Lección 9 para el 28 de mayo de 2022: Jacob, el suplantador
Dios indicó claramente que la simiente prometida vendría a través de Isaac (Gn. 17:19).
¿Pero, a cuál de los dos hijos de Isaac le correspondería esa bendición?
Esaú fue profano (Heb. 12:16). Jacob, sin embargo, era sensible a la voz de Dios. Pero los métodos usados por Jacob no fueron los correctos. El fin no justifica los medios, y Jacob sufrió los resultados de sus errores.
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Jacob roba la bendición.
- Nacidos el mismo día, Esaú y su hermano desarrollaron caracteres totalmente distintos. Esaú era un activo cazador, y Jacob un tranquilo pastor (Gn. 25:27).
- A Esaú le preocupaba solo el día a día. Por el contrario, su hermano veía más allá del momento, y anhelaba la primogenitura y la bendición que le acompañaba (ser el eslabón que conducía a la Simiente prometida).
- Jacob aprovechó el momento oportuno para adquirir la primogenitura que su hermano despreció (Gn. 25:29-34).
- Después, cuando Isaac quiso bendecir a Esaú, su hermano engañó a su padre y obtuvo fraudulentamente la bendición (Gn. 27:1-27).
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Dios bendice a Jacob (1).
- Esaú reaccionó ante el engaño de su hermano, prometiendo que lo mataría tras la muerte de su padre (Gn. 27:41). Enterada Rebeca, animó a Isaac para que enviase a Jacob lejos, a buscar esposa creyente entre sus parientes (Gn. 27:42-28:5).
- En el camino, Dios bendijo a Jacob presentándosele en lo alto de una gran escalera, cuya cúspide tocaba el cielo (Gn. 28:11-15; cf. Gn. 11:4). Los torpes esfuerzos de Jacob por alcanzar la bendición fueron inútiles, la bendición viene por gracia, solo Dios puede otorgarla.
- Jacob reaccionó con dos promesas, una espiritual y otra física: hacer de ese lugar una casa de Dios; y devolver a Dios el diezmo de todo (Gn. 28:22).
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Jacob es engañado.
- Al no tener dote que dar a Labán para poderse casar con su hija Raquel, le ofreció trabajar por ella siete años.
- No obstante, cuando llegó el momento, el astuto Labán engañó a su yerno entregándole a Lea en lugar de Raquel (Gn. 29:20-23).
- Al levantarse esa mañana, Jacob vio el engaño. Había sufrido la ley del talión (Éx. 21:24). Ahora podía comprender a su padre y a su hermano. Esta vez fue más consciente de su pecado.
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Dios bendice a Jacob (2).
- Durante siguientes años, Dios le bendijo, y le concedió 11 hijos (el 12º, Benjamín, nacería más tarde).
- Cada uno de sus nombres refleja los sentimientos de Lea y de Raquel. A pesar de sus luchas, Dios les otorgó su bendición (Gn. 29:31-30:24).
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Jacob es bendición.
- Jacob fue una bendición para Labán y su familia. Sin embargo, él mismo no tenía nada. Había llegado el momento de trabajar para sí y para su familia.
- Labán intentó engañar de nuevo a su yerno, pero Dios no se lo permitió (Gn. 31:7). Por el contrario, en sueños le indicó a Jacob que usase las leyes de la genética (que él desconocía) para burlar las trampas de Labán (Gn. 31:9-13).
- Jacob no discute, no se rebela, no busca soluciones. Simplemente, espera a que Dios tome la iniciativa. Solo cuando Él da la orden, Jacob sale de casa de Labán para volver a Canaán (Génesis 31:3).
Para meditar:
“Jacob había oído a su madre referirse a la indicación divina de que él recibiría la primogenitura, y desde entonces tuvo un deseo indecible de alcanzar los privilegios que esta confería. No era la riqueza del padre lo que ansiaba; el objeto de sus anhelos era la primogenitura espiritual. Tener comunión con Dios, como el justo Abraham, ofrecer el sacrificio expiatorio por su familia, ser el progenitor del pueblo escogido y del Mesías prometido, y heredar las posesiones inmortales que estaban contenidas en las bendiciones del pacto: estos eran los honores y prerrogativas que encendían sus deseos más ardientes”. (Elena G. White, Patriarcas y profetas, pg. 158).
«Pero Dios no abandonó a Jacob. Su misericordia alcanzaba todavía a su errante y desconfiado siervo. Compasivamente, el Señor reveló a Jacob precisamente lo que necesitaba: un Salvador. Había pecado; pero su corazón se llenó de gratitud cuando vio revelado un camino por el cual podría ser restituido a la gracia de Dios» (Elena G. White, Patriarcas y profetas, pg. 164).
«Los hombres a quienes Dios favoreció, y a quienes confió grandes responsabilidades, fueron a veces vencidos por la tentación y cometieron pecados, tal como nosotros hoy luchamos, vacilamos y frecuentemente caemos en el error. Sus vidas, con todos sus defectos y extravíos, están ante nosotros, para que nos sirvan de aliento y amonestación». (Elena G. White, Patriarcas y profetas, pg. 215).
Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática