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Lección 5 para el 1 de noviembre de 2025: DIOS PELEA POR VOSOTROS.

Comprender la guerra que llevó a Israel a tomar posesión de la tierra de Canaán no es un asunto fácil.

Al igual que nunca fue el propósito de Dios que existiese el pecado, tampoco lo fue que existiese la guerra, ni la pelea.

Entonces, ¿por qué la muerte de tantas personas? ¿Puede ser considerada «santa» esa batalla?

Para poder entender algo de este problema, debemos ahondar en el concepto bíblico de la guerra, y en los valores morales que estaban en juego en ese momento crítico de la historia.

  • Una cuestión de iniquidad

    • La arqueología ha revelado que la religión de Canaán era exactamente lo que la Biblia dice: hechicería, adivinación, comunicación con los muertos, espiritismo, ¡y sacrificio de niños! (Deuteronomio 18:9-12). A esto hay que añadir el rito de la «prostitución sagrada» –que de sagrada tenía bien poco– practicada tanto por sacerdotes como por sacerdotisas.
    • Aunque estas prácticas ya eran comunes en el tiempo de Abraham, Dios les concedió más de 400 años de tiempo para que rectificasen su conducta.
    • Finalmente, había que poner fin a estos ritos aberrantes que rebajaban la moralidad de las personas y fomentaban toda clase de vicios. El exterminio de los cananeos evitaría –al menos durante un tiempo– la degradación moral de la humanidad.
  • Una cuestión de justicia

    • El amor y la justicia son la base del carácter de Dios. Esto hace de Él un juez justo e imparcial, que aplaza el castigo con el fin de que el pecador se convierta, pero que no tolerará el mal para siempre.
    • La guerra para conquistar Canaán no se realizó por motivos imperialistas, sino por la orden divina de ejecutar el castigo (la consecuencia) que sus inicuos habitantes merecían.
    • El deseo de Dios era establecer en ese territorio un gobierno justo, que fuera ejemplo a todas las naciones, motivándolas a elevar sus conceptos morales, y conseguir así un estado de paz y justicia a nivel mundial (Deuteronomio 4:5-6).
  • El concepto bíblico de la guerra

    • Bíblicamente, las guerras debían limitarse a situaciones específicas, y eran definidas por Dios mismo. Estas son las normas que regían las guerras autorizadas por Dios:
      • No se permitía un ejército profesional.
      • Los soldados no recibían paga y, en ocasiones, ni siquiera podían tomar botín.
      • Solo se permitía guerrear por la conquista o defensa de la Tierra Prometida en ese momento histórico particular.
      • Eran dirigidas por profetas inspirados por Dios (como Moisés o Josué).
      • Se exigía preparación espiritual antes de la batalla.
      • El israelita que no cumpliese las normas de la guerra era tratado como enemigo.
      • En muchas ocasiones, Dios intervino directamente en la pelea.
  • Destruidos por elección propia

    • Todo el territorio de Canaán fue declarado anatema, es decir, dedicado a la destrucción. Todo ser vivo debía morir (Deuteronomio 20:16-18; Josué 10:40). Sin embargo, había excepciones:
      • Los destinados a la destrucción que obedecieran a Dios podían vivir (por ejemplo, Rahab)
      • Los israelitas que desobedecieran a Dios debían morir (por ejemplo, Acán)
    • Ante Dios, cananeos e israelitas eran vistos de la misma forma: imparcialmente. La diferencia consistió en que unos decidieron empecinarse en su rebelión contra Dios, y otros decidieron obedecerle.
    • Ahora, la decisión sigue siendo nuestra. Cuando Jesús venga, seremos salvados o destruidos por nuestra propia elección.
  • Buscar la paz, no la pelea

    • A Jesús se le llama el «Príncipe de paz» (Isaías 9:6). Vino a traer paz, y reinará en paz (Juan 14:27; Isaías 60:17). Pero, hasta que su reino de paz sea una realidad, permanecemos en un territorio en guerra, inmerso en el conflicto cósmico entre el bien y el mal.
    • Cuando el ejército sirio sitió Dotán para apresar al profeta Eliseo, éste no pidió a Dios que el ejército celestial que le rodeaba destruyese a los sirios. En su lugar, pidió llevar al cegado ejército sirio hasta Samaria para, una vez allí, conseguir la paz entre las dos naciones en guerra (2ª de Reyes. 6:12-23).
    • Este es el ejemplo que Jesús nos enseñó. Buscar siempre la paz en el conflicto y la pelea. Vencer al mal con el bien (Romanos 12:20-21).

Para meditar:

«La destrucción total de los habitantes de Jericó no fue, sino el cumplimiento de las órdenes dadas previamente por medio de Moisés con respecto a las naciones de los habitantes de Canaán […] Muchos consideran estos mandamientos como contrarios al espíritu de amor y de misericordia ordenado en otras partes de la Biblia; pero eran, en realidad, dictados por la sabiduría y bondad infinitas.

»Dios estaba por establecer a Israel en Canaán, para convertirlo en una nación y un gobierno que fueran una manifestación de su reino en la tierra. No solo habían de ser los israelitas herederos de la religión verdadera, sino que habían de difundir sus principios por todos los ámbitos del mundo. Los cananeos se habían entregado al paganismo más vil y degradante; y era necesario limpiar la tierra de lo que con toda seguridad habría de impedir que se cumplieran los bondadosos propósitos de Dios». (Elena G. White, Patriarcas y profetas, página 466).

Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática.

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