¿Hubo evolución? ¿Cómo sabemos ante qué dinosaurio nos encontramos? Hay restos de muchos de ellos y presentan características propias en cada especie.
¿Cómo sabemos lo que comían? A la respuesta anterior podemos añadir que los dientes suelen ser importantes a la hora de determinar el alimento de un animal y se conservan muchos de los tipos de dientes pertenecientes a las diferentes especies.
Por los dientes creemos saber que el alimento del tricerátops fue vegetal, pero también es cierto que si hubiese sido omnívoro quizá su dentición no habría sido muy diferente.
¿Sabemos cómo era la visión de los dinosaurios? Generalmente, los ojos de los depredadores se sitúan en una posición más frontal que los de sus víctimas, que suelen ubicarse en posición más lateral. Pero no siempre es fácil situarlos sin lugar a dudas y la diferencia puede ser sutil. En la película Parque Jurásico, tan pronto había que estarse quieto ante el tiranosaurio, porque explican que su vista era mala, como había que correr, posiblemente porque ante una buena vista lo mejor es huir. No parece que hubiese acuerdo en cuanto a la capacidad visual del saurio.
En las reconstrucciones que se han hecho del tiranosaurio, los ojos han sido situados en posición ligeramente diferente según lo que se consideraba apropiado en ese momento, a la luz de cómo se interpretaban los fósiles.
En definitiva, interpretamos en función de lo que conocemos y no lo sabemos todo, por eso debemos ser prudentes en nuestras afirmaciones o negaciones.
Restos de dinosaurios
La base de datos con la que contamos en cuanto a dinosaurios incluye multitud de huesos, cráneos, impresiones de piel, huellas de pisadas, excrementos fósiles, huevos, huesos de embriones, incluso esqueletos completos y más asombroso aún: tejidos blandos. El coritosaurio es un ornitópodo del que nos ha llegado una impresión de su piel en barro petrificado. No presenta un aspecto especialmente destacable y el dibujo que ha quedado impreso es una retícula.
En Suramérica se ha encontrado la impresión de la piel de casi todo el dorso de un saurópodo. En ella se aprecia un patrón de tipo floral como si de la huella digital de la piel se tratara. Fue algo inesperado, pero parece seguro que los huesos encontrados allí eran del dueño de aquella piel y seguro que era un saurópodo.
También se han encontrado huevos en los que entró el barro y los pequeños esqueletos fetales quedaron fosilizados, incluso con huellas de la piel. En algunos de los huesos fosilizados de dinosaurio se ha buscado, en repetidas ocasiones, la presencia de ADN, pero nunca se ha podido demostrar que aquel que se dice haber encontrado no sea producto de una contaminación.
Cuando Mary Schweitzer desmineralizó unos fragmentos de fémur de Tyranosaurus rex, encontró que se conservaba tejido blando e incluso lo que parecían ser glóbulos rojos de la sangre. Todo lo que sabemos por la biología nos dice que ese material tendría que haber desaparecido de tener los 65 millones de años que se sugieren para el fósil.
Cuando alguien le preguntó a Mary, en una conferencia que impartió en la Universidad de Loma Linda, si este descubrimiento que habían hecho no mostraba que el fósil debía ser mucho más reciente, ella insistió en que debía tener 65 millones de años. Pero para muchos de nosotros, la conservación de un tejido tan frágil durante esos millones de años no tiene sentido. Ella dio una razón y es que sabemos a qué estrato pertenecen esos restos. ¿Qué datos harían falta para convencerla de que la vida es más reciente?
Hace tiempo que tenemos constancia de la conservación de clorofila en fósiles de plantas que se encuentran en estratos paleozoicos con supuestamente 250 millones de años. ¿Cómo es esto posible? Eso fue lo que se preguntaron los científicos en un primer momento, pero luego se fueron olvidando de esa pregunta y asumieron simplemente el hecho. Debieron darse las condiciones apropiadas. Es la sencilla y nada explicativa explicación.
Todas estas moléculas y tejidos descubiertos en fósiles dan testimonio de que no pueden tener los millones de años que se les atribuye, por más que buena parte de la comunidad científica se empeñe en pregonarlo.
Excrementos fósiles
Huellas de dinosaurio hay muchas, ya lo hemos visto en otro artículo, pero no hay evidencia incontrovertible de que se hayan encontrado junto a otras humanas. También se han encontrado coprolitos, excrementos fósiles.
El equipo de Jack Horner encontró una piedra aparentemente fuera de contexto, en un lugar con sedimentos. Una estudiante, colaboradora del equipo, la analizó y encontró que contenía madera fosilizada, aunque en la zona no había rastro de estos fósiles, y encontró que aquella madera estaba perforada con agujeros que recordaban a los realizados por los escarabajos del estiércol actuales. Se trataba pues de un coprolito, un excremento fosilizado.
Los restos de excrementos fósiles son bastante abundantes y es posible saber lo que comían los dinosaurios gracias a ellos. Curiosamente los estratos en los que se encuentran los dinosaurios no conservan apenas restos vegetales. Si unos dinosaurios debieron ser herbívoros, otros fueron carnívoros y posiblemente caníbales. Se han encontrado fósiles de Coelophysis que muestran fósiles de otros congéneres en el interior de sus cuerpos. Son huesos de ejemplares juveniles a los que, con casi toda seguridad, devoró un adulto.
Leviatán y Behemoth
Evidentemente, los dinosaurios existieron y nos han llegado un buen número de sus restos. ¿Cómo interpretamos entonces toda esta información a la luz de las Escrituras? Muchos consideran que Leviatán, el monstruo que aparece en el libro de Job, es un dinosaurio. En este libro se habla de un animal con el lomo cubierto de apretadas escamas como escudos. Para este animal, un garrote sería como un insignificante palillo y se reiría del ruido de lanzas. Sería capaz de remover el mar. ¿Se trataba de un mamífero gigante, quizá un reptil o un mamífero, posiblemente una ballena? No lo sabemos. Ese nombre no se le da a ninguna criatura actual. No debió de ser un dinosaurio, porque no había dinosaurios marinos.
También en el libro de Job, se habla de Behemoth, del que se dice que se alimentaba de hierba como un buey, que su cola oscila como un cedro y que descansa bajo los lotos, entre el barro de la marisma. ¿Qué era Behemoth? Quizá fuese un anfibio gigante, un reptil o posiblemente un mamífero. También puede que fuese un cocodrilo o un hipopótamo. No sabemos lo que era. Se trata de un rompecabezas. Hay quienes consideran que no era un hipopótamo, porque la cola de este mamífero es pequeña y en el libro de Job dice que su cola oscilaba como un cedro. Sin embargo opino que ese movimiento hay que interpretarlo como el de las hojas, no como el movimiento del tronco del árbol. Por otra parte, es difícil meter un saurópodo bajo plantas de loto, ni aun cuando éstas fuesen gigantes.
Además, frente a lo que se pensó durante un tiempo, los dinosaurios no eran animales acuáticos que necesitasen amortiguar el peso de sus cuerpos sobre las patas. Por contra, los estudios biomecánicos actuales de sus esqueletos hacen pensar hoy, que podrían desenvolverse perfectamente en terreno seco, sin necesidad de estar sumergidos en agua.
¿Entraron los dinosaurios en el Arca?
¿Cuáles son las preguntas que más frecuentemente se hacen los cristianos sobre los dinosaurios? ¿Eran muy grandes los dinosaurios para entrar en el arca? Es posible que algunos de ellos no entrasen en el arca debido a que el progresivo debilitamiento del ser humano los convertiría en incontrolables y Dios no los habría llamado a entrar. Así lo expresa Ellen White, una autora cristiana, refiriéndose a una “clase” de animales, si especificar cuál. Pudieron ser algunos dinosaurios y quizá otros animales de gran tamaño, mamíferos y/o reptiles.
Tengamos en cuenta que hubo dinosaurios del tamaño de un pavo que seguramente entraron en el arca. El registro fósil es un registro de extinciones y muerte, no de evolución. Determinados seres desaparecen en una parte del registro geológico y en otro lugar de ese registro se encuentran los restos de otros desaparecidos.
La ciencia predice que nosotros, los seres humanos, también nos extinguiremos. No nos ofrece ninguna esperanza. El cristianismo es el que da esperanza. Para poder explicar esa esperanza es imprescindible el concepto de Creación tal y como aparece explicado en las Sagradas Escrituras. Junto a ese gran evento que pobló el planeta se encuentra otro igualmente a escala planetaria, el Diluvio.
Dice el texto bíblico que todas las especies entraron en el arca, pero el sentido en el que se utiliza el término ‘especies’ seguramente no es el mismo que nosotros damos a esa palabra. Es posible que se refiriese a lo que podríamos llamar tipos básicos, algo más genérico, como cuando hablamos de los osos, no a algo tan singular como una especie.
Ellen White, habla de especies confundidas como resultado de amalgamas y de que esas especies confundidas no sobrevivieron al Diluvio. Pero ¿se refería a los dinosaurios? No parece que fuese así, porque este grupo zoológico posee unas características bien definidas que le son propias y no aparecen signos de confusión en su anatomía. Existe un grupo de reptiles, los terápsidos, que son llamados reptiles mamiferoides. Si hubiese un grupo de animales con características que parecen una mezcla de otros, considero que este grupo de los terápsidos podría pertenecer a esas especies “confundidas”. Los dinosaurios tuvieron que ser creados durante la semana de la Creación.
Tomado de la Revista Naturalia. Asociación Naturalia Ailarutan para el estudio y defensa de la naturaleza.
Autora: Dra. Elaine Graham-Kennedy, geóloga cristiana que cree en el relato bíblico de la Creación. Doctorada en la Universidad del Sur de California y profesora adjunta en la Universidad Adventista del Sudoeste.