A veces se nos olvida, porque nos metemos en la rutina de nuestras vidas, la grandeza y el cuidado de nuestro Dios. Y aunque leemos la Biblia, vamos a nuestra iglesia cada sábado, y preparamos nuestra lección de Escuela Sabática de la semana, nos cuesta ver el inmenso amor que Dios tiene por nosotros, y cómo se preocupa por nuestras cosas aunque sean pequeñas e insignificantes. Hasta que de pronto un día, te sorprende con una oración contestada, con un pequeño milagro que te despierta y te hace sentir lo cerca que está Dios de tí.
Quiero compartir con vosotros una de tantas experiencias que he vivido hasta ahora.
Nunca he tenido problemas de trabajo. Desde los 18 años he trabajado sin parar y apenas he cambiado de ocupación dos o tres veces en toda mi vida. El último empleo que he tenido era ideal, en una empresa de publicidad en la que pude sentirme completamente realizada. Era perfecto para mi. Me sentía valorada y me gustaba muchísimo.
Tenía compañeros que se han convertido en familia, un horario maravilloso que me permitía recoger a mi hijo del colegio y pasar el resto del día con él, ocupándome de sus cosas. Recibía un sueldo aceptable y, además, disfrutaba de muchos otros detalles que lo hacían mi trabajo soñado. Un puesto laboral que sé que Dios me regaló y puso en mi camino, llenándome de bendiciones increíbles.
Pero llegó la pandemia, y con ella los problemas. ERTE y finalmente despido fulminante. Y después de tantos años trabajando allí, en el lugar donde pensaba que me iba a jubilar, llegan el adios, los miedos y las dudas. Solamente la confianza en Dios logró mantenerme tranquila y segura de que todo estaba dentro de sus planes para mí.
Hacía muchos años que había estudiado en la universidad una carrera que era sólo para trabajar en la administración pública, como funcionaria. Yo era tan joven que no pensé realmente en la dificultad de hacer oposiciones, tras varios años de carrera. Las oposiciones son difíciles, se presentan miles de personas para muy pocas plazas, hay que estudiar un temario muy denso con muchas leyes que cambian continuamente y que se parecen mucho entre sí, y cuesta retener tanta información. Y si es difícil para cualquiera, para un adventista del séptimo día lo es mas ¿sabes por qué? Porque los exámenes suelen ser en sábado.
Aunque tenemos casos de adventistas a los que les ha respetado el sábado de una forma un poco especial (te dejan aislado en una sala todo el sábado hasta la puesta, totalmente incomunicado, y después te hacen el examen a ti solo), entenderéis que supone un poco mas de presión añadida. Así que, en su día, decidí no meterme en ese problema. Pero… me había quedado sin trabajo. Dios me regaló tiempo y la posibilidad de hacerlo, de modo que decidí emprender la aventura y prepararme unas oposiciones.
Preparando las oposiciones, con Dios en primer lugar
“Casualmente” este año 2021 está siendo uno de los que mas plazas ha convocado el Estado para opositar y poder conseguir un trabajo fijo, con muchas ventajas. Así que he podido, incluso, elegir a qué puesto me presentaría. Y elegí la Universidad de mi ciudad.
Empecé a estudiar en octubre del año 2020: 22 temas, 1000 páginas para retener y memorizar. Difícil, pero factible. Así que, desde entonces, me he preparado un calendario con las horas de estudio por temas, y estudio, mañana, tarde y noche. Incluso los domingos, descansando solamente el sábado. Pero lo primero de mi estudio, lo que está en primer lugar en mi agenda, es mi lectura diaria de la Biblia, mis oraciones, y mi ratito especial con Dios. Por supuesto no podía perderme la oportunidad de hacer todos los cursos de Teología para todos, que desde aquí agradezco a quienes lo han hecho posible, porque me ha parecido fabuloso y una oportunidad única.
El problema de los exámenes en sábado
Cuando me metí en esto de intentar ser funcionaria en la Universidad, sabía que el exámen de la oposición sería en sábado. Históricamente siempre se ha hecho en sábado, durante años y años.
Hablé con algunos adventistas de otras ciudades. A algunos jamás los había visto y ni los conocía. Pero en esta gran familia adventista que somos, todos nos ayudamos, y no importa que no nos conociéramos de nada. Llamé a estas personas que hoy son funcionarios, y que un día tuvieron que enfrentar hacer su oposición en sábado, porque necesitaba conocer sus testimonios y necesitaba también sus consejos.
Uno de ellos me aconsejo que en la inscripción, para poder hacer la oposición, incluyera el documento que te prepara el pastor sobre el sábado. De ese modo podía darles la oportunidad de que conocieran este hecho, y que pudieran programar el examen cualquier otro día que no fuera sábado. Me contó que él lo hizo así, aunque de todos modos su examen fue en sábado. Le tocó quedarse todo el día encerrado en una sala con los examinadores, totalmente incomunicado, y le hicieron el examen a la puesta de sol. Amén por eso, pensaba yo ¡ojalá me permitan a mí hacer también lo mismo!
Así que cada mañana oraba y le decía al Señor: Padre, yo voy a estudiar, pero no puedo hacer nada con el problema del sábado, así que de eso encárgate tú. Lo dejo en tus manos.
Y cuando algunos amigos y familiares me decían: ¡para qué estudias tanto si no sabes si vas a poder hacer el examen! Yo respondía… ¡eso está en las manos de Dios!
Dios obra: ¡me examinaré en viernes!
Hace dos semanas salió una resolución de la Universidad, en el Boletín Oficial del Estado, en la que informaban de la fecha del examen para el que me estoy preparando. Son dos exámenes en realidad. Y ¿sabes qué? ¡Los dos exámenes están convocados en viernes! ¡En Viernes! ¡Increíble! Unos compañeros que he conocido, que están también preparando estas oposiciones y se han presentado varias veces en años anteriores, no paraban de comentarlo en el grupo de WhatsApp…Decían: Este año es raro todo, ¡hasta han puesto los exámenes en viernes!
Quizá este no sea el mayor testimonio que hayáis escuchado, ni el mayor milagro. Hay muchos testimonios mas impactantes, y mas emotivos. Pero os puedo asegurar que cuando vi que las fechas eran en viernes, los ojos se me llenaron de lágrimas y no podía dejar de agradecer a Dios por su grandeza, por su amor y por ser tan maravilloso.
Yo ni siquiera le pedía que me pusieran el examen otro día. Solo que me dejaran hacerlo a la puesta, aunque tuviera que pasarme el sábado encerrada e incomunicada. Pero la respuesta de Dios ha sido perfecta. Sus respuestas son mas perfectas de lo que esperamos. El dá mas de lo que pedimos. Y además, lo da mejor.
Esta experiencia me ha enseñado, una vez más, cuánto tengo que confiar en Él. Y cuánto se preocupa Dios por mis cosas. Así que te animo a que, tu también, pongas toda tu confianza en tu Padre. Que siempre, en tu vida, lo mas importante y lo primero sea Dios. Porque en la Biblia, y en nuestros días también, tenemos la prueba de que si lo ponemos en primer lugar, todo lo demás El nos lo dará.
Espero que mi testimonio te llene de esperanza, y de alegría, como a mí.
Dios te bendiga.
Autora: Sara Plano, anciana de la iglesia adventista de Alicante.
Imagen: Photo by Jasmin Ne on Unsplash
Qué Grande es el Señor¡¡¡ Y su amor? Ha movido todo un entramado burocrático por tí¡¡¡ El no olvida a NADIE.
Que siempre te bendiga por tu gran fe¡¡