Lección 2 para el 10 de abril de 2021.
Tras el pecado, Dios presentó ante Adán y Eva los rudimentos del plan de salvación. A lo largo de la historia, ha ido desvelando diversas facetas de este plan.
Dios nos presenta la salvación como un pacto eterno entre Él y la humanidad. Este pacto ha sido manifestado en diversas épocas y en diversos momentos bajo aspectos diferentes, hasta desembocar en lo que conocemos como el “nuevo pacto”.
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El pacto eterno.
- Dios extiende a cada persona su invitación a entrar en una relación de pacto con Él. En cada época Dios ha adaptado el pacto al tiempo, al lugar y a las personas.
- La palabra para pacto –berith, en hebreo; διαθήκη, en griego– puede traducirse también como “testamento” o “última voluntad”. Define una relación o un acuerdo entre dos personas.
- El pacto eterno tiene tres elementos básicos:
- Dios promete bajo juramento (Hebreos 6:17).
- La persona se compromete a obedecer a Dios (Deuteronomio 4:13).
- El medio por el que se cumple: la salvación en Jesús (Isaías 42:6).
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El pacto con Noé.
- Génesis 6:18 es un pacto bilateral:
- Dios promete salvar a Noé y a su familia (en realidad, a todo aquel que quisiera entrar en el arca como ellos).
- Por su parte, Noé debe construir un arca y entrar en ella. Si Noé no hubiese cumplido su parte del pacto, Dios no podría haber cumplido la suya.
- Cuando Dios se compromete, cumple. Nada puede impedir que cumpla, excepto nuestra obstinación en rechazar la ayuda prometida.
- Génesis 6:18 es un pacto bilateral:
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El pacto con Abram.
- Antes de establecer formalmente su pacto con Abram, Dios le prometió bendecirle y hacerle bendición para todas las naciones de la tierra (Génesis 12:1-3). En definitiva, le prometió que, de su descendencia, vendría el Salvador del mundo (Gálatas 3:16).
- Una vez establecida una relación mutua, Dios formalizó el pacto con Abram (Génesis 15). Al creer en las promesas divinas, Abram fue justificado (v. 6) y, por tanto, capacitado para obedecer y cumplir los términos del pacto (Génesis 18:19).
- Nuestra obediencia es la respuesta de fe a lo que Dios ya ha hecho por nosotros (1ª de Juan 4:19).
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El pacto con Moisés.
- El pacto que Dios estableció con Israel a través de Moisés era en realidad una continuación del pacto que había establecido con Abraham, Isaac y Jacob (Éxodo 6:4-5).
- Se establece una relación especial con Dios (Génesis 17:7-8; Éxodo 19:5)
- Se promete que serán una gran nación (Génesis 12:2; Éxodo 19:6)
- Se requiere obediencia (Génesis 17:9-10; Éxodo 19:7-8)
- Es un pacto de gracia, donde Dios toma la iniciativa y da el primer paso: salvar a Israel. Luego, les da su Ley para que la guarden como una respuesta natural del pacto.
- Así es también el Evangelio. Primero, Cristo nos salva del pecado; luego, nos ayuda a obedecerle (1ª de Pedro 2:24).
- El pacto que Dios estableció con Israel a través de Moisés era en realidad una continuación del pacto que había establecido con Abraham, Isaac y Jacob (Éxodo 6:4-5).
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El nuevo pacto.
- ¿Por qué fue necesario un nuevo pacto? ¿En qué se diferencian los dos?
- Aunque Dios se había portado como su marido, el pueblo de Israel le había sido infiel, desobedeciéndole. Así habían invalidado el pacto primero (Jeremías 31:32).
- Sin embargo, este nuevo pacto en nada se diferenciaba del antiguo, si no en que se promete una relación aún más estrecha entre Dios y el hombre (v. 33).
- De nuevo (v. 34), Dios toma la iniciativa y salva. Nuestra respuesta natural a ello es obedecer la Ley que Él ha puesto en nuestro corazón (v. 33).
Para meditar:
“Esta promesa [Éxodo 19:5] le fue dada no sólo a Israel, sino a todos los que obedezcan la palabra de Dios. Los que viven en medio de los peligros de los últimos días deben comprender que, justamente al comienzo de su experiencia, la verdad los unió al Salvador, de manera que él, que es el autor y consumador de su fe, perfeccionará la obra que ha comenzado por ellos. Dios es fiel, y mediante él han sido llamados al compañerismo con su Hijo”. Elena G. White (Nuestra elevada vocación, 18 de enero).
“En la Biblia, el carácter sagrado y permanente de la relación que existe entre Cristo y su iglesia está representado por la unión del matrimonio. El Señor se ha unido con su pueblo en alianza solemne, prometiendo él ser su Dios, y el pueblo a su vez comprometiéndose a ser suyo y solo suyo”. Elena G. White (El conflicto de los siglos, pg. 378).
Autor: Sergio Fustero, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática