tengas que estar. Deja que el Señor te vaya guiando y Él va a cuidar de ti. Por otro lado, animo también a poder conocer, saber, estudiar y maravillarnos. Yo, por ejemplo, cuanto más estudio, más me maravillo y adoro a Dios durante el estudio, por las maravillas que ha hecho con nuestro cuerpo -estudiando anatomía y fisiología-; por lo maravillosos que nos ha creado, que nos ha formado. Y poder transmitir eso a los demás y poder cuidarnos en nuestra salud es muy satisfactorio. Pide ayuda a Dios, que el Señor te va a guiar en lo que tengas que hacer. Y la petición es que cuide de ti y de los tuyos también. ¡Que el Señor nos bendiga y nos cuide en todo lo que hagamos!»
Epílogo de testimonio agradecido
Permita el lector que, aunque no pueda alargarme mucho en agradecimientos a las reflexiones que nos han compartido nuestras cinco queridas enfermeras, ni tampoco extenderme en elogios hacia esta admirada -y a veces demasiado mal tratada- profesión, sí sirva este artículo para poner en valor el trabajo y la misión de mis compañeras/os enfermeras y enfermeros.
Como médico, mi convivencia con la enfermería ha sido siempre muy cercana, casi íntima e inseparable, diría yo. No miento al decir que conozco bien lo que es una enfermera desde que nací, pues mi madre Mabel, a la que amo y admiro incondicionalmente, siempre ha sido enfermera: en el hospital, en la iglesia y los campamentos JAE, en la docencia como profesora de auxiliares de enfermería, o sobre todo en casa con una hija ‘eterna paciente’… Su vocación de cuidados inspiró la mía; y además de deberle la vida, le debo mi profesión. Gràcies Mama!
Gracias especiales a todas las personas que, mediante la vocación de enfermería, son las portadoras de una lámpara del amor de Dios en la larga noche de espera, son para el prójimo como las mismas manos de Jesús.
Hasta que llegue el esperado día en que el Gran Médico regrese por nosotros, el día de la enfermería debiera ser cada día.
Autora: Dra. Sarai de la Fuente Gelabert, médica familiar y comunitaria, además de directora del Departamento de Salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Imagen: Shutterstock
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Referencias:
[1] La profesión de ‘practicante’ era un título reconocido por la Ley de Instrucción Pública de 1857 que se publicó con el fin de unificar distintos tipos de profesiones relacionadas con la enfermería actual. Hacia finales del s.XIX, con el título de practicante se podían realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas de cirugía menor -siempre que estuvieran ordenadas por un médico-, podían ser ayudantes de las grandes operaciones, incluso asistir en partos. Además, eran expertos en sangrías, vendajes y por supuesto en poner inyecciones. Ya a principios del s.XX, los practicantes, eran los encargados de ejecutar las prescripciones que ordenara el médico, siendo responsable de su técnica, pero no de su finalidad, ya fuera en sanatorios, hospitales, domicilios o incluso en la misma calle. A partir de 1952 se unificaron los planes de practicantes, comadronas y enfermeras por primera vez y se creó el título de Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.). En 1977 se crearon las Escuelas Universitarias de Enfermería, donde actualmente se forman los profesionales con una titulación universitaria específica de enfermera o enfermero. Fuente: https://www.cope.es/actualidad/vivir/noticias/que-sido-los-practicantes-que-nos-pinchaban-los-20210426_1251857
[2] “La obra médica misionera es el brazo derecho, la mano ayudadora del Evangelio, para abrir puertas para la proclamación del mensaje…” Ellen G. White. El Evangelismo, p.374.3.
[3] Eva Domínguez. Enfermera. Trabaja en un Centro de Atención Primaria en Girona (Montilivi i Vila-roja). Sirve junto a su esposo en las iglesias de Girona, Vic y Sabadell.
[4] Abigail Esquirolea. Enfermera. Trabaja como profesora de Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería. Sirve junto a su esposo en la iglesia Cero en Madrid.
[5] Cleo Nae. Auxiliar de Enfermería. Trabaja en el Hospital La Paz (Madrid). Sirve junto a su esposo en la iglesia de Madrid-Eben Ezer.
[6] Claudia Ioana Dolete. Enfermera. Máster en bioética. Trabaja en medicina de prevención. Sirve junto a su esposo en las iglesias de Castellón-Lepanto y Valencia-Betel.
[7] Mabel Correa. Enfermera. Trabajo reciente en residencia de ancianos. Estudia el EIR para optar a la especialidad de matrona. Sirve junto a su esposo en las iglesias de El Puerto de Santa María, Algeciras y La Línea.