Durante casi cien años, en todas nuestras iglesias y en el contexto de la Semana de Oración, hemos propuesto una ofrenda especial con el propósito de apoyar económicamente la obra misionera de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en todo el mundo. Queremos daros las gracias de todo corazón por vuestro apoyo constante a las misiones a través de vuestras oraciones y ofrendas.
Siempre me ha impresionado la relación que existe entre la oración y las ofrendas. ¿Dónde podemos encontrar esta relación? Orar significa comunicar con Dios. Elena White escribió lo siguiente sobre este tema: «El ejercicio más exaltado de las facultades del hombre, consiste en com- prender a Dios, y regocijarse en él» (Nuestra elevada vocación, pág. 63). La oración es una manera de vivir alegrándonos en la comunión con Dios.
La Semana de Oración nos brinda la oportunidad de vivir y compartir esta alegría con otros miembros de la iglesia dentro de los grupos de oración. Como iglesia mundial, hemos estudiado la Biblia y hemos orado juntos con la iniciativa «Reavivamiento y Reforma». Esta Semana de Oración tenemos la ocasión de recordar todas las bendiciones divinas que hemos vivido a lo largo del año pasado, tanto a nivel personal como a nivel de iglesia, y darle las gracias a Dios por medio de la oración. La concienciación respecto a las bendiciones de Dios y su dirección en nuestras vidas nos lleva a agradecérselo; esta gratitud nos impulsa a llevar ante él nuestras ofrendas, reconociendo de esta manera nuestra dependencia de él.
En varios pasajes de la Biblia, descubrimos que los patriarcas y el pueblo de Israel acostumbraban a entregar sus ofrendas especiales. Así, Abraham expresó su gratitud por la protección y las bendiciones de Dios, quien le había otorgado la victoria en el rescate de Lot, ofreciendo su diezmo a Melquisedec. Las ofrendas de agradecimiento desempeñaban un papel importante el sistema de ofrendas del Antiguo Testamento.
Reflexionar sobre las bendiciones divinas que hemos experimentado de manera especial y expresarlo con nuestras ofrendas fortalece nuestra relación con Dios. Cuando hablamos en la iglesia sobre las bendiciones recibidas, fortalecemos mutuamente nuestra fe y nos animamos a confiar en Dios en todas las situaciones de nuestra vida.
Las ofrendas de la Semana de Oración, junto con las de Escuela Sabática, constituyen la base de la financiación de todas las misiones. El año pasado se ofrendaron noventa millones de dólares más para nuestras misiones mundiales, lo que supuso un incremento del 3% respecto al año anterior. Queremos agradecérselo a Dios de todo corazón y, asimismo, a nuestros hermanos y hermanas. Por otra parte, hay cabe destacar que, en varias zonas del mundo y en nuestra propia división, las ofrendas han bajado en los últimos años. Durante los últimos cinco años, las ofrendas para las misiones mundiales dentro de la División Intereuropea han disminuido un 4%.
Al igual que en los últimos años, gran parte de las ofrendas van a ser destinadas a la financiación de proyectos misioneros en territorios o grupos de población a los que hasta ahora no se ha llevado el evangelio de Jesucristo ni la proclamación de su próxima venida. Las grandes ciudades, que se desarro- llan extremadamente rápido, son un desafío particular. Podemos considerar el ejemplo de Estambul. Datos no oficiales indican que el número de sus habitantes supera los veinte millones, pero aún así hay muy pocos adventistas del séptimo día en esta ciudad. Solo en India, existen 56 ciudades con más de un millón de habitantes. En estas zonas, existe solo un adventista por cada trece mil no adventistas.
Una manera de llegar a los habitantes de estas ciudades, es estableciendo lo que llamamos «centros de influencia», que pueden ser pequeños negocios u otros locales donde sea posible contactar con los ciudadanos. En los últimos años, se han establecido un gran número de este tipo de centros, particularmente en los países en los que sería muy difícil acceder de otra manera.
Puedes obtener más información sobre los proyectos que tenemos en marcha y los retos que conllevan accediendo al siguiente enlace: www.adventistmission.org.
Incluso en nuestra división, encontra- mos grupos y territorios a los que todavía no hemos llegado. Por ejemplo, en los últimos años, se han puesto en marcha un gran número de proyectos con el objetivo de hacer llegar el evangelio a nuestros conciudadanos musulmanes. También hemos apoyado proyectos especiales para las personas con algún tipo de minusvalía. Así pues, en Rumanía se ha construido un centro de descanso para minusválidos y es emocionante ver que estas personas abren su corazón al evangelio cuando sienten simpatía y solidaridad real.
También me gustaría dar las gracias, en nombre de las misiones mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, a todos nuestros amigos, hermanos y hermanas por sus ofrendas y oraciones.
Queridos amigos de la iglesia, queridos hermanos y hermanas, ruego especial- mente que podamos vivir en presencia de Dios durante esta Semana de Oración. ¡Que las experiencias que vamos a compartir nos anime a confiar en nuestro Dios en cualquier situación y a glorificarle!
Quisiera concluir con estas palabras del apóstol Pablo en Efesios 3: 14-21 (RVR 95): «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra), para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundante- mente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén»