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Permanencia de la Ley
Los adventistas siguieron estudiando el tema del santuario y descubrieron que en el cielo “fue abierto el templo de Dios, y fue vista en su templo el arca de su pacto” (Apc.11:19). En el santuario del Antiguo Pacto en el interior del arca estaban los Diez mandamientos escritos por el dedo de Dios en dos tablas de piedra. Comprendieron que lo que Moisés había recibido era una copia de la ley divina que rige todo el universo. Entonces entendieron las palabras de Jesús: “Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley” (Mt.5:18). Vieron que la ley es una revelación de la voluntad de Dios, un trasunto de su carácter y, por lo tanto, debe permanecer para siempre.
El sábado, corazón del Decálogo
En el corazón del Decálogo encontraron el cuarto mandamiento referente al sábado como recordatorio del reposo divino tras la semana de creación. Empezaron a examinar las razones por las cuales se guardaba el primer día de la semana en lugar del día que Dios había santificado y no pudieron encontrar en las Sagradas Escrituras prueba alguna de que el cuarto mandamiento hubiese sido abolido o de que el día de reposo hubiese cambiado.
Vieron, además, que el mismo mensaje que avisaba de la hora del juicio también indicaba la necesidad de “adorar al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua” (Apc. 14:7). Estas palabras son una clara referencia al cuarto mandamiento. En el mismo capítulo 14 de Apocalipsis, el ángel anuncia que los santos son “los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”.
Darle honra a Dios como Creador de cielos y tierra es tomarse en serio su Nombre. Sin obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede agradar a Dios. “Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos” (1ªJn. 5:3). Adorar significa reconocerlo como Creador y el sábado es un recordatorio semanal que lo señala como Creador.
Ezequiel define el sábado como “señal […] para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios” (Ez.20:20). El sábado es importante porque nos reconoce como criaturas y lo reconoce a Él como Creador. Para que esto no se borrara de nuestra mente, Dios instituyó el sábado en el Edén. Elena White afirma que “la observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, “que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua”. Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento”.
Adorar a Dios o a la “bestia”
El libro de Apocalipsis señala que habrá otro tipo de personas en el escenario profético. Por una parte, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús, pero, por otra parte, el ángel lanza un terrible aviso: “¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios!” (Apc.14:9-10).
Mi querido amigo, para entender los símbolos proféticos es conveniente familiarizarse con los capítulos centrales del libro de Apocalipsis, a saber, los capítulos 12 al 14. El dragón que aparece allí representa a Satanás que mediante el Imperio Romano procuró la muerte del Salvador. Lo podemos leer en el capítulo 12 de Apocalipsis. Este dragón entregó “su poder y su trono, y grande autoridad” a una bestia que aparece en el capítulo 13. “Este símbolo, como lo han creído la mayoría de los protestantes, representa al papado, el cual heredó el poder y la autoridad del antiguo Imperio Romano”.
Esta bestia es descrita como un poder blasfemo y perseguidor. El lenguaje recuerda al del capítulo 7 de Daniel y no puede referirse a otro poder que no sea el papado, puesto que nace en Roma tras la caída del Imperio Romano y su influencia llega hasta la Segunda Venida de Jesús. Se habla de este poder y se dice que su autoridad duraría cuarenta y dos meses o 1.260 días, o tres años y medio o “un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de un tiempo”. La misma cantidad de tiempo expresada de formas distintas. En la Biblia cuando algo se repite es porque es importante. Se dice que al final de ese período, esta bestia o poder recibiría una herida de la que se acabaría por sanar.
La otra bestia
En este momento, la profecía señala otro símbolo: “Vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero” (Apc.13:11). Las bestias anteriores habían surgido del mar; ésta nueva bestia surge de la tierra. Su apariencia es totalmente distinta a las anteriores descritas en el capítulo 13 de Apocalipsis. Mientras que las aguas representan “pueblos y naciones y lenguas” (Apc.17:15), la tierra muestra un territorio hasta entonces desocupado. Mientras que las primeras naciones luchan por establecerse, esta nación crece gradual y pacíficamente.
“¿Cuál era en 1798 la nación del nuevo mundo cuyo poder estuviera entonces desarrollándose, de modo que se anunciara como nación fuerte y grande, capaz de llamar la atención del mundo? La aplicación del símbolo no admite duda alguna. Una nación, y solo una, responde a los datos y rasgos característicos de esta profecía; no hay duda de que se trata aquí de los Estados Unidos de Norteamérica”. De este país se dice que “como silenciosa semilla creció hasta llegar a ser un imperio”.
Su apariencia es interesante: “tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero”. Un gobierno que se fundamenta en la libertad civil y religiosa, la nación norteamericana tuvo como principios fundamentales el republicanismo y el protestantismo. Uno lo alejaba del modelo de monarquías absolutas del viejo continente; el otro lo alejaba del papado que dominaba Europa. Una nación joven, con apariencia de cordero pero que “hablaba como dragón … y hace que la tierra y los que en ella habitan, adoren a la primera bestia” (Apc.13:11-14). “Los cuernos como de cordero y la voz de dragón del símbolo indican una extraña contradicción entre lo que profesa ser y lo que práctica la nación así representada”.
De abanderada de la libertad a intolerante impositora
Una nación “habla” mediante leyes y decretos. Se predice que esta nación desmentirá los principios de respeto de conciencia y desarrollará un espíritu de intolerancia imponiendo mediante leyes alguna observancia que reconozca autoridad al papado. Aunque parezca mentira, esto es lo que anuncia la profecía bíblica.
Estados Unidos es un país único. Sus fundadores procuraron con acierto que “la iglesia no pudiera hacer uso del poder civil, con los consabidos e inevitables resultados: la intolerancia y la persecución”. Solo en flagrante violación de estas garantías de la libertad de la nación, es como se puede imponer por la autoridad civil la observancia de cualquier deber religioso.
Nos viene bien un poco de historia para entender lo que se anuncia en este importante capítulo. La pureza del Evangelio se fue perdiendo a medida que la iglesia se iba corrompiendo en busca de intereses ya no eternos, sino temporales. Cuando la iglesia buscó el apoyo civil para dominar conciencias, el resultado fue el papado. Esto es, “una iglesia que dominaba el poder del estado y se servía de él para promover sus propios fines y especialmente para extirpar la “herejía”.
Así pues, para que los Estados Unidos formen una imagen parecida al papado, el poder religioso debe dominar de tal manera al gobierno civil que la autoridad del estado sea empleada también por la iglesia para cumplir sus fines. Elena White escribe que ya en su época se venía “notando entre las iglesias protestantes un poderoso y creciente sentimiento en favor de una unión basada en puntos comunes de doctrina” y concluye: “Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, uniéndose en puntos comunes de doctrina, influyan sobre el estado para que imponga los decretos y las instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y la imposición de penas civiles contra los disidentes vendrá por sí sola”
La marca de la bestia
Queda aún por definir qué es la marca de la bestia. La Biblia es su propia intérprete. Hemos de encontrar respuesta en el texto bíblico. La profecía dice: “Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús”. En vista de que los que guardan los mandamientos de Dios están puestos así en contraste con los que adoran la bestia y su imagen y reciben su marca, se deduce que la observancia de la ley de Dios, por una parte, y su violación, por la otra, establecen la distinción entre los que adoran a Dios y los que adoran a la bestia. Un poder que no tiene problema en reconocer que ha cambiado la ley de Dios hace de dicho cambio una señal de poder ya que se invoca como única autoridad para ese cambio a la iglesia.
Mientras los que adoran a Dios se distinguen por su respeto al cuarto mandamiento que recuerda el sábado como señal del Dios Creador, los adoradores de este poder ignoran el monumento del Creador para ensalzar lo instituido por Roma. “Los católicos romanos reconocen que el cambio del día de descanso fue hecho por su iglesia, y declaran que al observar el domingo los protestantes reconocen la autoridad de ella. Es un hecho generalmente admitido por los protestantes, que las Sagradas Escrituras no autorizan en ninguna parte el cambio del día de reposo”.
Elena White es contundente al afirmar que “la iglesia romana no ha renunciado a sus pretensiones a la supremacía” y el hecho de que las iglesias protestantes acepten guardar el domingo en lugar del sábado bíblico, le da la razón a la iglesia católica. Podrán las iglesias protestantes apelar a la tradición o “al siempre se ha hecho así”, pero al hacerlo pasan por alto el principio que los separa de Roma, a saber, que “la Biblia, y la Biblia sola es la religión de los protestantes”.
Verdaderos cristianos vs. falsos cristianos. Cuestión de elección.
Querido amigo, es importante destacar que hay verdaderos cristianos en todas las iglesias, sin exceptuar la católica romana. Hombres y mujeres que creen honradamente que el domingo es el día de reposo divinamente instituido. Dios acepta su sinceridad de propósito y su integridad. Pero cuando la observancia del domingo sea impuesta por la ley, y el mundo sea ilustrado respecto a la obligación del verdadero día de descanso, entonces quien transgreda el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roma, honrará con ello al papado por encima de Dios. “Solo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante los hombres, y ellos hayan sido llamados a escoger entre los mandamientos de Dios y los mandamientos de los hombres, será cuando los que perseveren en la transgresión recibirán “la marca de la bestia”.
Este intenso capítulo merece una segunda lectura con oración y con un estudio profundo de la Biblia. Hay quienes puedan pensar que a Dios le da igual un día u otro, que al final lo que importa es la sinceridad con la que se hacen las cosas, pero la Biblia es clara. Ella presenta “la más terrible amenaza que haya sido jamás dirigida a los mortales” en relación al punto que hemos expuesto en este capítulo. Solo hay dos grupos: los que se toman en serio a Dios y los que se dejan llevar por las tradiciones humanas. Ruego a Dios que este importante tema llegue a todos los verdaderos y sinceros hijos de Dios. Ojalá no sean engañados en un tiempo tan importante como este.
Autor: Óscar López. Presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.