Mi día comenzó normalmente, como para cualquier médico. Aparte de otras tareas, tenía programada una cirugía para esa mañana. Se trataba de una paciente nueva, en el pequeño pueblo en el que desarrollamos nuestros primeros años de servicio misionero. Cuando salía de casa, me llamaron por teléfono para comunicarme una emergencia que requería atención antes del procedimiento quirúrgico electivo. Llamé al hospital y les dije que llegaría unos minutos tarde, pero que estaría allí para cuando la paciente ya estuviese preparada y anestesiada.
Llegué al hospital y, mientras me desinfectaba para la cirugía, pregunté si la paciente ya estaba dormida. La enfermera, un tanto nerviosa, me animó a verla por mí mismo. ¡Imaginen mi sorpresa al encontrar al anestesiólogo, a la enfermera de la sala de operaciones y a los asistentes, de pie junto a la paciente… que estaba despierta y acostada en la mesa de operaciones!
Cuando les pregunté por qué la paciente no estaba aún anestesiada, la réplica de mis colegas fue “¡Pregúntele usted mismo!”. Y así lo hice. La paciente, que era muy amigable y tenía una sonrisa sincera y agradable, me respondió: “Me han dicho que usted siempre ora con sus pacientes antes de realizar las cirugías, y no permití a sus colegas que me anestesiaran antes de que usted orara conmigo”.
Por supuesto, oré con ella. La ocasión se convirtió en una excelente oportunidad –que ilustra el método ordenado por el Cielo para alcanzar a la persona en el plano integral– para dar testimonio tanto a la paciente como a mis colegas.
Somos seres holísticos
La salud está tan inextricablemente entrelazada en todo lo que hacemos y somos que es afín a nuestra identidad como adventistas del séptimo día. Dios demostró su interés por la salud de su pueblo desde la Creación. Creó un ambiente magnífico para mantener el bienestar de sus criaturas. En el Edén, proporcionó una alimentación nutritiva, aire fresco, agua pura y la oportunidad de ejercitarse mientras nuestros padres cuidaban del jardín. Dios se preocupaba por su salud espiritual, y también caminaba y hablaba con ellos en la frescura de la tarde.
Desde el principio, la espiritualidad y la salud estuvieron entrelazadas. Incluso después de la caída, el diluvio y la esclavitud en Egipto, Dios demostró su preocupación por el bienestar de su pueblo al darles directrices específicas en materia de salud. Esto los protegió contra muchas de las enfermedades que asolaron a los egipcios.
Dios modeló el desarrollo holístico en la vida de nuestro Señor Jesús. Las Escrituras confirman que “el niño [Jesús] crecía y se fortalecía; se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él” (Luc. 2:40). “Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres” (vers. 52). Aquí, el médico Lucas correlaciona el desarrollo físico, emocional, mental y social.
A través del mensaje de salud que Dios envió a la iglesia por medio de Elena de White, recalcó que somos seres holísticos. La visión dada en Otsego, Míchigan, el 6 de junio de 1863, transmitió el mensaje de que es un deber espiritual cuidar del templo que es el cuerpo; y la integración holística del cuerpo, la mente y el espíritu fue claramente confirmada. Estos mismos principios han resistido la prueba del tiempo y el escrutinio de la ciencia. El descanso, el sol, una alimentación equilibrada, la confianza en Dios, el ejercicio, la temperancia, y el respirar aire puro y fresco están dirigidos a mantener un equilibrio integral.
La visión de Otsego confirmó que el propósito principal del cuidado de nuestra salud es que podamos servir a Dios y a nuestros semejantes. Disfrutaremos de una mejor salud, pero esta no es un fin en sí misma. Somos salvos para servir, como Elena de White escribió: “Hemos llegado a un tiempo en el cual cada miembro de la iglesia debe hacer obra misionera médica. Este mundo se parece a un hospital lleno de víctimas de enfermedades físicas y espirituales. Por todas partes, hay gente que muere por carecer del conocimiento de las verdades que nos han sido confiadas. Es necesario que los miembros de la iglesia despierten y comprendan su responsabilidad en cuanto a dar a conocer estas verdades” (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 63).
Si así eran las cosas en ese entonces, la urgencia es ahora mayor. Este es un llamado a un ministerio de salud integral, tanto personal como colectivo, como iglesia, compartiendo benévolamente y preocupándonos por las personas mientras predicamos, enseñamos, sanamos y discipulamos.
El propósito de nuestro mensaje de salud
Nuestro mensaje de salud holística, que se basa tanto en la Biblia como en la revelación inspirada, aborda cuestiones fundamentales de la existencia humana, como la enfermedad y el sufrimiento. Aunque importante, esto no solo se refiere a la alimentación. Elena de White describe el propósito de la reforma en la salud: “Al enseñar los principios que rigen la salud, se debe tener presente el gran objetivo de la reforma, que es obtener el mayor bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu. Demuéstrese que las leyes de la naturaleza, por ser leyes de Dios, fueron establecidas para nuestro bien; que la obediencia a ellas nos da felicidad en esta vida, y contribuye a preparar para la vida futura” (El ministerio de curación, p. 88).
El mensaje de salud gira en torno a Dios, puesto que no solo es información acerca de la salud, sino además él lo transforma en una filosofía de vida completamente integral. Hay un componente moral en el hecho de ser mayordomos de este don de una vida holística. Pablo lo ilustra de esta manera: “Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).
Somos sostenidos y sanados por el poder divino. Toda plenitud que disfrutamos proviene de él. A través de su gracia podemos, incluso, disfrutar de plenitud en medio de trances amargos. A Pablo, en medio de su preocupación, el Señor le dijo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9).
Incluso en medio de la debilidad, “el desarrollo personal es nuestra primera responsabilidad para con Dios y con nuestros semejantes. Toda facultad que el Creador nos ha concedido debe ser de sarrollada hasta alcanzar la plenitud de su capacidad, de tal manera que podamos realizar el mayor bien posible” (Consejos sobre salud, p. 83).
A medida que desarrollamos nuestro potencial, nuestro servicio a Dios se vuelve multifacético, realmente interesado en atender todas las necesidades de la experiencia humana. Un componente importante del compartir cualquier mensaje es ejemplificar personalmente los principios enseñados. Este es el método de Cristo en la práctica. Es mezclarnos con la gente, cuidarla, mostrarle compasión, atender a sus necesidades, y luego animarla a seguir a Jesús.
¿Qué es alcanzar a la persona integralmente?
A través de la Biblia encontramos ejemplos inolvidables de Dios cuando alcanza integralmente a las personas. Él dio a Israel una Ley moral, y completó el cuadro dándoles instrucciones sobre salud, para mantenerlos a salvo. La máxima revelación de atención integral quedó demostrada en la vida, el ministerio y los milagros de Jesús. El Salvador tuvo compasión por los cansados y los desamparados (Mat. 9:36). Alimentó milagrosamente a las masas hambrientas (Mat. 14:1520), e instó a sus discípulos a dar un vaso de agua fría (Mat. 10:42). Restauró al endemoniado a un estado en el que estuvo vestido, en su sano juicio y sentado a sus pies (Luc. 8:35).
Como iglesia, hemos sido bendecidos con el conocimiento de cómo vivir la vida al máximo. Es nuestro sagrado deber cuidar del templo del cuerpo y dedicarnos al servicio de un mundo quebrantado, que clama por una revelación de la gracia de Jesús a través de sus seguidores. Como seres holísticos, debemos honrarlo en cuerpo, mente y espíritu, para “conservar todas las facultades en la mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres” (El ministerio de curación, p. 218).
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Preguntas para reflexionar y participar
1. ¿Qué le dirías a alguien que cree que la salud no tiene nada que ver con la espiritualidad?
2. En este mundo lleno de pecado, muchas personas padecen de enfermedades debilitantes. ¿Cuál crees que es la actitud de Jesús hacia ellas?
3. ¿De qué modo podemos ocuparnos de la persona y atenderla integralmente?
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