¿Cuál es el destino de aquellos que no han tenido la oportunidad de escuchar acerca de Jesús? ¿Serán salvos o se perderán?
Estas preguntas conducen a otras consideraciones importantes. ¿Cómo se relaciona el cristianismo con otras religiones del mundo? ¿Es el cristianismo realmente algo único? ¿Deberían los cristianos ser misioneros? ¿No es la misión un concepto colonial?
Estas no son preocupaciones nuevas. Han sido ponderadas y debatidas por siglos. Pero a medida que el globo se convierte en una aldea, con una explosión demográfica que pasa los cinco billones de habitantes, y con sus religiones que se convierten en la fe del vecindario, este asunto adquiere más importancia hoy que en cualquier otro momento de la historia. En esta compleja situación, los cristianos tienen que permanecer fieles a su Señor y al mismo tiempo encontrar respuestas que puedan satisfacer sus propias mentes y tengan algún sentido para los que son ajenos a su fe religiosa. A través de los años, los teólogos cristianos han desarrollado tres respuestas básicas a las preguntas mencionadas.[1]
Primera respuesta: La postura restrictiva
Esta posición sostiene que todos los que no han sido evangelizados están condenados y no serán salvos. A menos que la gente escuche el mensaje de Jesús y responda a él, no tendrá ninguna esperanza. Esta ha sido la más popular y extendida creencia a través de la historia cristiana. San Agustín enseñó este punto de vista, como lo hizo también el teólogo de la Reforma, Juan Calvino. Y muchos evangélicos modernos continúan creyéndola y predicándola.[2]
Sin embargo, muchos cristianos hoy en día no aceptan esa posición. La fuerza de este concepto radica en su poderosa motivación para la misión. J. Hudson Taylor, el gran misionero británico del siglo pasado, fundó la sociedad misionera sobre esta premisa. Por medio de la representación gráfica de millones de chinos que bajaban a la tumba sin Cristo destinados a la muerte eterna, Taylor movilizó a miles para contribuir con su dinero, tiempo e inclusive con sus vidas para trabajar por la China continental.
Muchas sociedades misioneras del siglo XX continúan haciendo lo mismo. Esta postura encuentra apoyo en pasajes bíblicos tales como en Juan 3:36 («El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él») y en 1 Juan 5:12 («El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida»). Esta postura tiene un problema. ¿Cómo se puede creer en un Dios de justicia y de amor al decir que algunos no serán salvos porque no ha tenido la oportunidad de escuchar las buenas nuevas de Jesús, sin ser esta omisión su propia falta?
Esta situación se trajo a los hogares en forma muy vívida, al presentar una serie cinematográfica sobre las misiones producida por la Corporación Británica de Difusión. La escena se desarrollaba en un claro en la densa selva de Nueva Guinea. Una joven pareja de misioneros evangélicos estaba sentada junta, al momento de ser entrevistada. Se les formularon preguntas acerca de su obra en favor de una tribu que nunca antes había sido alcanzada por misioneros cristianos. Como había visto en acción a la persona encargada de la entrevista en ocasiones anteriores, pude percibir lo que iba a suceder. No me decepcionó.
Mirando directamente a la joven esposa el reportero preguntó: «¿Cree usted realmente que esta tribu se perdería eternamente si ustedes no hubieran venido a enseñarles acerca de Jesús? Usted hizo una declaración previa sobre la amablilidad de esta gente. ¿Por qué obraría Dios de esta manera con respecto a ellos?». La cámara rápidamente acercó su cara la cual mostró agitación e incertidumbre. Claramente, a ella se la había instruido que su respuesta debería ser un «sí», pero era muy difícil de pronunciarla y defenderla en esa situación. En su desesperación, ella miró a su esposo, quien hizo lo mejor que pudo para dar una respuesta. La entrevista continuó, pero el dilema quedó planteado.
Segunda respuesta: Postura universalista
Esta postura sostiene que toda persona sincera que busca la salvación en su religión, la encontrará. La mayoría de los cristianos universalistas ven que esto tiene lugar a través del trabajo meritorio de Jesús. Mientras que hay muchas explicaciones que difieren en el cómo será posible, una cosa es cierta: al final, todo individuo no evangelizado –incluso los que ahora están pasando por una etapa de rebeldía– serán rescatados. Una minoría de los universalistas cree que todo el mundo va a ser salvo, a pesar de sus elecciones. Una mayoría mantiene que Dios continuará trabajando con la gente hasta que todos finalmente se convenzan de que su camino es el mejor.
El universalismo tuvo su abogado en la iglesia primitiva por medio de los escritos de Orígenes. Cayó en desgracia y fue revisado solamente después de la reforma. Desde 1800 ha ganado fuerza tanto entre protestantes como entre católicos romanos. Parte de este desarrollo se debe a la fuerte reacción de muchos cristianos en contra de la postura de la restricción. Entre los bien conocidos defensores del universalismo en el siglo XX están los eruditos de la Biblia británicos como William Barclay y John A.T. Robinson, y el teólogo norteamericano Paul Tillich.
Entre los textos favoritos de los universalistas están: 1 Timoteo 4:10, en el cual Pablo habla de Dios «que es el Salvador de todos los hombres»; Tito 2:11, «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres»; y Juan 12:32, donde Jesús declara: «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a todo hombre hacia mí mismo».
La fuerza de la posición universalista está en su percepción acerca de Dios. Un ser divino que al final va a hacer salvo a todo el muno puede fácilmente ser percibido como amoroso, que se ocupa de sus hijos y es longánime. Por otro lado, los universalistas, si toman la Biblia seriamente, tienen dificultades para explicar por qué Jesús ordena a sus seguidores llevar su mensaje «hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8) y hacer «discípulos en todas las naciones» (Mateo 28:19). ¿Para qué testificar si de todos modos toda la gente en todo lugar será salva al final?
Tercera respuesta: Postura de inclusión
Entre las dos posturas extremas, la restrictiva y la del universalismo, está la de la inclusión o también designada como la de «más amplia esperanza». Esta posición sostiene que debido a lo que Dios hizo a través de Jesucristo, todo aquel que busca sinceramente a Dios en la religión será salvo. Siendo que Jesús es la base para que seamos salvos, él puede salvar a los que verdaderamente buscan la salvación en otras religiones, o aun a los que no tienen ninguna religión, y que nunca escucharon acerca de él.
La postura inclusiva se diferencia del universalismo en creer que se perderán todos los que no son verdaderos buscadores de la salvación. Actualmente el inclusivismo está ganando adeptos, a menudo a expensas de la postura de la restricción. Juan Wesley, el fundador del metodismo, y C.S. Lewis, el popular escritor cristiano, están entre aquellos que han apoyado la posición de inclusión. ¿Qué creen estos acerca de la manera en que opera la salvación? ¿Cómo son salvos? Algunos sostienen que Dios en alguna forma da a todos la oportunidad de escuchar acerca de Jesús y de que hagan su decisión.
Un grupo de entre ellos cree que después de la muerte habrá una evangelización especial, mientras que otros cree que esta evangelización tendrá lugar antes de la muerte. Otro grupo, por otro lado, cree que Dios no necesita evangelizar a esta gente para que sean salvos. Ya que él conoce todas las cosas, él puede juzgarlos simplemente sobre la base de cómo ellos responderían si hubieran escuchado el mensaje.
Probablemente el grupo más amplio cree que el buscar sinceramente a Dios y hacer el bien es todo lo que se necesita para que sean salvos. Todos los puntos de vista convergen en que Dios puede salvar a la gente sin que haya contacto físico con un misionero cristiano o con un testigo. Como evidencia bíblica para esta posición, los partidarios de la inclusión a menudo utilizan textos empleados por los universalistas e inclusive los de la postura restrictiva, pero los interpretan en forma diferente.
Ellos interpretarían la expresión «Salvador de todos los hombres» como una fórmula de salvación accesible a todos, y no como un requisito para la salvación. Los textos usados por los de la posición restrictiva se refieren a la necesidad de «tener al Hijo», o de «obedecer al Hijo». Los inclusivistas interpretan estos textos en el sentido de que los no evangelizados podrían obtener la salvación sin conocer explícitamente el nombre o la identidad de Jesús. Los partidarios de la inclusión sostienen que ellos pueden defender la bondad de Dios. Aunque algunos se perderán, será por su propia decisión. Dios acepta esa decisión y no los fuerza a vivir en el cielo.
Importantes principios de evaluación
Al estudiar estos diferentes puntos de vista, tenemos que tener en cuenta cuatro principios cruciales:
1. En las tres posiciones hay cristianos sinceros que creen en la Biblia.
Tenemos que resistir a la tentación de juzgar como menos cristianos a aquellos que están en desacuerdo con nuestros puntos de vista. Elocuentes defensores de cualquiera de estos puntos de vista podrían dar extensos estudios bíblicos para sostener su posición. Si la Biblia fuera completamente clara en este asunto, no habría probablemente tanta variación. Por razones que sólo Dios conoce, la Escritura no trata este tema con la claridad que hubiéramos deseado que lo hiciera.
2. Los cristianos deberían mantener la centralización y la soberanía de Jesús.
Los cristianos deberían tomar en serio las palabras de Hechos 4:12: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Desafortunadamente, algunos puntos de vista extremos niegan el poder de Jesús y/o la singularidad de su persona. Muchos partidarios de la restricción parecen limitar el poder de Jesús. El puede, creen, hacer que sean salvos solamente a aquellos que pueden ser alcanzados por un misionero. Yo creo que el Cristo resucitado, la única fuente de salvación, puede salvar a la gente en otras formas diferentes a este único método.
Al tratar de tomar a Jesús seriamente como la fuente de salvación, los de la restricción pueden estar actualmente negándole algún poder soberano propio. Y algunos universalistas parecen negar la singularidad de Jesús y sugieren que la salvación puede encontrarse independientemente de él. Dos populares autores modernos que abogan por este punto de vista son John Hick y Paul Knitter. Hick afirma: «Puede ser que una [religión] facilite más la liberación/salvación humana que otras, pero si fuera así, no es evidente a la percepción humana. Hasta donde podemos decir, son todas igualmente productivas en lo que concierne a la transición del yo a la realidad, lo cual podemos apreciar en los santos que encontramos en todas las tradiciones».[3]
Yo creo que Jesús es singular y que él es el único camino para la salvación, pero también siento que los sinceros creyentes de otras religiones pueden ser salvos. Los perdidos no saben necesariamente en esta vida la fuente exacta de su salvación. En resumen, tenemos que rechazar todo punto de vista que limita el poder de Jesús o que le niega el lugar especial que la Escritura le otorga.
¿Por qué debería comprometerme con la Misión?
Por la desesperada necesidad de la gente. Jesús observó que las muchedumbres estaban «desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor» (Mateo 9:36). Esa fue la razón que dio para enviar obreros a cosechar. Las necesidades espirituales, sociales, familiares y físicas, abruman nuestro mundo hoy. Necesitan ser salvos también de su realidad actual.
Porque Jesús así lo ordenó. La gran comisión es una orden, no una sugerencia. Jesús tenía que saber lo que estaba diciendo. Aun cuando no entendamos todas las razones, los seguidores de Jesús aman el obedecer sus órdenes. (Ver Mateo 28:18-20; Marcos 16:15, 16; Lucas 24:48,49; Juan 20:21; Hechos 1:8).
3. Los cristianos tienen que mantener un equilibrio entre el amor de Dios y su justicia, y el claro mandamiento de testificar.
En repetidas ocasiones la Biblia enfatiza el amor y la justicia de Dios como elementos esenciales de su carácter. También urge a los cristianos para que compartan con otras personas sus creencias acerca de Jesús (ver Mateo 9:37,38; 28:16-20; Lucas 24:46-49; Romanos 10:13-17; Hechos 1:8). A mí me gusta considerarme dentro de la postura de inclusión conservadora. Pareciera que una posición semejante estuviera más cerca del equilibrio apropiado entre el amor de Dios y la validez del concepto de misión. Ni la postura restrictiva ni la de universalidad logran alcanzar este equilibrio.
Yo creo que Dios generalmente salva a la gente por medio de mensajeros humanos que comparten sus buenas nuevas. También creo que Dios es justo y amante, y que no está limitado por nuesta incapacidad de transmitir el mensaje. El escudriña el corazón de la gente y la juzga en conformidad. Aunque Jesús siempre será la base para la salvación de cualquier persona, sin embargo, algunos que no han escuchado su nombre, pueden ser salvados por él.
Este equilibrado énfasis aparece en los escritos de Elena White. Por un lado, ella acentúa que la gente está perdiéndose por nuestro fracaso en alcanzarlos con el mensaje: «Las muchedumbres perecen por falta de enseñanza cristiana. A nuestras puertas y en el extranjero los paganos quedan sin educación y se pierden. Frente al hecho de que Dios… nos dio gratuitamente el conocimiento salvador de su verdad, ¿qué disculpa alegaremos por permitir que asciendan al cielo los clamores… perdidos?”.[4]
Por otro lado, Elena White claramente señala cómo algunos paganos van a ser salvos: «Entre los paganos hay quienes adoran a Dios en la ignorancia, aquellos a quienes nunca se les trajo la luz por medio del instrumento humano, sin embargo estos no perecerán. A pesar de ser ignorantes de la ley escrita de Dios, han escuchado su voz hablándoles por la naturaleza, y han hecho las cosas que la ley les demandaba. Sus obras son evidencia de que el Espíritu Santo ha tocado sus corazones, y son por tanto reconocidos como hijos de Dios» [5]
4. Un estudio cuidadoso demuestra que a veces hay preguntas más apropiadas que la pregunta acerca de la “salvación”.
No me interpretes mal. Yo creo que es muy importante que los no evangelizados sean salvos. Los cristianos bien informados deberían tener una buena respuesta para este problema. Pero también creo que en algunas situaciones, especialmente donde los creyentes pueden compartir su fe libremente, hay otras preguntas que son más provechosas: ¿Cómo está obrando Dios en la vida de esta persona? ¿Qué puedo hacer para acelerar el proceso? ¿Cómo actúa Dios en situaciones divergentes? Preguntas como estas dejan la salvación en manos de Dios y nos impelen a pensar cómo podemos cooperar con él.
Nuestro cometido
Una vez que se haya dicho y hecho todo lo que se debía decir y hacer, la evidencia cristiana debería centrarse en Jesús. Las situaciones pueden ponerse hostiles cuando los adeptos de otras religiones piensan que nosotros consideramos que los cristianos son mejores que los creyentes de otras religiones. Rechazamos este reclamo rotundamente. Lo que es tan especial entre los cristianos es que Jesús es el singular Dios-hombre y el único camino a Dios, el Padre.
Estas son buenas nuevas que no tienen nada que ver con la bondad o maldad de ninguna persona o sistema religioso en particular. Nuestro principal objetivo es el de contar esta historia en amor y persistencia, y dejar que Dios decida quienes van a ser salvos. Nuestra creencia también tiene que preservar la centralidad de la misión. No me inquieta tanto lo que creemos acerca del destino de los no evangelizados, como nuestro cometido de obedecer el mandamiento de Jesús de proclamar las buenas nuevas a toda la gente. La iglesia –¡nosotros!– vive y muere en base a la obediencia a nuestra misión.
Autor: Jon L. Dybdahl (Ph.D., Fuller Theological Seminary) es director del Institute of World Mission en Andrews University, Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos.
Imagen: Foto de Ismael Paramo en Unsplash
NOTAS:
- Para un excelente resumen de las principales posturas, ver John Sanders: No Other Name: An Investigation Into the Destiny of the Unevangelized (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1991).
- Un estudio de 5.000 evangélicos que asistieron a Urbana Missions Conference de 1975 mostraron que 37 por ciento podría ser clasificado en la postura de restricción. Ver Sanders, p. 216.
- John Hick, Problems of Religious Pluralism (New York: St. Martin’s Press, 1985), pp. 86, 87.
Elena White, El ministerio de curación (Mountain View, Calif.: Pacific Press Publ. Pacific Press Publ. Assn., 1959), p. 220. - White, El Deseado de todas las gentes (Mountain View, Calif.: Pacific Press Publ. Assn., 1955), p. 264.
PUBLICACIÓN ORIGINAL: “¿Hay Esperanza para los No Evangelizados?,” Diálogo 7:1 (1995): 16-17, 29