Cómo romper ciclos negativos y crear un legado positivo para las futuras generaciones.
La herencia familiar no se resume en los bienes materiales. Incluye valores, comportamientos y creencias que son transmitidos de generación en generación. Ese legado puede ser una fuente de fuerza y sabiduría, pero también puede cargar patrones negativos que afectan nuestras vidas y las de nuestros descendientes. Comprender esa dinámica es esencial para promover cambios positivos. Como nos orienta la Biblia, «Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él» (Proverbios 22:6).
La influencia de la herencia familiar se observa en varias generaciones. En Éxodo 20:5, la Biblia nos revela que las acciones de los antepasados pueden afectar hasta la tercera y la cuarta generación. La escritora Elena G. White refuerza esta idea afirmando que los pecados de los padres impactan poderosamente a los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Consejos sobre la salud, p. 49). Por eso, es crucial entender el impacto de las acciones de hoy en los que vendrán en el futuro.
Las prácticas y los hábitos se pasan sin cuestionamientos, como el apretón de manos, que simbolizaba paz y confianza. Hoy, continuamos esa práctica sin saber el motivo. Tendemos a reproducir historias familiares, pero no somos sus rehenes.
Las generaciones y sus influencias
Primera generación (abuelos): establecen los primeros patrones de comportamiento y valores. Sus acciones forman la base de lo que se transmitirá. Carl Jung [1] afirma que «a través de los padres, el alma de los niños es moldeada por las influencias de la cultura y de las tradiciones familiares».
Segunda generación (padres): reproducen muchos comportamientos y valores aprendidos. Alice Miller [2] observa que «los patrones emocionales y comportamentales de los padres se pasan a los hijos, que, muchas veces, repiten esos ciclos de generación en generación».
Tercera generación (hijos): crecen bajo la influencia directa de los padres, absorbiendo comportamientos y valores familiares. Baldwin [3] subraya: «Los niños son grandes imitadores; por eso, deles algo muy bueno para imitar».
Cuarta generación (nietos): influenciados por la suma de todas las generaciones anteriores, representan la continuidad o transformación del legado familiar. Jessie Bernard [4] afirma: «Lo que les dejamos a nuestros hijos no es solo lo que guardamos, sino también lo que compartimos con ellos».
La ciencia de la epigenética
La epigenética estudia cómo nuestros comportamientos y el ambiente pueden causar cambios que afectan la forma en la que funcionan nuestros genes. Esos cambios pueden ser transmitidos de una generación a la siguiente, lo que ejercerá influencia en la salud y el comportamiento. A pesar de eso, tenemos el irrevocable poder de elección.
Romper herencias malas
Para transformar una herencia negativa en un legado positivo, considere las siguientes sugerencias:
Reconocimiento y aceptación: reconocer los patrones negativos existentes en la familia es el primer paso para el cambio. Virginia Satir [5] dice: «El cambio comienza con la toma de consciencia».
Diálogo abierto: cree un ambiente en el que todos se sientan cómodos para hablar sobre emociones, miedos y experiencias. La comunicación abierta ayuda a resolver conflictos. Adrienne Rich [6] afirma: «La comunicación es la clave para la comprensión y la resolución».
Educación y autoconocimiento: busque conocimiento sobre cómo afectan los patrones familiares (eso incluye psicoterapia individual o familiar) el comportamiento y aprenda nuevas maneras de lidiar con las situaciones difíciles.
Modelar comportamientos positivos: sea un ejemplo positivo para las futuras generaciones. Demuestre valores como respeto y empatía. Gandhi [7] dice: «Sea el cambio que quiere ver en el mundo».
Perdón y curación: trabajar el perdón es esencial para romper ciclos negativos. C. S. Lewis [8] lo describió bien: «Perdonar es liberar al prisionero y descubrir que el prisionero era usted».
Conclusión
Transformar una herencia familiar negativa en un legado positivo es una tarea difícil, pero gratificante. Al reconocer los patrones nocivos y adoptar medidas activas para cambiarlos, podemos dejarle algo mejor a la próxima generación. A través del diálogo, la educación, la presentación de buenos comportamientos y perdón, construimos una herencia de amor, respeto y comprensión. Como está escrito en Deuteronomio 6:6, 7: «Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos […]».
Al adoptar estas prácticas, ayudaremos a nuestras familias a crecer de manera saludable y feliz, lo que creará un impacto positivo y duradero. Construyamos juntos un futuro mejor, comenzando hoy.
Autor: Henilson Erthal, exdirector de Educación, Ministerio de Familia y Libertad Religiosa de la Unión Norte Brasileña de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Referencias: