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«De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18: 3).

A mitad de la semana de reavivamiento en la iglesia de Dex, Abril y yo convocamos a una jornada de ayuno y oración para la mañana siguiente, en la iglesia. Creímos, por fe, que Dios estaba listo para hacer mucho, mucho más por su pueblo.

Al día siguiente, nos dirigimos a la iglesia con entusiasmo. La gente asistí de noche, cuando nadie esperaba que lo hicieran, así que sabíamos que Dios podía traer a su pueblo en pleno día para ayunar y orar por más. Llegamos justo antes del mediodía y notamos que éramos el único coche en el aparcamiento.

–Bueno, quizás aparcaron atrás para hacer más espacio –comentamos entre nosotros.

Entramos en la iglesia y estaba tan silenciosa como una tumba. No había nadie. El reloj dio las doce. Nos arrodillamos y oramos para que Dios hiciera cosas poderosas para su gloria. Los minutos pasaron. Nadie apareció.

¡Hola, Dex!

Entonces la puerta se abrió con un chirrido. Alzamos la vista, pero no vimos a nadie. ¿Era esto algún tipo de broma cruel? Luego miramos hacia abajo ¡Y vimos a Dex!

–¡Hola Dex! ¿Qué estás haciendo aquí hoy? –pregunté, sorprendido.

Dex me miró, muy desconcertado.

–Bueno, hoy estoy ayunando y orando. ¿No es eso lo que se suponía que debíamos hacer?

–¡Sí! ¡Claro que sí! –respondí con sorpresa.

Me quedé estupefacto. Aquí estaba este niño, que cursaba los grados inferiores de la escuela primaria, en la iglesia para orar ¿Dónde estaban todos los demás?

–Dex –le pregunté–. ¿Por quién quieres orar? Abril y yo oraremos contigo.

Sin perder un segundo, Dex nos miró directamente a los ojos y dijo:

–He venido a orar por mi papi, para que Dios hable a su corazón y forme parte de este reavivamiento.

Me aclaré la garganta. Yo sabía que su papá no quería ni tenía intenciones de concurrir. Todas las noches, Dex y su mamá dirigieron su pequeño grupo juntos, sin él.

–De acuerdo, Dex. ¡Puedes empezar! –lo animé.

Dios responde a la oración del niño

Dex clamó para que Dios trajera a su papá a formar parte del reavivamiento y para hacer de su hogar, un hogar feliz. Dex oró con expectativa, con esperanza, con fe en que Dios podía y haría cualquier cosa. Mientras orábamos, escuchamos que la puerta se abría y se cerraba. Alguien se acercó hasta donde estábamos orando y cayó de rodillas. Abrí un ojo para ver quién acababa de unirse a nuestra oración. ¡Era el papá de Dex, que se había arrodillado junto a su hijo! Con los ojos llenos de asombro, Dex miró a su padre.

–Papi, estábamos orando para que vinieras. ¡Dios te trajo aquí!

Más tarde, el padre de Dex nos comentó que no tenía intenciones de concurrir a la iglesia para orar o ayunar, ni ese ni ningún otro día. Pero, de repente, Dios movió su corazón para que concurriera a la iglesia a orar. Después de eso, vino noche tras noche. ¡Escucha la lluvia!

Actúa según las promesas de la Palabra de Dios, incluso cuando no veas nada.

Medita

«La religión pura e inmaculada nos conduce a vivir tan sencillamente como niños. Queremos orar y hablar con humildad, buscando sólo la gloria de Dios. Se ha manifestado demasiado una forma de piedad carente de poder. El derramamiento del Espíritu de Dios nos conducirá hacia un agradecido reconocimiento; y mientras percibimos el maravilloso amor de Dios, no nos quedaremos quietos, sino que ofreceremos a Dios un sacrificio de agradecimiento y haremos canción a su nombre con nuestros corazones y voces» (Reflejemos a Jesús, p. 343).

En la práctica

  1. ¿Qué características de los niños debemos imitar?
  2. ¿Tienes un pesar en tu corazón? Entrégaselo a Dios hoy con sencillez e insistencia.

Participa en las reuniones por Zoom

Cada miércoles de estos 40 días, tendremos un encuentro por Zoom (6:30 AM).

Tema: Vive como Elías – 40 Días de Oración 2025
Cada semana, el miércoles.
Únete a la reunión de Zoom:
https://us02web.zoom.us/j/87603273658?pwd=WqRTlihGm778cuKW8GbCvOqGVYzk5J.1

ID de reunión: 876 0327 3658
Código de acceso: 223988

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