Estos días se alteraba la opinión pública española por unas declaraciones de la Ministra de Educación Isabel Celaá, en la que decía: “No podemos pensar de ninguna manera que los hijos pertenecen a los padres”.
Estas declaraciones son la reacción al “PIN Parental” que fue aprobado por el Gobierno regional de Murcia para comienzos del próximo curso, y ante el cual el Consejo de Ministros celebrado este viernes aprobaba un requerimiento en el que solicitaba su retirada (Protestante Digital, 18/01/2020).
PIN Parental. Definición
Pero, ¿qué es esto del “PIN Parental”? “Se trata de que la dirección de los centros educativos pida la autorización de los padres para dar a los niños charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones” (Diario El País, 09/01/2019).
Algunos periodistas han defendido las palabras de la ministra, diciendo que se refería a un poema de Gibran, y restándole gravedad a la filosofía que subyace a dichas declaraciones.
Os comparto el poema al que hacen mención:
Tus hijos no son tus hijos (Kahlil Gibran)
Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas son lanzados. Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.
Miedo
Confieso que, al conocer la noticia, mi primera reacción fue de espanto. Y creo que en la base de las reacciones, tanto mías, como de la ministra, está el miedo.
Pero creo que Celaá y otros políticos se consideran “justos”, creyendo defender “lo bueno”, y reaccionan ante el miedo a que algunos niños crezcan con ideas radicales que atenten contra la humanidad.
Todos tenemos miedo.
Nuestra reacción como cristianos es el miedo a que no nos dejen enseñarles a nuestros hijos que Dios existe, y que ese Dios quiere que nos comportemos de cierta manera. Tenemos miedo a que nos roben la esperanza de tenerlos a nuestro lado en una vida eterna.
Aunque todos actuamos, opinamos o reaccionamos desde el instinto del miedo en algún momento de nuestra vida, eso no es útil ni inteligente. Este tipo de declaraciones solo sirven para alterar el rebaño, y no podemos actuar igual. Dios nos pide que seamos diferentes, que desde la responsabilidad y el equilibrio nos mantengamos firmes en una educación integral conforme al mensaje bíblico.
¿A quién pertenecen nuestros hijos?
¿Nuestros hijos son nuestros? No. Ya nos gustaría a nosotros y al Estado que así fuera.
“Tanto los padres como los hijos pertenecen a Dios para ser gobernados por Él. Por una combinación de amor y autoridad, Abraham gobernó su hogar. La Palabra de Dios nos ha dado reglas para conducirnos. Estas reglas constituyen la norma de la cual no podemos desviarnos si hemos de mantenernos en el camino del Señor” (Ellen G. White, Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, Página 571).
Quizás algunos de nuestros miedos encuentren su raíz en que estamos muy inseguros de lo que les hemos enseñado nosotros primero. Porque nuestros hijos entran demasiado pequeños a la educación formal; pasan más horas allí que con nosotros; no hemos hablado de estos temas nosotros primero (obviamente debido a que la madurez del niño no lo permitía).
Por eso, quizá ahora, más que nunca, están vigentes aquellos consejos inspirados por Dios a Ellen G. White, donde deja claro que los padres son los primeros maestros.
Psicológicamente puedo decir que todas las bases de cosmovisión y “modos de estar” en el mundo, se plantan en esa franja de edad, en esos primeros 7 años.
En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera escuela. Allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio. Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o para el mal. Son, en muchos aspectos, silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera, llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se instruye correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él. ¡Cuán importante es, pues, la escuela del hogar!— (Conducción del Niño página 17)
“Los primeros años de vida son más importantes que cualquier otro período. Habrá progreso decidido ya sea en una dirección correcta o en otra equivocada. Por un lado, puede haber toda clase de logros frívolos; por otro lado se puede obtener toda suerte de conocimientos valiosos para la vida práctica, como conocer a Dios y aprender a fortalecer cada facultad que él nos ha encomendado. Lo más importante de todo, lo más esencial para nuestro bienestar presente y futuro, es el conocimiento de la verdad divina según ha sido revelada en la Palabra de Dios” (Ellen G. White, Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, Página 513).
Responsabilidad y certeza
¿Podemos, por mucho que nos esforcemos, escapar de todo lo malo que tiene este planeta? Sí y no. Escaparnos, imposible. Hacer frente con inteligencia y confianza, sí. A esto hemos sido llamados. Aunque el deseo del Estado sea apropiarse de la educación moral de los niños, arrebatándosela a los padres, sabemos que tenemos una responsabilidad y un compromiso con Dios y con nuestros semejantes.
“Los seguidores de Cristo han de estar separados del mundo en sus principios e intereses; pero no deben aislarse del mundo. El Salvador trataba constantemente con los hombres, no para alentarlos en cosa alguna que no estuviese de acuerdo con la voluntad de Dios, sino para elevarlos y ennoblecerlos. Así también el cristiano ha de morar entre los hombres, a fin de que el sabor del amor divino pueda ser como la sal para preservar el mundo de la corrupción” (Ellen G. White, Consejo para Maestros , p. 306).
Las declaraciones que amenazan la libertad de conciencia y las situaciones que van en contra de una educación basada en los principios bíblicos irán adquiriendo una fuerza y frecuencia cada vez mayor, lo cual posee una dimensión profética acorde al final de los tiempos. ¡No nos debe extrañar! Sin embargo, todo ello nos tiene que impulsar a redoblar los esfuerzos en lo que sí tenemos certeza que debemos hacer como padres cristianos.
- Ser un ejemplo de vida acorde y coherente a nuestras creencias.
- Tener un momento diario de oración y lectura cristiana con nuestros hijos.
- Enseñarles textos de memoria intencionales que se transformen en un modelador del
pensamiento y de la conducta; que les acompañen en aquellos momentos en los que no
estaremos a su lado. - Demostrarles amor incondicional. Comunicarnos con ellos con humildad y
respeto, algo que les hará fundirse con nosotros y nuestras costumbres, y les provocará el deseo de mantenerse en los caminos de sus padres y convivir con ellos por la eternidad. - Transformar nuestras comunidades en verdaderos espacios de resistencia, donde las Escuelas Sabáticas, los Clubes de Exploradores y las actividades de Ministerio de la Infancia pongan cimientos claros para una vida en Cristo.
Un hogar “como Dios manda”
Concluyo este artículo con algunas citas más al respecto, y con la oración de que esta semana –al menos esta semana– nos propongamos ofrecer a estos hijos de Dios que conviven con nosotros un hogar “como Dios manda”.
“Por alguna razón, a muchos padres les desagrada el dar instrucción religiosa a sus hijos; y los dejan obtener de la Escuela Sabática el conocimiento que es su privilegio y deber impartir. Estos padres no cumplen con la responsabilidad que se les ha impuesto: el dar a sus hijos una educación completa. Dios ordena hoy a su pueblo que críe a sus hijos en el nutrimento y la admonición del Señor” (Ellen G. White, Ser semejante a Jesús, página 315).
“Hay muchos que reservan la religión de Jesús para ciertos días y ciertas ocasiones, y en otros tiempos es puesta a un lado y olvidada. El principio duradero de la verdad no es meramente para las pocas horas del sábado ni se limita a unos cuantos actos de caridad, sino que ha de introducirse en el corazón para refinar y santificar el carácter. Si hay un momento en que el hombre esté seguro sin esta luz y fuerza especial procedente del cielo, entonces puede prescindir de la verdad de Dios. La Biblia, la Palabra pura y santa de Dios, debe ser su consejera y guía, el poder dominante de su vida. Ella nos brinda sus lecciones, si es que les damos importancia” (Ellen G. White, Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, Página 516).
“El tiempo que se dedica a las cosas innecesarias y no importantes, se podría emplear mejor en la contemplación de los maravillosos misterios del plan de salvación, y en dedicar todas las facultades que Dios nos ha dado al conocimiento de los caminos del Señor, de manera que nuestros pies no tropiecen contra la montaña oscura de la incredulidad, ni se aparten del camino de la santidad que fue preparado por medio de un sacrificio infinito, para que los redimidos del Señor transiten por él” (Ellen G. White Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, Página 516).
Puedes leer el comunicado oficial de la FEREDE en el siguiente enlace: https://cms.protestantedigital.com/upload/2020-01-21-13:14_COMUNICADO-Sobreeldebatedelapertenenciadeloshijos.pdf
Autora: Maijo Roth, responsable de los Ministerio de Infancia, Adolescencia, Familia y 60+ (MIAF+) de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España.
Chapó. No hay más que añadir.
Gracias por comentar 🙂 Bendiciones.
Amén.
Es valiosa la reaccion religiosa espiritual acerca de la pertenencia de los hijos en cuanto a educación moral valorica cultural. Pero está faltando que los adventistas opinen si la
CONVENCION SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO de las Naciones Unidas es un marco de referencia que apoya la responsabilidad de los padres. ¿estan de acuerdo con el Artículo 5? que dice. Los Estados Partes respetarán las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de la familia ampliada o de tutores o personas legalmente encargadas, de impartirle, en consonancia con la evolución de su facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos reconocidos en la presente Convención. Y qué les parece el Art 14 ?
que establece: Los Estados Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Los Estados Partes respetarán los derechos y deberes de los padres y, en su caso, de los representantes legales, de guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades.
¿Estamos los adventistas preparados para entender y aplicar estos derechos?
Interesante reflexión, estimado Daniel. Muchas gracias por tu comentario. Bendiciones.