DISEÑO INTELIGENTE EN LA GESTACIÓN HUMANA: LA PERPLEJIDAD ANTE LA COMPLEJIDAD. Parte III
Hemos reflexionado sobre cómo se implanta el producto de la concepción en el útero, qué cambios ocurren en el cuerpo materno, cómo se desarrolla el sistema que sustentará al bebé durante los meses que dure el embarazo… pero todavía no nos hemos detenido en el actor principal de esta obra maestra: ¡el embrión!
Embriogénesis
En la tercera semana, tras la fecundación, el embrión solo es un disco de células dispuestas en dos capas. Tras un proceso de invaginación, se forman tres masas celulares bien diferenciadas (ectodermo, mesodermo y endodermo). Cada una de ellas dará lugar varios grupos de órganos y sistemas. Durante el siguiente mes aparecen todos los órganos y características morfológicas externas propias de un ser humano. Y aún queda por delante un largo proceso de crecimiento y maduración durante la etapa fetal, que se extiende hasta completar unas 40 semanas de gestación (imagen 7).
Cada una de las células del embrión tiene escrito en su ADN la información necesaria para construir a ese ser humano por completo. Pero cada una de esas células elegirá expresar solo una parte de la información especializándose en una tarea. Una será una neurona, otra formará parte de la piel, o de un músculo, de un hueso… Sin embargo, portarán siempre la información completa, como los planos de una obra arquitectónica.
Aquí surge un problema más en cuanto a la generación de información. Resulta que no solo necesitamos información para construir genes y proteínas, resulta que para construir un cuerpo completo necesitamos niveles más altos de información; instrucciones de montaje de orden superior. El ADN codifica la construcción de proteínas, pero las proteínas deben organizarse en distintos circuitos para formar tipos de células específicos. Los tipos de células deben organizarse en tejidos. Los tejidos, en órganos.
Además, los órganos y tejidos deben estar perfectamente organizados para generar un “plan corporal” completo. Actualmente, sabemos que el ADN por sí solo no es responsable de estos órdenes superiores de organización. El ADN codifica las proteínas, pero por sí solo no asegura que las proteínas, los tipos de células, los tejidos y los órganos estén organizados en el plano corporal. La formación del cuerpo depende de información que no está codificada en el ADN. Lo que significa que el ADN puede mutar indefinidamente; ponle los millones de años que quieras, no importa. En el mejor de los casos solo encontraríamos una nueva proteína en algún lugar de ese vasto espacio de secuencias combinatorias. Al mutar el ADN no se van a generar estructuras de orden superior, que son necesarias para construir un plan corporal.
Un problema para el evolucionismo
El problema del evolucionismo no es explicar el origen de una sola proteína nueva; eso es solo la punta del iceberg. El verdadero problema es explicar cómo un organismo llega a tener su forma definitiva. Incluso si el evolucionismo pudiera explicar el origen de las proteínas, la pregunta principal seguiría siendo: una vez que se obtiene una proteína, ¿cómo procesos aleatorios encuentran la forma de coordinar esa nueva proteína con el resto de billones de proteínas que componen el cuerpo humano para que formen un «todo» cohesivo?
Richard Lewontin, biólogo de Harvard, describió una vez un curioso experimento. Imaginemos que extirpamos el brote de la extremidad en desarrollo de un embrión de anfibio, agitamos las células entre sí, permitimos que se reagrupen en un bulto aleatorio y luego reubicamos ese bulto en el embrión. ¿Cuál sería el resultado? Que se desarrollaría una pierna normal. De alguna manera, la forma de la extremidad como un todo es el factor director, redefiniendo las partes de acuerdo con un patrón superior. «A diferencia de una máquina cuya totalidad es creada por la yuxtaposición de partes y piezas con diferentes funciones y propiedades, las partes de un organismo en desarrollo parecen surgir como consecuencia de su posición espacial en momentos críticos en el desarrollo del embrión. Tal objeto es menos como una máquina que como un lenguaje, cuyos elementos toman un significado único a partir del contexto» (R. Lewontin).
Todos sabemos que la comunicación verbal es exclusiva del ser humano. Ningún otro ser vivo utiliza la palabra para comunicarse. De hecho, al ser humano le cuesta años adquirir esta capacidad de forma plena. El lenguaje es signo de inteligencia. Por tanto, creo firmemente que el lenguaje de la embriogénesis también lo es.
Nacimiento
En este proceso es necesario que funciones antagónicas estén activas y optimizadas. Por selección natural, un órgano que funciona bien para un propósito se especializa en esa función y va desarrollándola de forma cada vez más óptima. Pero, ¿y un órgano que funciona bien para un propósito, y también para el opuesto? ¿Cómo puede especializarse una misma parte del cuerpo en dos funciones antagónicas? Podemos abrir la mano gracias a un grupo muscular extensor, y cerrarla gracias a otro flexor. Podemos enseñar la palma gracias a un grupo muscular supinador, o enseñar el dorso gracias a otro pronador.
Sin embargo, fijémonos en el útero. Es un órgano pequeño situado en la pelvis femenina. Durante el embarazo crece hasta aumentar 500 veces su volumen. Esto es gracias a que el cuerpo uterino tiene la capacidad de distenderse. Sus fibras musculares se elongan e hipertrofian grandemente. A la vez, su porción inferior, llamada cuello uterino, soporta una gran fuerza proveniente del peso del útero en crecimiento y su contenido. Lo mantiene cerrado como el tapón de una botella para que no se vacíe. Y así durante los meses que dure el embarazo. Sin embargo, cuando llega el momento del parto, las tornas se invierten rápidamente. Las fibras musculares del cuerpo uterino pasan a contraerse con una fuerza descomunal, mientras que el cuello del útero se distiende con gran elasticidad para permitir el paso del bebé. La abertura del cuello del útero pasa a ser de 3 milímetros a 10 centímetros, o sea, se amplía más de 30 veces. Tras el parto, en unas semanas vuelve a recuperar su forma y tamaño (imagen 8).
Esta combinación de fuerza y elasticidad es única en la naturaleza. Si se hubiera optimizado por selección natural para permitir la gestación, el parto no sería posible y viceversa.
Adaptación a la vida extrauterina
El bebé se desarrolla durante 9 meses inmerso en líquido. Como hemos visto, la placenta hace la función de los pulmones durante este tiempo. Así que la sangre oxigenada llega desde la placenta por la vena umbilical hacia el corazón. Por otro lado, como los pulmones no funcionan, no tiene sentido que les llegue una gran cantidad de sangre, así que la mayoría del flujo que bombea el corazón se desvía hacia la circulación general para aprovecharlo en otros sitios.
Así que el feto tiene varias estructuras temporales (una vena y dos arterias umbilicales, un vaso que conecta la vena umbilical con la vena cava inferior, una comunicación interauricular cubierta por una especie de trampilla, y un vaso comunicando la arteria pulmonar con la aorta). Estas estructuras son INDISPENSABLES para la vida en el útero, pero también son INCOMPATIBLES con la vida fuera de él. Así que en el momento del nacimiento se revierten rápidamente.
Al nacer el bebé, la sangre necesita redirigirse hacia los pulmones, que son los que la van a oxigenar. Así que el sistema circulatorio cambia rápidamente y estas estructuras tan importantes pasan a ser meros vestigios (imagen 9).
La adaptación a la vida extrauterina es el último de los grandes mecanismos complejos indispensables para que un hombre y una mujer tengan descendencia y la vida siga existiendo. Se trata de un proceso rápido, pues está prácticamente completo en cuestión de minutos. Y no estamos hablando de solo un cambio sino de varios que han de tener lugar de forma sincrónica. Aquí no hay tiempo para juegos, pruebas ni medias tintas. Es un todo o nada tan complejo como eficaz.
Conclusión
Llegamos al final de nuestro viaje. Hemos hablado de sincronización espacio/tiempo, altruismo multiorgánico, previsión, plan corporal completo, lenguaje, funciones antagónicas y cambios rápidos.
Espero que hayas disfrutado tanto como yo contemplando las maravillas de la creación, y también espero no haberte dejado demasiado perplejo. Creo firmemente que el Maestro proporciona evidencias de su diseño y carácter en la naturaleza, y aún hoy, tras años de degradación por el pecado, podemos descubrirlas y apreciarlas. Acercarse al cuerpo humano con esta actitud es una delicia.
Espero que cada vez que veas a una mujer embarazada o a un bebé recién nacido puedas exclamar como el salmista:
«Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!
»Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden;
aunque broten como hierba los impíos y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos.
Solo tú, Señor, serás exaltado para siempre». (Salmos 92:4-8, NVI)
Bibliografía
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– Zhang S, Lin H, Kong S, et al. Physiological and molecular determinants of embryo implantation. Mol Aspects Med. 2013;34(5):939–980. doi:10.1016/j.mam.2012.12.011
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– Lewontin RC. The Corpse in the Elevator. New York Review of Books. 1983; 29: 34-7.
– Levins R, Lewontin RC. The dialectical biologist. 1ª ed. Massachusetts. Harvard University Press; 1985.
– Meyer S. Functional proteins and information for body plans (video). Consultado en septiembre de 2019.
- Autora: Loida Pamplona Bueno. Doctora en Medicina. Especialista en Obstetricia y Ginecología.
Imagen portada: Shutterstock
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Por favor, transmítanle a la Dra. Pamplona Bueno, mi más calurosa felicitación y agradecimiento por sus enseñanzas. A ella la conozco solo de vista, pero a su padre y a su madre, y a sus dos abuelos y a sus dos abuelas, los conocí bastante bien. Ellos y ellas, han sido para mí y para muchos más, auténticos maestros y ejemplo de cristianismo auténtico. Veo que Loida lo está siendo también.