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Ciudad Santa y Edén nLa relación presente en los libros de Génesis y Apocalipsis muestra puntos en común entre el Jardín del Edén y la Ciudad Santa.

En una contemplación sistemática podemos observar posibles relaciones entre los primeros capítulos de la Biblia hebrea (Génesis 1:1-3:24), y los últimos capítulos del canon bíblico griego (Apocalipsis 21:1-22:5). Y especialmente por el hecho de que ambos evocan el tema del santuario para sí. La Ciudad Santa es mencionada como el tabernáculo de Dios, donde él “morará” con los hombres (Apocalipsis 21:3).

Se la describe como un cubo perfecto, como también el Lugar Santísimo del Santuario terrenal (1 Reyes 6:20) y se encuentra cubierta de la gloria de Dios (Apocalipsis 21:11; de acuerdo con Éxodo 40:38). Ya el jardín del Edén ha sido sugerido como un tipo de “santuario arquetípico”. Davidson propone que Moisés, bajo la inspiración divina, retrata claramente el jardín como el primer Santuario terrenal, o sea, el Santuario celestial tenía un correspondiente sobre la Tierra aun antes del tabernáculo mosaico. Pensando en eso, notamos posibles correspondencias textuales, funcionales y teológicas entre el Edén y la Nueva Jerusalén.

1. La primera relación posible entre la Ciudad Santa y el Edén

La primera relación posible entre la Ciudad Santa y el Edén “santuario arquetípico” está relacionada a la creación de la luz en el primer día y a su existencia durante los tres primeros días sin la ayuda del sol y la luna, siendo que estas lumbreras fueron creadas por Dios el cuarto día de la creación (Génesis 1:3, 14-19). Posiblemente, la luz de los tres primeros días provenía del propio Dios, teniendo en consideración que “Dios es luz” (1 Juan 1:5; ver Salmos 36:9; 104:2). Parece haber un paralelo entre el relato de la Tierra Nueva y el de la creación, en vista de que la ciudad no tiene necesidad “de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23; 22:5).

2. La presencia del árbol de la vida en ambos relatos

La presencia del árbol de la vida en ambos relatos. En medio del jardín, Dios había plantado el árbol de la vida junto con el árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:9). En correlación con esta narración está la descripción del árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en medio de la plaza principal de uno a otro margen del río de la vida (Apocalipsis 22). Pero, hay un aspecto transformado. Es posible notar la ausencia del árbol del conocimiento del bien y del mal, no hay ninguna referencia a él. Manifestando así que el período de prueba se ha acabado y que el pueblo de Dios fue reivindicado.

El relato de la Tierra Nueva revela que los que lavaron su ropa en la sangre del Cordero tendrán derecho al árbol de la vida y nunca más se pondrán delante de él querubines con espadas flameantes para impedir que los seres humanos tengan acceso a su fruto (Apocalipsis 22:2, 14; Génesis 3:24).

3. Posible correspondencia entre la muerte y sus consecuencias

Otra posible correspondencia está relacionada a la muerte y sus consecuencias. En el Edén, Dios dio la orden de que se podría comer libremente de todos los árboles del jardín, menos del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque, si comían de él, ciertamente morirían (Génesis 2:16, 17). La pareja edénica desobedeció y fueron expulsados del jardín para que no tomaran del fruto del árbol de la vida, comieran, y así, inmortalizaran el pecado/la rebelión (Génesis 3:3-24). El acto de desobedecer a Dios trajo a los seres humanos sufrimiento en todas sus formas y ocasionó la muerte (Génesis 3:19).

Sin embargo, Dios no dejó al hombre sin esperanza. Aun delante de la rebelión, el Señor les hizo vestidos de pieles, los vistió y les prometió un Salvador de su descendencia (Gén. 3:15, 21). Juan parece hacer alusión a este episodio cuando dice que “el Cordero fue muerto desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13:8). Hay una posible relación con el medio utilizado por Dios para resolver la muerte y sus consecuencias eternas, siendo que los salvos serán los que laven sus ropas en la sangre del Cordero (Apocalipsis 22:14; ver 7:14). Ambas narraciones (creación y Tierra Nueva) se apropian de los resultados de la expiación de Cristo.

El aspecto de vivir vida eterna, propuesto a la pareja edénica, será restaurado en la Nueva Jerusalén. Y la mentira presentada por Satanás a la mujer: “Ciertamente no moriréis”, como también la sentencia de la muerte declarada por Dios al hombre “por cuanto eres polvo, y al polvo volverás”, recibirán su sentencia definitiva cuando termine el conflicto cósmico (Apocalipsis 20:10; 21:8). Hasta la muerte y el infierno (sepultura) serán destruidos en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14). Y entonces se inicia un nuevo reinado planeado por Dios para los nuevos cielos y la Tierra Nueva (Apocalipsis 21:4, 5).

4. Fuentes de las aguas

En el Edén había un río que fluía desde el centro y que se dividía en cuatro brazos y regaba el jardín (Génesis 2:10). Esa descripción parece estar en paralelo al río de la vida que fluye del trono de Dios y del Cordero a la Ciudad Santa (Apocalipsis 22:1, 2).

5. Piedras valiosas

Otra posible relación puede verse entre las piedras valiosas. En la descripción del jardín, se relata que en él había oro, bedelio y ónice (Génesis 2:12). Piedras preciosas se mencionan en conexión con el Santuario terrenal. Por ejemplo, el bedelio en el Antiguo Testamento aparece solo en conexión con el maná (Números 11:7). La piedra ónix aparece sobre el hombro y el pectoral del Sumo Sacerdote (Éxodo 25:10-40). La Ciudad Santa se describe como hecha de oro puro y los fundamentos de sus muros están adornados por un conjunto de doce piedras preciosas (Apocalipsis 21:18-21).

6. La obra designada por Dios al hombre en el Edén será restaurada en la Tierra Nueva

Se indica que la obra designada por Dios al hombre en el jardín será restaurada en la Tierra Nueva. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15). La palabra cultivar significa literalmente trabajar, servir, ministrar, y aparece relacionada al servicio realizado por los levitas en el tabernáculo terrenal (Números 8:11, 19; 16:9; 18:6-7). Esa correspondencia puede revelar la posibilidad de que la obra designada a la pareja edénica también tenía connotaciones sacras/religiosas, además del cultivo del jardín. De la misma forma, la palabra guardar también aparece en relación con el Santuario terrenal y con la obra realizada por los levitas (levítico 8:35; Números 3:7, 38).

7. Los redimidos servirán a la deidad nuevamente

Además de esa posible relación que observamos con el Santuario terrenal, podemos inferir una cierta relación en relación con la obra que harán los salvos en la Tierra Nueva, pues se declara que los redimidos servirán a la deidad (Apocalipsis 22:3). Necesitamos entender que, el término le servirán significa “servir, ministrar, adorar”, y que transmite la idea de servicios sacros/religiosos tales como los vocablos “cultivar” y “guardar” (Génesis 2:15). Por eso, podemos ver una indicación que la obra dada en el principio a la pareja edénica será restaurada por Dios en la Nueva Jerusalén.

Conclusión

Compañerismo, intimidad, convivencia con Dios, estos eran los privilegios que Adán y Eva disfrutaban en el jardín. Pero, perdieron todas esas prerrogativas como consecuencia del pecado, la transgresión. Después de la expulsión, el estado pecaminoso de ellos les impedía encontrarse con Dios cara a cara, por eso, los sacrificios se realizaban a la entrada del jardín (Génesis 4:4, 5). Fueron puestos querubines para vigilar el camino al árbol de la vida, para que el hombre no inmortalizara el pecado comiendo del fruto (Génesis 3:24). Y para no la relación con el hombre, Dios idealizó formas para restablecer la relación hasta donde era posible a través de los santuarios terrenales (Éxodo 25:8; 1 Reyes 6:13; 8:10). Apocalipsis 21:1 a 22:5 indican que todos los privilegios vividos por Adán y Eva con la Deidad en el Edén serán restaurados y elevados a un nivel mucho más glorioso en la Nueva Jerusalén.

Noten los contrastes: el hombre rechaza el santuario hecho por Dios; Dios habita en el santuario hecho por el hombre; Dios visita al hombre en el “santuario arquetípico” (jardín del Edén) y el hombre visita/encuentra a Dios en los santuarios/templos terrenales. Finalmente, en esa concepción de encuentros, el hombre volverá al santuario de Dios y vivirá para siempre con él (Apocalipsis 21:3).

Autor: Leonardo Godinho Nunes, pastor durante más de 25 años, dieciséis de los cuales se desempeñó como profesor de teología. Doctor en Teología Bíblica de la Universidad Andrews. Actualmente, se desempeña como Coordinador del Seminario Latinoamericano de Teología Adventista en el Instituto Adventista Paranaense.
Imagen: Foto de Maddie H. en Unsplash

Bibliografía

  • Richard Davidson. Comic Metanarrative for the Comming Millenium. Andrews University: Journal of the Theological Society, 2000.
  • Raul Dederen (editor). Tratado de Teologia Adventista do Sétimo Dia. Tradução de José Barbosa da Silva. Tatuí: Casa Publicadora Brasileira, 2011.
  • Asociación Ministerial de la Asociación General. Nisto Cremos: as 28 crenças fundamentais da Igreja Adventista do Sétimo Dia. Tradução de Helio L. Grellmann. 9. ed. Tatuí: Casa Publicadora Brasileira, 2016.
  • Elena G. White. Testemunho para a Igreja. Volume 6. Tradução de Cesar Luis Pagani. 2ª edição. – Tatuí: Casa Publicadora Brasileña, 2004.
  • James Strong. Léxico Hebraico, Aramaico e Grego de Strong. Barueri, SP: Sociedade Bíblica do Brasil, 2002.

 

PUBLICACIÓN ORIGINAL: La ciudad santa y sus relaciones con el Jardín del Edén

Revista Adventista de España