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Sabios de orienteLa historia de los Sabios de Oriente resalta la importancia de la adoración al mostrar cómo estos hombres, guiados por el Espíritu Santo, buscaron a Jesús con fe sincera, reconociéndolo como Rey, Dios y Salvador. Su viaje simboliza la búsqueda espiritual universal y su acto de postrarse ante Cristo subraya que la verdadera adoración implica entrega, reverencia y dar lo mejor de nosotros. Nuestra adoración debe ser genuina y transformadora, tanto en el hogar como en nuestra relación diaria con Él, y hoy es un día estupendo para reflexionar sobre eso. 

Aquellos sabios viajaron muchos kilómetros para adorar al Mesías. La adoración de los Sabios del Oriente que visitaron a Jesús es un momento de gran significado teológico y espiritual en el relato bíblico. Su viaje, guiado por el Señor y su acto de postrarse ante el niño Jesús son símbolos profundos de reconocimiento y entrega.

Este evento, registrado en Mateo 2:1-12, destaca varias lecciones clave sobre la naturaleza de la verdadera adoración y su relevancia para nuestras vidas.

¿Quiénes eran los Sabios de Oriente?

La historia de los visitantes del Oriente que vinieron a adorar a Jesús es una de las más emblemáticas del relato navideño. Comúnmente conocidos como «los Reyes Magos», estos hombres no eran ni reyes ni magos en el sentido estricto. La Escritura los identifica como «sabios» o «magos» (del griego magoi), hombres estudiosos, probablemente astrónomos (no astrólogos, que es algo muy diferente) o filósofos, provenientes de una región oriental, tal vez Persia o Babilonia. La Biblia menciona su travesía en Mateo 2:1-12, y Elena de White arroja una luz especial sobre su misión, y el significado de sus dones, en su obra El Deseado de todas las gentes.

Elena de White explica que estos hombres eran buscadores sinceros de la verdad, estudiosos de las profecías y astrónomos. Aunque no formaban parte del pueblo de Israel, habían sido tocados por la revelación divina. Habían estudiado las antiguas profecías de Balaam (Números 24:17) sobre una estrella que anunciaría la venida de un rey. Cuando apareció una estrella inusual en el cielo, estos sabios la interpretaron como la señal de que el Rey prometido había nacido. White detalla que «Dios los guió mediante su luz para que encontraran al Salvador» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, capítulo 6, página 60).

La adoración de los sabios de oriente

El acto de adoración de los sabios es notable porque reconocen a Jesús como el Mesías desde su nacimiento. A pesar de que era solo un niño y nacía en circunstancias humildes, ellos lo reconocieron como:

  • Rey: Ofrecieron oro, un tributo a la realeza, declarando que Jesús es el verdadero Rey, no solo de Israel, sino del Universo.
  • Dios: Al inclinarse y ofrecer incienso, un símbolo de divinidad, reconocieron que este niño era digno de adoración, un atributo que solo se atribuye a Dios.
  • Salvador: La mirra simbolizaba su sacrificio futuro, señalando su rol como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo.

Elena de White destaca que estos sabios «habían aprendido a reconocer la voz de Dios en la naturaleza, y ahora reconocían a Cristo como el cumplimiento de las profecías» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, página 60). Su adoración subraya que Jesús era más que un líder terrenal; era el Mesías divino.

Adoración guiada por la revelación divina

La búsqueda y adoración de los sabios no fue casual ni basada en una tradición religiosa heredada. Fue el resultado de una revelación divina y de su deseo genuino de buscar la verdad. Aunque no eran parte del pueblo judío, Dios les reveló aquel maravilloso hecho. 

Y es que la adoración auténtica no está restringida por barreras culturales o religiosas. Dios llama a todos los pueblos, y los sabios representan a los gentiles que, en algún momento, se unirán en la adoración al Mesías.

Elena de White subraya que «la estrella que iluminaba su camino representaba más que una señal astronómica; era la presencia del Espíritu Santo guiándolos hacia Cristo» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, página 61). Esto nos recuerda que la adoración verdadera siempre es una respuesta a la revelación de Dios.

La adoración como un acto de entrega total

La adoración de los sabios no se limitó a palabras o a simples gestos. Incluyó ofrendas valiosas y una profunda reverencia al postrarse ante Jesús. Este acto muestra que la verdadera adoración implica:

  • Reconocimiento de nuestra dependencia de Dios.
  • Entrega de lo mejor que tenemos: El oro, el incienso y la mirra eran dones costosos y significativos. No se guardaron nada, sino que ofrecieron con generosidad.
  • Elena de White lo explica así: «El oro, el incienso y la mirra fueron los regalos que ofrecieron al Salvador, y estos simbolizaban la dedicación de sus corazones y vidas a Él» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, página 63). Esto nos enseña que la adoración implica dar lo mejor de nosotros mismos, no solo en bienes materiales, sino en tiempo, talentos y devoción.

Un ejemplo de adoración para la humanidad

La historia de los Sabios del Oriente es también una profecía cumplida y un anticipo de la adoración universal que Jesús recibiría. Su acto señala que Cristo es digno de adoración no solo por el pueblo judío, sino por toda la humanidad. Mateo incluye este evento para resaltar que el Evangelio es para todas las naciones.

Los sabios muestran cómo debe ser nuestra respuesta al encuentro con Cristo. Al igual que ellos:

  • Debemos buscar activamente a Jesús, dejando atrás nuestras zonas de confort y enfrentando desafíos.
  • Hemos de adorar con sinceridad y humildad, reconociendo su autoridad divina.
  • Debemos dar lo mejor de nosotros mismos, no como un requisito, sino como un acto espontáneo de amor y gratitud.

Adoración en nuestras vidas hoy:

  • Elena de White concluye que la adoración no es un acto limitado a un lugar o tiempo específico. «Cada corazón que realmente busca a Dios encontrará luz que le guiará, y cada alma que busca sinceramente adorará a Cristo en espíritu y en verdad» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, página 64).

Nuestra adoración diaria puede reflejar la de los sabios cuando:

  • Buscamos a Jesús en oración y estudio bíblico.
  • Reconocemos su presencia en nuestras vidas, especialmente en momentos de humildad y necesidad.
  • Le ofrecemos lo mejor de nosotros: nuestro tiempo, talentos y recursos.

La verdadera adoración: un llamado a nuestras vidas

El viaje de los sabios es un poderoso ejemplo de búsqueda espiritual y de entrega total a Dios. Elena de White enfatiza que estos hombres no vinieron solo a rendir homenaje, sino a ofrecer lo mejor de sí mismos en adoración y fe. En este sentido, su historia nos invita a reflexionar sobre cómo podemos adorar a Jesús en nuestras propias vidas.

Adoración en el hogar: White subraya la importancia de establecer un ambiente de reverencia y culto en el hogar. «El primer lugar donde hemos de adorar a Cristo es en nuestra familia», escribe, enfatizando la necesidad de la oración, el estudio de la Biblia y el canto de alabanzas en la vida diaria (Elena de White, La educación cristiana, página 128).

Ofrendas de valor espiritual: Al igual que los sabios llevaron sus mejores dones, nosotros también podemos ofrecer nuestras «riquezas» a Jesús, no solo en términos materiales, sino también nuestro tiempo, talentos y servicio. Estas ofrendas reflejan nuestra dedicación y amor hacia Él.

Seguir la luz divina: Así como los sabios siguieron la estrella, nosotros estamos llamados a seguir la guía de Dios en cada decisión de nuestras vidas. Esto implica una búsqueda constante de su voluntad a través del estudio de su palabra y la oración.

Conclusión

La visita de los sabios de Oriente es un recordatorio de que la verdadera adoración trasciende las fronteras geográficas y culturales. Su historia nos enseña que adorar a Jesús implica reconocer su realeza, su divinidad y su sacrificio, y responder con una entrega total. Como los sabios, podemos llevar a Cristo a nuestras vidas y hogares al ofrecerle lo mejor de nosotros, buscando su dirección y reflejando su amor en todo lo que hacemos.

Y es que la adoración de los Sabios de Oriente es un modelo atemporal de adoración. De lo que significa acercarse a Cristo con fe y humildad. Su historia nos recuerda que Dios está buscando adoradores sinceros, dispuestos a reconocer a Jesús como Rey, Dios y Salvador. Al igual que ellos, nosotros podemos adorar a Jesús plenamente al seguir su luz y ofrecerle lo mejor de nuestras vidas.

En palabras de Elena de White: «Cada corazón debe abrirse para recibir la luz celestial, y cada hogar debe ser un lugar donde Cristo sea exaltado y adorado» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, página 68).

Autora: Esther Azón, teóloga y comunicadora. Redactora y coeditora de revista.adventista.es 

 

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