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Querida iglesia en España,

Me dirijo a vosotros desde el interior de una iglesia vacía. Es una sensación muy extraña, que me hace añorar el cariño de nuestros mayores y de nuestros niños, la alegría de nuestros jóvenes y los cientos de hermanos que normalmente llenan este lugar con sus cantos, sus sonrisas y su fe.

Por todo el país, lo que normalmente habría sido un sábado de celebración comunitaria, se ha convertido, por la fuerza de las circunstancias, en un sábado donde miles de familias adventistas se unen frente a las pantallas para adorar al Dios Creador que sigue preparando a su pueblo para el pronto regreso de Jesús.

Son y han sido muchos los pastores que, como yo, hoy predican frente a la cámara echando de menos las miradas atentas, las sonrisas y los “amén” que semanalmente acompañan su predicación.

Madurez y responsabilidad

Mis queridos hermanos y hermanas, 124 iglesias y grupos han cerrado hoy sus puertas. En Madrid, donde el foco del virus es más virulento, todas nuestras iglesias han cerrado y más de 5mil adventistas han permanecido hoy en sus hogares. Del total de 17.319 adventistas en todo el país, 15.038 hoy no se han congregado mostrando su madurez y respondiendo al llamado cívico y responsable para evitar la propagación de esta epidemia.

Por primera vez en nuestra reciente historia, la mayoría de nuestras iglesias permanecen cerradas a la espera de volver a abrir sus puertas para que podamos adorar juntos a nuestro Dios en libertad.

A todos vosotros, queridos hermanos, os abrazamos en el Señor sabiendo que de esta experiencia saldremos más fuertes y más unidos los unos a los otros.

En espíritu y en verdad

Al pensar en el mensaje que podría daros en un día como hoy, han venido a mi mente las palabras de Jesús junto al pozo de Jacob. Allá en Samaria, a la hora sexta, la mujer que quería estar sola había tropezado con Aquel que se quería encontrar con ella. La conversación incomoda a la mujer y se resiste a creer que aquel judío podría proporcionarle lo que ella realmente estaba buscando. Tras reconocerlo como profeta, la mujer pretende desviar la conversación y le habla del lugar de la adoración:

Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.

Jesús le dijo: Mujer, créeme, que está llegando la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.

Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.

Pero llega la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca tales adoradores que le adoren.

Dios es Espíritu; y los que le adoran, es necesario que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:20-24).

Hoy, las circunstancias terribles que nos rodean nos han obligado a vivir un sábado diferente. Nadie nos ha obligado a cerrar, pero hemos entendido que tal medida era la oportuna. Hagamos nuestras las palabras de Jesús: “llega la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”

Echamos de menos nuestras iglesias, estar juntos, cantar juntos… pero nuestra adoración no depende del lugar, sino de nuestro corazón. Hoy adoramos al Padre en espíritu y en verdad. Lo hacemos en familia. Oramos juntos. Cantamos juntos. Meditamos en su Palabra juntos.

Las circunstancias nos obligan a cerrar nuestras iglesias, pero nadie impedirá que el Padre reciba nuestra adoración. Jesús nos recuerda: los que le adoran, es necesario, [sin importar el lugar], que le adoren en espíritu y en verdad.

Ellen G. White nos dice en Testimonios para la Iglesia, tomo 5:

Por amor a vuestra propia alma, por amor a Cristo y por amor a los demás, trabajad en el hogar. Orad como nunca habéis acostumbrado orar. Que el corazón se quebrante delante de Dios. Poned vuestra casa en orden. Preparad a vuestros hijos para la ocasión. Enseñadles que no es de tanta importancia que aparezcan vestidos con ropa fina como que aparezcan ante Dios con manos limpias y corazón puro… 

Una oportunidad

Querida iglesia, hagamos de esta crisis una oportunidad.

Hoy la iglesia ha cerrado sus puertas, pero cuando las vuelva a abrir, ¿nos reuniremos habiendo superado la crisis de la mano de Jesús y habiendo orado intensamente los unos por los otros? ¿Será que podremos aprovechar este momento para vivir una intimidad con Dios que nos haga ser más parecidos a Jesús?

A nuestros mayores

Permitid que me dirija de forma especial a nuestros mayores. Sabemos que sois población de riesgo, pero también sabemos que sois lo más precioso que tenemos en nuestra iglesia.
Oramos por vosotros, os bendecimos en Nombre de Jesús. Os echamos de menos. Hoy es un sábado extraño al no poder contar con vuestras sonrisas y vuestro cariño.
Sabemos que estáis orando por la iglesia. Por favor, quedaos en casa. Tened cuidado. Si necesitáis algo, no dudéis en llamar a vuestro pastor o a cualquier diácono. Mis queridos hermanos mayores: vamos a superar esta situación juntos. Os queremos.

A nuestros jóvenes

Queridos jóvenes… esta situación nos ha enseñado que las cosas en un mundo tan globalizado pueden ir muy rápido.
La pandemia del 2020 tiene mucho que decirnos a los que creemos que Jesús pronto volverá. Como podéis ver, el mundo se ha paralizado casi por completo en cuestión de semanas.
Si nos habéis escuchado decir que los “movimientos finales serán rápidos”, ahora habéis tenido el privilegio de ver con vuestros propios ojos que, efectivamente, rápidos serán.
Sois una generación, queridos jóvenes, muy especial. Lo que estamos viviendo ha de ser un punto de inflexión para vosotros.
Dios os está preparando para una obra mayor que la hayamos podido hacer nosotros.
Como podéis ver, las señales se multiplican y aumentan en frecuencia e intensidad y os ruego que os preparéis y que no tengáis miedo de convertiros en la generación que Dios espera de vosotros. Contáis con nuestra ayuda y nuestro apoyo.

Es momento de orar

Querida iglesia, es posible que, a lo largo de estas semanas, oigamos y sepamos de hermanos que están enfermos. Por favor, oremos por ellos.

Tenemos profesionales sanitarios que están viviendo esta crisis con intensidad. Os sostenemos en oración. Os queremos y estamos con vosotros.

Querida iglesia, es momento de orar. Todo esto es “principio de dolores”… el mundo se agita y hoy tenemos el privilegio de sentir que estamos viviendo un momento único que nos prepara para otros momentos que vendrán. Estamos juntos. En nuestras casas, pero unidos.

Humildemente y, en nombre de los muchos que me han escrito pidiéndome que lo haga, os quiero proponer que a partir de hoy, sábado 14 de marzo del 2020, podamos unirnos cada noche a las 21.00 para orar juntos.

Confesemos ante el Señor; intercedamos por nuestras autoridades, por los que trabajan en los hospitales, por los que están enfermos o por los que lloran la muerte de un familiar. Oremos por nuestros mayores. Por nuestras instituciones educativas. Por nuestra residencia de ancianos Maranatha. Por los diezmos y ofrendas que iremos guardando en nuestro hogar para que, cuando podamos volver a las iglesias, “haya alimento en Su casa” (Malaquías 3:10).

Termino con el siguiente texto: “Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia, y protector de los que en él confían” (Nahum 1:7).

Dios os bendiga.

Seguimos caminando. En el Nombre de Jesús. Amén.

Presidencia de la Unión de Iglesias Cristianas Adventistas del Séptimo Día de España.

 

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