Vamos al parque
«¿Vamos al parque?». Es quizá una de las preguntas que más escucho pronunciar a los escolares en la puerta del colegio. Al terminar su jornada escolar, la mayoría salen con esa energía desbordante de la infancia, que les permite tener deseos de jugar incansablemente. ¡Bendita infancia! ¡Y benditos parques! Toda esa energía infantil es incontenible entre cuatro paredes.
Acabamos de estrenar la primavera. De todas las estaciones, también es la más activa en la naturaleza. La energía de la vida, contenida y acallada durante el largo invierno, despunta con toda la fuerza que aún conserva dotada por el Creador.
Cada brizna de hierba, cada gema de un árbol, cada capullo de flor, cada silbido de insecto, cada canto de ave y cada rayito de luz, nos recuerdan en primavera que el Amor de Dios sigue presente en y con su creación.
Nuestros niños y niñas, -hijos, alumnos, exploradores, pacientes, etc-, al igual que nosotros -padres, maestros, líderes, sanitarios, etc-, necesitamos recuperar y mantener ese contacto con la creación; tener la naturaleza tan presente en nuestro día a día como sea posible.
«Vamos al parque» no debería ser, pues, una pregunta sin respuesta, sino una afirmación con toda la intencionalidad de vivir esa experiencia inclusiva que ofrece el parque.
Historia del parque
Pero ¿de dónde vienen los parques? Si «los niños vienen de París», los parques vienen de Londres.
El origen de los parques urbanos es bastante reciente. En la Gran Bretaña de mitad del s.XVIII, la Revolución Industrial trajo como consecuencia el aumento de presión demográfica, el hacinamiento y la contaminación en las ciudades.
El fuerte contraste entre la vida urbana gris ceniza y la vida rural de la verde campiña inglesa, no solo era notablemente extremo, sino negativamente muy influyente sobre los factores de salud.
Con el precedente de las enormes extensiones de terreno dotado de prados y bosques que gozaban las mansiones de la aristocracia británica, la idea de paisaje diseñado de las villas de clase alta se trasladó a modificar el paisajismo urbano, para convertirse en un bien de uso público en la ciudad. Y así, por ejemplo, el original coto de caza real de Enrique VIII, se transformó en el reconocido y pionero Hyde Park de Londres.
Ya no era naturaleza salvaje, sino domesticada, un objeto pictórico, un decorado. Pero naturaleza al fin.
Filosofía del parque
De forma paralela, el pensamiento occidental no consideraba a la naturaleza como un espacio de relación social, hasta que la creación de los parques supuso una nueva forma de encuentro entre lo social y lo natural.
Más adelante, en el s. XIX emergen corrientes de pensamiento higienista para quienes los parques no tenían solamente un sentido estético o recreativo, sino también funcional.
Buen ejemplo de ello fue el Pla Cerdà (plan urbanístico ideado por Ildefons Cerdà en 1860) que, en mi ciudad natal, Barcelona, incorporó la innovadora propuesta urbanística de equipar los espacios interiores de las «manzanas» octogonales de casas, con espacios verdes y parques abiertos, cuyos objetivos de salud e higiene ofrecían un «ensanchado» respiro a la vieja ciudad medieval insalubre y oprimida.
Adelantado a su tiempo, Cerdà defendía el equilibrio entre los valores rurales y las ventajas urbanas, al proponer ruralizar lo urbano. No fue bien entendida su utopía.
Lo que el parque urbano logró en la sociedad de las ciudades europeas del s. XIX fue el nuevo concepto de un lugar de reconciliación de la ciudadanía con lo que se encontraba más allá de los límites de la ciudad, un espacio de esparcimiento saludable en medio del mundo del trabajo industrial.
Reinterpretar el parque
Nuestros parques actuales son herederos de aquellas novedades siglos atrás.
Cierto, en los espacios verdes se domestican los elementos naturales, que se condensan entre los límites de calles y edificios.
Pero más allá de la estética paisajística sumada al pensar higienista, los parques:
- Mantienen la voluntad histórica principal de favorecer el desarrollo de actividades de ocio, descanso, relajación, desahogo, etc.
- Permiten el cuidado físico, mental y social de las personas, contrarrestando el agresivo ambiente urbano.
- Ofrecen un lugar de encuentro al aire libre, abierto a la imaginación y a reinterpretar sus usos.
Y es precisamente la reinterpretación del parque lo que proponemos con la iniciativa «¡Viva el parque! Comprometid@s con la naturaleza urbana, el estilo de vida saludable, la educación en el ocio y la convivencia cívica».
Partiendo desde el Departamento de Salud, se suman los Departamentos JAE, MIAF+ y Educación de nuestra Iglesia Adventista en España, para aportar reflexiones, sugerencias e ideas prácticas que destaquen la relevancia del uso de los parques y espacios verdes en los entornos urbanos donde vive la mayoría de la población, como fuente y foco de salud, educación y convivencia.
Vive el parque
La iniciativa «¡Viva el parque!», con la serie de infografías y artículos que se irán publicando durante la presente primavera, motiva a poner en relevancia la oportunidad de acción y transversalidad social que ofrecen los parques: un espacio abierto donde compartir la vida y el estilo de vida.
No se trata de solo ir al parque porque sí, para que pequeños y grandes se «desahoguen» o porque así nos entretenemos un poco.
Se trata de:
- ser conscientes e intencionales en el tiempo de ocio,
- disfrutar la estancia en los parques con todo el propósito e intención de promover momentos de calidad en ellos,
- generar identidad, estilo de vida y buenos recuerdos,
- que este sencillo tiempo de ocio se convierta en una dinámica saludable, ecologista, educadora y cívica para todas las edades,
- aprovechar al máximo uno de los pocos espacios de libertad que van quedando
- ser sensibles a las oportunidades que nos ofrece esa convivencia en ellos para entablar conversaciones y establecer amistades, que pueden conducir a reinterpretar el parque como un espacio de acción misionera en todos los aspectos que implica la misión.
Te animo pues, en este despertar de la primavera, de naturaleza palpitante, a sumarte, a compartir y a comprometerte a vivir el parque de forma plena, igual que la vida, como una antesala de vivir la eternidad.
¡Vive el parque con mucha vida! ¡Viva el parque!
Autora: Dra. Sarai de la Fuente Gelabert, médico de familia y comunitaria. Directora del Departamento de Salud de la Iglesia Adventista en España.
Colaboran:
- Jonatán Bosqued Ortiz, director del Departamento JAE.
- Maijo Roth, directora del Departamento MIAF+.
- Joan Llorca Contel, director del Departamento de Educación.
Bibliografía consultada:
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http://www.agi-architects.com/blog/origen-parque-urbano/
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http://www.xtec.cat/cda-barcelona/quaderns/eso/quadern_pla_cerda_eso12.pdf
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https://es.wikipedia.org/wiki/Plan_Cerdá
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https://es.wikipedia.org/wiki/Hyde_Park
Precioso artículo en el que he aprendido mucho, estoy de acuerdo con todas las ideas de compartir, respetar y cuidar estos bienes urbanos, que nos dan Libertad, paz y sosiego tan deseados y necesarios para nuestras familias, jóvenes, niños, mayores, creando convivencia social y buen hacer.
Enhorabuena a todo el equipo deseando mucho éxito en ese buen hacer de nuestra iglesia. Así Sea. I. Cifuentes
Muchas gracias por tus amables palabras, Ina. Bendiciones.
Creo que una revista con este formato puede educar nuestra filosofía de vida y ayudar a otras personas que la compartan y la necesiten
Interesante. Muchas gracias por el comentario. Bendiciones, Federico.
Como impulsora de esta iniciativa, agradezco el interés y comentarios positivos expresados, Seguimos adelante con el Dep. Salud y los otros departamentos de la UAE colaboradores. Os animo a seguir de cerca las novedades en la Revista Adventista. ¡Salud y Bendiciones!
Muchas gracias por el esfuerzo en crear actividades, con una visión diferente y en la cuál podemos todos participar. La verdad como ministerio de salud yo no encuentro mucho que hacer, esta iniciativa la pondré en práctica ya os contaré que tal.
Bendiciones!!