Me presento: mi nombre es Kok Tho Yip y resido en Singapur. Soy chino y crecí en una familia taoísta-budista tradicional. A los dieciocho años empecé a practicar la meditación budista zen y seguí haciéndolo durante veinte años, hasta mi conversión al cristianismo. Al proceder de un entorno asiático, me ha sorprendido observar cómo la meditación oriental ha suscitado un interés tan gigantesco en Occidente. Ahora está de moda y ocupa un lugar central en el movimiento de la salud transformacional.
Muchos famosos practican y promueven la meditación trascendental o el yoga. Los entrenadores deportivos y las superestrellas la utilizan. Incluso los científicos evolucionistas meditan para activar lo que creen que es su red neuronal innata precableada, la «conciencia de Dios», y los ateos meditan para sintonizar con su «verdadero yo» espiritual. El Día Internacional del Yoga, que el 21 de junio de 2024 celebra su 10º edición, cuenta con el apoyo de las Naciones Unidas en reconocimiento de su popularidad universal [1].
Una característica común entre los meditadores de Oriente ha sido la de ser reclusos y antisociales. Su filosofía consiste en renunciar al mundo. ¿Cómo una práctica asociada a una postura solitaria tan dominante llegó a ser aceptada por las masas en Occidente?
La meditación oriental explicada
La meditación oriental adopta casi infinidad de formas, según sea budista, taoísta, hinduista, con sus miríadas de escuelas, o sea más afín al yoga, a la meditación New Age o a su versión laica, el mindfulness.
A riesgo de simplificar demasiado, estas técnicas de meditación suelen tener algunas características en común:
- Mirar hacia dentro. El meditador intenta ponerse en contacto con la conciencia superior interior o el alma.
- Un ritual físico. Junto con la parte espiritual, el meditador adopta determinadas posturas corporales y/o realiza técnicas de respiración.
- Vaciar la mente. El objetivo de la meditación es alcanzar la serenidad y la quietud mental escapando del pensamiento consciente.
- Uso de mantras. En muchos tipos de meditación se utilizan frases repetitivas para alcanzar el estado meditativo.
Muchas personas afirman que la meditación les lleva a un estado mental increíblemente pacífico. Los científicos lo han investigado diligentemente. Cuando el Dr. Andrew Newberg, destacado investigador, escaneó los cerebros de monjas y budistas que vivían experiencias místicas, estos informaron de sentimientos de atemporalidad, ausencia de límites espaciales y autotrascendencia. Newberg ha observado que una de las causas de estas sensaciones es la reducción de la actividad en sus lóbulos parietales, la zona de orientación del cerebro, responsable de percibir los objetos tridimensionales en el espacio. El meditador puede experimentar una sensación de unidad con todos los seres vivos porque la reducción de la actividad difumina las líneas percibidas entre el meditador y los demás objetos [2].
Otras investigaciones cerebrales revelan factores adicionales que conducen a los meditadores a una menor actividad del lóbulo parietal:
1. Más ondas de sueño (alfa y theta) en el cerebro, que desencadenan la respuesta de relajación, falta de atención y tranquilidad, en contraposición a las ondas beta rápidas de alerta
2. Más dopamina endógena en el cerebro, de ahí la adicción a la meditación
3. Una amígdala calmada, de ahí el bienestar
4. Reducción del flujo sanguíneo cerebral a la corteza frontal, de ahí la relajación similar al sueño
Descendiendo por el sendero del jardín
El objetivo común de las prácticas meditativas es alcanzar el «silencio» y la «nada». La concentración exclusiva en mantras, la mirada fija y prolongada a la llama de una vela, un punto de luz, etc. hace que el cerebro pase hambre y se prive de todo pensamiento, con lo que el lóbulo frontal se vacía de toda información y queda «desconectado». Esto desactiva también el lóbulo parietal y el meditador alcanza un sentimiento de trascendencia, lo que en Oriente se llama Nirvana, «Budeidad», liberación, unidad o conciencia unitiva.
Pero hay más. La Universidad de Columbia informa de que, cuando la hipnosis tiene éxito, el córtex cingulado anterior (sede de la voluntad) y el córtex frontal lateral (centro de la percepción de la realidad) se disocian [3]. Tanto la «voluntad» como la «realidad» residen en el lóbulo frontal, que cuando se «desconecta» en la meditación abre al meditador a recibir sugestiones hipnóticamente. De ahí que algunos científicos digan que la meditación es autohipnosis. Es entonces cuando la mente, en un momento de iluminación, acepta la sugerencia de su unidad, de ser una con el universo y con Dios.
Según el Dr. Newberg, es debido a la desactivación del lóbulo parietal que los meditadores «experimentan» su unidad con Dios. ¿No huele esto a panteísmo? En griego, pan significa «todo» y theos significa «dios». El panteísmo afirma que el universo en su conjunto es Dios y, a la inversa, que no hay Dios sino la sustancia, las fuerzas y las leyes combinadas del universo existente. Al buscar la unidad con Dios o el alma divina en uno mismo, los meditadores perpetúan el viejo engaño panteísta.
Meditación oriental cristianizada
Hoy en día, por desgracia, cristianos de muchas confesiones utilizan híbridos de la meditación oriental. Las instrucciones suelen ser muy parecidas a las de la meditación oriental: siéntate cómodamente, utiliza tu respiración en el ritual de oración, repite una palabra sagrada, despeja tu mente, no juzgues los pensamientos que surjan. Pretende ser una forma de llegar a la «presencia» de Dios a través de lo que se supone que ya está dentro y que a menudo se malinterpreta como la imagen de Dios o el alma inmortal. Se argumenta que todo el mundo tiene un yo espiritual superior, a menudo considerado divino. La meditación oriental cristianizada busca, silenciando la mente de todas las distracciones, experimentar a Dios entrando en contacto con lo divino interior.
En su discurso de 2015 ante el Congreso de Estados Unidos, el primero de un obispo de Roma, el Papa Francisco promovió el «estilo contemplativo de Thomas Merton» [4], un monje cisterciense estadounidense del siglo XX. Las ideas de Merton se han desarrollado en técnicas espirituales como la oración contemplativa y la meditación, y son utilizadas por cristianos de todo el mundo, hambrientos de sentir más profundamente la presencia de Dios.
Merton exploró los ejercicios espirituales de los Padres del Desierto y, a partir de ellos, entabló un diálogo con el budismo zen. Llegó a aceptar puntos de vista tan cercanos que resultaba difícil distinguirlos del budismo. En palabras de Merton: «La distinción entre Creador y criatura no altera el hecho de que también hay una unidad básica dentro de nosotros mismos en la cumbre de nuestro ser donde somos “uno con Dios”» [5]. Hablando de Dios, afirma que el objetivo de la espiritualidad es «la purificación y expansión de la conciencia moral y religiosa hasta alcanzar un estado de realización superconsciente o metaconsciente en el que sujeto [hombre] y objeto [Dios] se convierten en uno» [6].
¿No es este el panteísmo de origen oriental? Por otra parte, la Biblia dice que nuestro corazón natural es «engañoso sobre todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?». (Jeremías 17:9). No hay nada divino en nosotros. Nuestra única esperanza de alcanzar la naturaleza divina es el don y la promesa de Dios de ser purificados del pecado por la sangre de Jesús (2 Pedro 1:4; Efesios 2:13). Pero el encanto de entrar en contacto con lo divino interior sí que nos suena, y nos recuerda a uno muy antiguo.
Historia de dos árboles y una serpiente
Mientras crecía, el elemento central de nuestro hogar taoísta era el altar familiar de los ancestros fallecidos de mi padre, cuyas almas se veneraban con ofrendas diarias de incienso y comida. Nuestra creencia en un alma inmortal con atributos de divinidad era la base de la meditación para descubrir lo «divino» en nuestro interior.
La presunción de un alma divina inmortal se ha convertido en un denominador común de las religiones a través de épocas, geografías y lenguas y ha sobrepasado barreras sectarias y dogmáticas. Se ha pasado por alto las secuelas de la Caída, ignorando que la humanidad está ahora manchada con una naturaleza caída y manteniendo que sigue siendo de algún modo divina. En consecuencia, al igual que en el Yin y el Yang del taoísmo, se juntan contradicciones espirituales opuestas como si pertenecieran juntas sin diferenciación: caído como no caído, vida como no muerte, hombre como Dios, bien como mal. Todo esto se lo ofreció seductoramente la serpiente a Eva en el Edén.
Dios no pudo haber dado a Adán y Eva una advertencia más simple que la de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Advirtió que si comían de su fruto, «ciertamente morirían» (Génesis 2:17). La mentira de la serpiente a Adán y Eva fue que Dios les estaba ocultando algo bueno, que al comer del fruto del árbol, no sólo «no morirían», sino que sus «ojos serán abiertos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal» (Génesis 3:4). En un suspiro, la serpiente ofreció una seductora nueva conciencia iluminada: que era innecesario diferenciar entre los árboles, entre Dios y la serpiente, Dios y el hombre, la vida y la muerte y el bien y el mal.
La afirmación de que el hombre poseía un alma divina inmortal no fue hecha por Dios, sino por la serpiente. La Biblia afirma de Dios que «sólo Él tiene inmortalidad» (1 Timoteo 6:16). Las mentiras de la serpiente fueron expuestas forzosamente a Adán y Eva cuando tomaron conciencia de su mortalidad después de comer del fruto prohibido. Fueron alejados del árbol de la vida y así se convirtieron en mortales (Génesis 3:24). La vida eterna no volverá a estar disponible para la humanidad hasta el nuevo cielo y la nueva tierra, cuando el árbol de la vida vuelva a ser accesible. (Apocalipsis 22:2).
La base del engaño de Satanás se sentó en el Edén: la promesa de ser Dios. Sin embargo, en lugar de alcanzar la divinidad, a través de su conversación con el médium de la serpiente, Eva tuvo la primera experiencia espiritista de la historia. La meditación oriental y sus versiones cristianizadas son los métodos por los que la gente busca lo «divino inmortal». Sin embargo, en el fondo no son más que prácticas espiritistas, mentiras de la serpiente que se disfrazan de «verdad» experimental.
El Apocalipsis, el último libro de la Biblia, en el contexto de los acontecimientos del fin de los tiempos, describe «tres espíritus inmundos semejantes a ranas» y explica que «son espíritus de demonios, que hacen señales y salen a los reyes de la tierra y del mundo entero, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso» (Apocalipsis 16:13-14). En otras palabras, el espiritismo en sus diversas formas, incluso en las «cristianizadas», desempeñará un papel decisivo en la unión de los pueblos en una coalición contra Dios.
En palabras del Primer Ministro de la India Narendra Modi, «el yoga se ha convertido en una de las fuerzas unificadoras más poderosas del mundo». «El yoga une a los individuos, las familias, las sociedades, los países y el mundo, y une a la humanidad entera» [7]. ¿Podría ser que la meditación oriental, como poderosa manifestación del espiritismo panteísta, esté llevando hoy a las personas y a las religiones de vuelta al antiguo árbol del conocimiento del bien y del mal para unirlas mañana bajo la bandera de la guerra apocalíptica contra Dios?
Adaptado de «Dangers of Eastern Meditation & Their Christian Hybrids», por Kok Tho Yip. Traducción de Loida Pamplona Bueno.
Imagen: Shutterstock
Publicación original: Dangers of Eastern Meditation & Their Christian Hybrids
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hola, quisiera saber más del tema, no entendí muy bien lo que quisieron explicar y lo sentí un poco rebuscado. Soy adventista de Cuna y este tema me ha hecho mucho ruido estos días, ya que en mi carrera universitaria promueven mucho las técnicas de meditación, espero puedan ayudarme, saludos.
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Bendiciones.