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Si por casualidad usted es de Tasmania, perdóneme, pero creo que el diablo de Tasmania es una bestia de temperamento enfermo y repulsiva. Se las ha ingeniado para causar su propia caída al transferir un virus que causa un cáncer mortal a través de los mordiscos que infringe con alarmante regularidad en sus semejantes. Esto le ha garantizado estar en la lista de especies en peligro de extinción.

Lo que resulta interesante, a pesar de todo, es que hay muchas especies que están en peligro más crítico que el Diablo de Tasmania, sin embargo el diablo ha sido priorizado por encima de ellas. De forma sucesiva, los gobiernos federales australianos han favorecido la salvación del Diablo de Tasmania hasta llegar a la cifra de 13.3 millones de dólares en fondos.1

¿Por qué deberíamos sacrificarnos hasta este punto para salvar a una criatura tan desagradable? Me pregunto si los seres celestiales que observan el gran conflicto le han preguntado a Dios lo mismo respecto salvar a la raza humana.

La entrada del pecado resultó en la discusión de la raza humana, matando e inventando crueldades. De hecho, podría ser justo decir que los seres humanos somos incluso menos atractivos en nuestros hábitos que el Diablo de Tasmania. En cualquier caso, el gobierno del cielo anunció un paquete de medidas de rescate; un plan que fue establecido incluso antes de que el virus del pecado apareciese (1 Pedro 1:20). Lo barato no era una opción. Increíblemente, se hizo provisión para cada individuo de forma inmediata.

Los seres humanos están hechos de barro y volverán a él, así que como objetos nuestro valor es despreciable. Tenemos valor sólo por virtud del precio pagado por el cielo. El Comandante del cielo dio su propia vida para rescatar a la raza humana; el justo por el injusto. La misión de rescate era increíblemente arriesgada (Mateo 2:13; 4:1–11; 26:56). Esta generosidad ha establecido el valor que Él nos da,2 así como los millones prometidos indican el valor del Diablo de Tasmania.

La misma naturaleza de Dios, que se describe como Amor (del tipo ágape—1 Juan 4:7–9), estaba en juego. Un amor tal es espontáneo; no calcula el valor intrínseco para entrar en acción. Es autosacrificado; es la forma que Dios usa para mistrar humanidad. Desea relacionarse con la humanidad, un aspecto perdurable de su carácter. Él habitará con los salvados en la tierra nueva tal y como lo hizo en el Edén. Ahora, lo intrigante sobre el ágape es que busca al pecador, el perdido (Lucas 15:3–7: Juan 3:16). Se muestra para todos, sin tener en cuenta su ubicación, sabiduría o la moralidad de la vida vivida en el pasado (1 Corintios 1:27).

Este amor descendió a nosotros porque no tenemos nada que nos recomiende ante Dios (Isaías 64:6; Zacarías 3:3). Sólo Dios lo genera (Dios es Amor—1 Juan 4:7). Si entendiésemos esto, no habría más funerales donde se muestra el “alma inmortal” disfrutando los placeres del cielo. El concepto del alma inmortal lleva en sí la idea de que los humanos tienen en sí mismo un valor porque un elemento divino está alojado en el cuerpo. No tenemos nada que nos recomiende ante Dios, salvo nuestra necesidad.3

Otro mal entendido similar del amor ágape es la práctica creciente de los ejercicios místicos en la comunidad cristiana—se proclama que la Eucaristía trayendo a Cristo, o lo encarna, de nuevo. ¡Los sacerdotes afirman tener poder para dirigir a Dios! Y en la vida de oración se afirma que los que la practican pueden encontrar el “Cristo dormido” en el santo y silencioso interior.4 Aqui también se atribuye un valor inferido, haciéndose eco del misticismo oriental. Sin duda, nos podemos acercar a Dios en cualquier momento, pero no “en nosotros” (Nehemías 2:4; Mateo 6:9).

Así que, ¿cómo responde el cristiano al amor de Dios? La única respuesta adecuada es aceptar el glorioso don divino con gratitud, de todo corazón y mientras dure la vida. Una respuesta más allá de esto, llegará como consecuencia natural, el receptor actuará como un canal de su amor hacia los demás (Mateo 5:16).5 Somos llamados a ser canales de la gracia divina, embajadores si lo prefiere (2 Corintios 5:20).

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1. Nicky Phillips, “Survival of the cheapest”. Sydney Morning Herald, 11 de Agosto, 2011; Matt Smith, “$3m Federal funding boost to save Tasmanian devils”. Mercury News (Hobart), 23 Enero, 2014; Linda Hunt, “Fears for the Tasmanian devil survival program, as another funding request is rejected”. ABC News, Martes 14 de Enero, 2014.

2. Christian Service, 121; Patriarchs and Prophets, 162.

3. Anders Nygren, Agape and Eros (Chicago: University of Chicago Press, 1982), 206, 210, 222.

4. Thomas R. Kelly, A Testament of Devotion (London: Quaker Home Service, 1979), 27.

5. Hechos de los Apóstoles, 480:2; Christ Object Lessons, 328, 419

Revista Adventista de España