La oración es relación. Si quieres una relación más profunda, te recomiendo los 7 consejos para orar en 7 minutos del profesor Joseph Kidde.
La falta de tiempo y de conocimiento sobre la oración le ha impedido a muchos cristianos disfrutar una relación profunda y real con Dios.
Debido a la actual situación del mundo, el número de personas que busca a Dios aumentó significativamente. El Jornal O Vale publicó que «en la pandemia, Google registró un récord de búsquedas de palabras como Dios, fe y oración».[1]
Otros vehículos de comunicación indicaron lo mismo. Pero, ¿con toda esa búsqueda las personas han encontrado a Dios? La búsqueda de la espiritualidad aumentó, pero, ¿se convirtió en una relación real con él?
Una de las herramientas principales a nuestra disposición para desarrollar una relación con Dios es la oración. Es la respiración del alma, es nuestro medio de comunicación con el Eterno. A través de la oración, podemos hablar, escucharlo y profundizar nuestra amistad con él.
La Biblia destaca la importancia de la oración al describir a los profetas en constante comunicación con Dios; a Jesús, que oraba varias veces al día, y a los apóstoles, que decidieron entregarse continuamente a la oración (Hechos 6:4). Para esas personas, la oración no era solo un hábito: era su vida, y también debe ser nuestra vida.
Corazón abierto
Por desgracia, la falta de tiempo y de conocimiento sobre la oración le ha impedido a muchos cristianos disfrutar una relación profunda y real con Dios. Así como los discípulos, que pidieron «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11:1), también nosotros necesitamos ese aprendizaje. Aprender sobre la oración debe ser una búsqueda de todo ser humano que ansía vivir en intimidad con el Señor.
La escritora Elena de White dice que «Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirle. La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a él» (El camino a Cristo, página 93).
Nos gusta conversar con los amigos. Decimos lo que sentimos, eso que nos hace bien y lo que no. Contamos cómo está nuestra vida, preguntamos si podemos ayudar en algo. De igual manera, así es como Dios quiere relacionarse y conversar con nosotros.
El poder de la oración
En el 2012, conocí al doctor Joseph Kidder, quien actualmente es profesor en el Seminario Adventista de la Universidad de Andrews, en los Estados Unidos. En un sermón que predicó sobre el poder de la oración, él enseñó que la oración es mucho más que pedir y agradecer: es relacionarse. Al final, dio consejos sobre cómo orar en siete minutos.
En ese momento, yo estaba buscando una relación más profunda con Dios, pero no sabía cómo desarrollarla. Los consejos del doctor Joseph me ayudaron a tener momentos de oración más profundos y verdaderos. Por eso, voy a compartirlos contigo, pero antes aclaro que esos consejos no son normas.
Así como no necesitamos un guion cuando vamos a conversar con un amigo, la oración tampoco tiene una receta lista.
El objetivo de esta guía es mostrar ideas de elementos que pueden ser incluidos en nuestras oraciones para que sean más profundas y auténticas. Son consejos iniciales que después se convertirán en hábitos de oración naturales.
Sugiero que dedique un minuto a cada uno de los elementos de esta oración. Por ejemplo, cuando agradezca, solo agradezca. Cuando pida, solo pida. Existirán situaciones en la oración en que las palabras faltarán, pero no se preocupe.
Permanezca en el momento propuesto. De a poco, recordará más cosas para contarle a Dios. Después de dos o tres oraciones, percibirá que los siete minutos serán poco tiempo.
Guía sobre como orar en 7 minutos:
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Alabanza: Alabar su grandeza, amor y misericordia.
Alabar no es solo cantar. Es adorar, valorar, elogiar, reverenciar. La alabanza siempre tiene a Dios como centro. Alabar a Dios nos recuerda lo grande y poderoso que es él, y lo pequeños que somos nosotros, y cuánto necesitamos su apoyo y ayuda.
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Agradecer a Dios: Por la familia, la vida, la salud, las bendiciones grandes y pequeñas.
Mientras que alabar es reconocer quién es Dios, agradecer es reconocer lo que él hace. Agradécele por el día, por la vida, por las bendiciones recibidas, por las bendiciones a tu alrededor. La gratitud hace que la admiración y el amor por Dios aumenten y nos ayuda a no olvidarnos de cuán bendecidos somos.
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Pedir perdón: por pecados específicos, negligencia a la oración, impaciencia.
La confesión ocurre cuando asumimos un error cometido. Es necesaria para obtener el perdón de Dios. Pídele que te muestre los errores que cometes a lo largo del día. Después, confiésalos. Ese es el primer paso para la restauración.
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Pedir orientación: Por las decisiones, por el día de trabajo, por la vida financiera.
Dios quiere ayudarte en tus decisiones del día. Cuéntale las cosas buenas y malas que te están pasando. Comparte las decisiones que necesitas tomar. Eso te ayudará a comprender mejor algún detalle sobre la situación, que tal vez no hayas percibido antes.
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Interceder: Por los familiares, amigos, desconocidos.
La oración intercesora ocurre cuando oras por alguien y pides que Dios bendiga y restaure a esa persona. Potenciará el actuar de Dios en la vida de esa persona y también aumenta en nosotros el amor y la empatía. Cuéntale a Dios sobre las necesidades de tus compañeros de trabajo, vecinos y parientes. Pídele que te muestre cómo ser la respuesta a esa oración y que provea los medios para bendecir y cuidar de esas personas.
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Orar por ti mismo: Conversar con Dios sobre tus proyectos personales, sentimientos y sueños.
Puedes abrir tu corazón a Dios, contarle los sucesos del día, las cosas buenas y malas que viviste. Cuéntale lo que te hizo feliz y lo que te está robando la paz. Describe tus proyectos personales, sueños, logros, abre su corazón y cuéntaselo todo a Dios.
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Silencio: Dios hablará contigo a través de tu conciencia.
Así como no tiene sentido ir al médico, contarle todo lo que estamos sintiendo y después dar media vuelta e irnos, tampoco tiene sentido orar y después salir sin escuchar lo que Dios tiene para decirnos. En ese momento, Dios puede recordarte algún versículo bíblico, algún mensaje especial, alguna necesidad de alguien que él quiere que tú resuelvas.
Más allá de la comprensión humana
Dios te creó porque ama tu compañía.
En el Antiguo Testamento, el santuario representaba la presencia de Dios en medio de su pueblo. A Jesús lo llaman Emanuel, que significa Dios con nosotros, y el Espíritu Santo fue enviado a la Tierra para ser Dios junto a nosotros. El mayor deseo del corazón de Dios es estar con nosotros. Por eso, la oración no es invocar la presencia de Dios, sino reconocerla.
Usa esos elementos para hacer tus momentos con Dios más significativos, adapta y crea nuevas maneras de comunicarte con tu Padre. Él está ansioso por escucharte y así tener una relación íntima contigo. ¡Comienza ahora!
Haz una oración usando estos consejos explicados arriba. Te garantizo que será muy especial.
Referencia
[1] Edición del 24 de mayo de 2020.
Autor: Victor Bejota es licenciado en teología y máster en teología aplicada a la comunicación. Actualmente, se desempeña como pastor del área de Internet de la Red Novo Tempo de Comunicação.
Imagen: Unsplash. Foto de Hamed darzi en Unsplash
Publicación original: ¿Cómo orar sin ver cómo pasa el tiempo?
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