Skip to main content

“Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos” (Isaías 26:4).

Alicia tenía 7 años y era la primera vez que participaba en una competición provincial de gimnasia rítmica. Había entrenado duramente desde los 4 años de edad para aquel momento. Cuando salió a la pista, realizó un magnífico trabajo con el aro y fue apoteósicamente aplaudida. Sin embargo, la pequeña parecía no inmutarse. Su mirada permanecía fija en una persona situada al fondo. Cuando ella se levantó y aplaudió, la niña, al fin sonrió y aceptó los aplausos del público presente. Era su madre, quien además era su entrenadora.

A Alicia solamente le interesaba la opinión de su madre. Ella era la única que podía valorar correctamente aquel ejercicio, porque era la única que había estado a su lado cada madrugada, en cada entrenamiento. Solamente ella sabía lo duro que había trabajado, y si ella estaba contenta, Alicia sabía que lo había hecho realmente bien.

A aquella niña solamente le interesaba la opinión de su madre ¿Y a ti? ¿A quien quieres agradar tu? ¿A la gente, a ti mismo o a Dios?

Si quieres agradar a la gente tienes un serio problema, porque hay opiniones para todos los gustos y nunca conseguirás la aprobación de todo el mundo. Es como en la fábula del burro, el anciano y el niño, en la que cuando el niño y el anciano caminaban junto al animal, la gente se burlaba porque no iban montados; cuando el anciano subía a lomos del burro y el niño caminaba, la gente les criticaba porque un niño tan tierno caminara; cuando el niño subía y era el anciano quien iba andando, también se quejaban por la edad del pobre anciano; y si subían los dos, nuevamente les criticaban: ¡pobre burro! No había manera de que todo el mundo estuviera contento. Hagas lo que hagas, siempre gustarás a unos y disgustarás a otros. La gente cambia de opinión constantemente. La sociedad llama hoy «bueno» a lo que ayer llamaba «malo», y dice que es «malo» lo que ayer decía que era «bueno». Es inestable y contradictoria. 

Si buscas agradarte a ti mismo, puede que tu percepción no sea la correcta y te equivoques. ¿Y si estás subiendo la cima de la montaña equivocada? Tu esfuerzo, tu vida, tu tiempo, tus recursos, invertidos en… nada. Pocas cosas pueden resultar más desalentadoras y frustrantes ¿no te parece?

Al único que tienes que agradar es tu Madre* y Entrenador. Tu Creador te ama y solamente quiere lo mejor para ti. No importa lo que diga la gente, solamente importa lo que diga el Señor. Obedécele solamente a Él. Él ve el fin desde el principio y nunca te fallará. Confía solamente en Él. Dios es «la roca de los siglos» Inmutable y perfecto, Él no cambia, y Su Amor por ti es eterno. Por eso, si tienes que agradar a alguien, que sea al Maestro.

*¿Te has parado a pensar, alguna vez en Dios como madre? Siempre nos hablan de Dios como padre, pero el Señor creó al hombre y a la mujer a Su imagen, como un «dos en uno», dos partes de una unidad, con capacidades diferentes. La maternidad también es parte de Dios.

 

Autora: Esther Azón. Teóloga y comunicadora. Productora TV, guionista y redactora web en HopeMedia. Editora de la Revista Adventista de España y ANN España. 

Foto de ANDRIK ↟ LANGFIELD ↟ PETRIDES en Unsplash

Lic. Teología & Comunicadora Editora Revista Adventista Productora radio y TV/ Redactora Web en HopeMedia Edit/coordin. Quecurso.com

Revista Adventista de España
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.