“¿Se juntará contigo el trono de iniquidades
Que hace agravio bajo forma de ley?
Se juntan contra la vida del justo,
Y condenan la sangre inocente.
Mas Jehová me ha sido por refugio,
Y mi Dios por roca de mi confianza.
Y él hará volver sobre ellos su iniquidad,
Y los destruirá en su propia maldad;
Los destruirá Jehová nuestro Dios”.
Salmo 94:20-23
A veces acudimos a alguien para que nos ayude, para que nos haga “justicia”, y después descubrimos que ese “alguien” es amigo de la persona que busca nuestro mal. No es el caso de Dios, como nos dice este Salmo en la pregunta retórica.
Dios sabe que se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente. Pero a pesar de todos los planes para la destrucción del bueno, Dios nos ha provisto de refugio en el pasado, y lo hará en el presente y el futuro. Puede incluso que nos quiten la vida, pero para Dios eso tampoco es un problema, pues nos resucitará en el día postrero.
Cuando confiamos en Dios, podemos estar tranquilos como el que está protegido por un muro de roca, por lo más sólido y firme que existe.
Por otro lado, la justicia de Dios va más allá aún, manifestando su propia misericordia al ser comedido en la retribución. El mal que desean contra el bueno, será el mismo mal que se vuelva contra el malo. Dios los destruye haciendo que reciban las consecuencias de aquello mismo que querían hacer a los hijos de Dios. Ni más, ni menos que recibir sus propios actos en carne propia, siempre que no procedan al arrepentimiento. Si hacemos bien, recibiremos bien; si hacemos mal, recibiremos mal.