Lección 7 para el 16 de noviembre de 2024: BIENAVENTURADOS LOS QUE CREEN.
Juan menciona muchos testimonios de personas que creyeron en Jesús. Algunos creyeron sin vacilación, otros con dudas. Hubo quien creyó, pero vaciló, y actuó contra sus propias convicciones. También hay quien creyó sin ver, como Abraham, y como los creyentes del siglo XXI.
-
ABRAHAM: Creer por fe
- ¿Qué quiso Jesús decir con la expresión “ver mi día” (Juan 8:56)?
- Abraham era consciente de que la promesa que se le dio (Génesis 22:18) no se refería solo a su abundante descendencia. Se refería a la simiente prometida a Eva, es decir, al Salvador del mundo (Génesis 3:15).
- Sin saberlo, Isaac representaba a Jesús, ascendiendo al monte, cargando con la madera en la que iba a ser sacrificado (Génesis 22:6).
- Solo cuando fue detenido para que no sacrificase a su hijo, y éste fue sustituido por un carnero, comprendió Abraham la misión del Salvador (Génesis 22:11-14). Por fe, vio el día de Jesucristo (su muerte redentora), creyó, y se gozó.
-
MARÍA: Creer y dar gracias
- Hubo varias razones que llevaron a María a ofrecer a Jesús un costoso perfume, y ungirle con él (Juan 12:1-3):
- Jesús había perdonado sus pecados (Lucas 7:44-48)
- Jesús había resucitado a su hermano (Juan 11:1-2)
- Jesús había hablado de su muerte (Juan 12:7)
- Simón, el anfitrión, solo pensó en que era pecadora (Lucas 7:39). Judas solo pensó en el beneficio que podría haber sacado con tan costoso regalo (Juan 12:4-6).
- Pero Jesús conocía el corazón de todos. A Simón le hizo ver su falta de agradecimiento. A Judas le dijo que no pusiera a los pobres como excusa.
- Para María solo tuvo palabras de cariño. Recompensó su fe, recordándole que sus pecados estaban perdonados, y exaltó su acción ante Judas y los demás.
- Hubo varias razones que llevaron a María a ofrecer a Jesús un costoso perfume, y ungirle con él (Juan 12:1-3):
-
PILATO: Creer y ceder
- Después de escuchar a Jesús hablar acerca de la verdad, Pilato quedó convencido de su inocencia (Juan 18:37-38).
- Después, volvió a declarar que Jesús no había cometido ningún delito (Juan 19:4). Incluso intentó apelar a los sentimientos de humanidad de la multitud, y declaró nuevamente su inocencia (Juan 19:5-6).
- Pero el punto culminante fue cuando supo que Jesús se declaraba Hijo de Dios. Pilato entró en pánico (Juan 19:7-8). Al hablar con Jesús, se convenció de la realidad de esta declaración (Juan 19:9-11). Si Jesús era lo que decía ser, debía tomar una decisión: creer y soltarle; o rechazarle y dejarle morir.
- La presión de la turba pudo más que su propia convicción. Creyó, pero cedió a la presión. Perdió su vida eterna para conservar su poder (Juan 19:15-16). ¿Renegarás tú de la fe por contentar a los que te rodean?
-
TOMÁS: Creer por ver
- Tomás no estaba presente cuando Jesús se presentó en el aposento alto tras su resurrección (Juan 20:19, 24). Aunque los apóstoles y otros testigos le aseguraron haber visto a Jesús resucitado, Tomás no les creyó. En lugar de aceptar su testimonio, fijo sus propias condiciones para poder creer (Juan. 20:25).
- A pesar de su incredulidad, Jesús le dio una nueva evidencia al presentarse ante él, responder a la duda exacta que había manifestado, e invitarle a creer (Juan. 20:26-27).
- Aun con todas las evidencias que Dios nos da para poder creer, siempre hay lugar para la duda. Es nuestra decisión aceptar esas evidencias, y creer en Él.
«En el trato que concedió a Tomás, Jesús dio una lección para sus seguidores. Su ejemplo demuestra cómo debemos tratar a aquellos cuya fe es débil y que dan realce a sus dudas. Jesús no abrumó a Tomás con reproches ni entró en controversia con él. Se reveló al que dudaba. Tomás había sido irrazonable al dictar las condiciones de su fe, pero Jesús, por su amor y consideración generosa, quebrantó todas las barreras. La incredulidad queda rara vez vencida por la controversia. Se pone más bien en guardia y halla nuevo apoyo y excusa. Pero revélese a Jesús en su amor y misericordia como el Salvador crucificado, y de muchos labios antes indiferentes se oirá el reconocimiento de Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!”». (Elena G. White, El Deseado de todas las gentes, página 748).
-
TÚ Y YO: Creer sin ver
- ¿Qué evidencias nos da Dios para que creamos en Él?
- La naturaleza: Aunque imperfecta y afectada por el pecado, la naturaleza nos enseña el diseño inteligente de que fue dotada por su Creador
- La Palabra de Dios: En la Biblia encontramos abundantes testimonios de las poderosas obras de Dios en la historia y en las personas. Tenemos en ella, especialmente, el testimonio de Jesús mismo
- Las profecías: El cumplimiento de profecías que anunciaban eventos históricos muchos siglos antes de su cumplimiento (Grecia invadiendo Persia; Tiro asolada; la destrucción del Templo de Jerusalén; etc.)
- La experiencia personal: ¿Cómo se transforma nuestro corazón? ¿Cómo hemos visto la mano de Dios obrando? ¿Qué respuestas tenemos a nuestras oraciones?
- Creer, en definitiva, es ver una realidad mayor que está más allá de nuestras circunstancias inmediatas.
- ¿Qué evidencias nos da Dios para que creamos en Él?
Para meditar:
«Podéis decir que creéis en Jesús, cuando tenéis una apreciación del coste de la salvación. Podéis hacer esta afirmación, cuando sentís que Jesús murió por vosotros en la cruenta cruz del Calvario; cuando tenéis una fe inteligente y comprensiva de que su muerte hace posible que dejéis de pecar, y que perfeccionéis un carácter justo por la gracia de Dios, otorgada a vosotros gracias al precio de la sangre de Cristo». (Elena G. White, The Review and Herald, 24 de julio, 1888).
Autor: Sergio Fustero, de la Iglesia Adventista del 7º Día en Zaragoza. Responsable, junto con su esposa Eunice Laveda, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es
Imagen: Librito oficial de Escuela Sabática