Entre luces parpadeantes, villancicos y montañas de regalos, es fácil olvidar quién es la verdadera Estrella de la Navidad. Spoiler: no es ni Papá Noel, ni tampoco el árbol. Para descubrirla, sigamos las luces, lumbreras, lámparas y estrellas que nos llevan hasta esa Estrella, con mayúscula.
Esta Navidad 2025-2026, te invito a mirar más allá de los envoltorios de regalos y las lucecitas de neón. Vamos a centrarnos en el mayor obsequio que te han hecho y que te harán en toda tu vida. El regalo ‘estrella’. El regalo del Amor Verdadero y la Vida Eterna, porque lo más valioso que podemos tener o dar, como el amor o el tiempo, no se puede comprar.
La estrella que guio a los sabios
Pero, comencemos por el principio. Mateo 2:1-2 dice: «Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del Oriente a Jerusalén unos sabios, diciendo: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el Oriente, y venimos a adorarle”».
La estrella de Belén no era un simple fenómeno astronómico. Era un acto de revelación divina, un signo sobrenatural que señalaba la encarnación del Hijo de Dios. El Señor quiso que, desde su mismo nacimiento, Jesús fuera reconocido como la Luz que vendría a iluminar la oscuridad del mundo (Isaías 9:2). Esta estrella, por tanto, no solo guiaba a los sabios hacia un lugar físico, sino que indicaba el camino hacia la Verdad y la Salvación.
Elena de White describió la estrella de Belén, en su libro El Deseado de todas las gentes (que te recomiendo, encarecidamente, leer AQUÍ y/o escuchar AQUÍ), como un grupo de ángeles resplandecientes y no como una estrella fija o un planeta.
Una luz brillante que apareció en el cielo después de que la hueste angelical visitara a los pastores. Una luz que sirvió como señal para guiar a los sabios; se detuvo sobre el templo de Jerusalén, desapareció y luego apareció de nuevo para guiarles hasta el Niño Jesús en Belén.
Esa información se encuentra principalmente en el capítulo 6 del mencionado libro. Pero, además, en otras publicaciones y manuscritos, como en The Spirit of Prophecy, vol. 2, y varios artículos para la revista Signs of the Times, ella reitera este concepto, contrastando la gloria celestial vista por los pastores con la «estrella» que guiaba a los sabios desde Oriente, y presentándola como un grupo de ángeles que asumió la forma de una luz guiadora para ellos.
La guía divina para los que buscan a Dios
Con casi total seguridad, el Espíritu Santo guió a aquellos sabios —eruditos y astrónomos— que interpretaron esa «estrella» como un mensaje celestial. Su seguimiento fue un acto de fe: no sabían qué encontrarían, solo confiaban en la señal que Dios les había enviado.
Así como ellos fueron guiados, Dios nos llama hoy a seguir la luz de Cristo en medio de la oscuridad. Juan 8:12 nos recuerda las palabras de Jesús: «Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida».
La estrella de Belén nos enseña que la luz de Dios siempre va delante de nosotros, revelando el camino y señalando el lugar donde podemos encontrar Vida y Verdad. Como los sabios, estamos invitados a rendirle adoración, entregarle nuestros tesoros (nuestros dones, que en realidad siempre fueron suyos) y permitir que Él cambie nuestra vida desde su humilde pesebre, y transforme nuestro corazón.
Jesús, la Estrella resplandeciente de la mañana
Apocalipsis 22:16 afirma: «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la Estrella resplandeciente de la mañana».
Jesús no solo es una estrella simbólica: es la Luz misma que penetra la oscuridad del pecado, la duda y la desesperanza.
«Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida». (Juan 8:12).
«La Luz verdadera que a todos alumbra vino al mundo». (Juan 1:9).
«Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas». (Juan 12:46).
La luz de la Biblia
Pero en la Escritura hay más luces que nos llevan a nuestra Estrella Jesús. El Salmo 119:105 dice: «Lámpara es a mis pies Tu Palabra, y lumbrera a mi camino», porque la Escritura revela a Cristo y nos guía paso a paso.
La Biblia es una lámpara que ilumina nuestra existencia al dar respuesta a todas nuestras preguntas. ¿De dónde vengo? De Dios; ¿A dónde voy? Al Cielo; ¿Qué hago aquí? Elegir si quiero vivir para siempre con Él o no y si quiero servirle y servir a los demás con los dones que Él me ha dado. ¿Cuál es el sentido de mi vida? Lo encuentro en Jesús, mi Salvador.
La Biblia me ayuda a vivir mejor aquí, a través de sus sabios consejos y del ejemplo de Jesús. La Esperanza me mantiene en pie, cuando todo se derrumba a mi alrededor. Es la lámpara que me guía y me reconforta.
Por eso, mantener una comunicación constante con Dios, a través de la oración y de la Biblia, nos permite reconocer su dirección y tomar la mejor decisión. Y cuando aprendemos a vivir así, dependiendo de Él, el Espíritu Santo nos va cambiando por dentro y nos va sumando luz y calor. Como antorchas que se encienden en el fuego, estamos llamados a reflejar la luz y el calor de la Verdad y el Amor de Dios a los demás.
Mateo 5:16 nos exhorta: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres». Y si queremos ser luz, necesariamente debemos reflejar a Jesús.
Al compartir la Esperanza, podemos iluminar lugares donde reina la oscuridad, cumpliendo la misión que la estrella de Belén simboliza: guiarles al Salvador.
Una teología «con chispa»
La Navidad, el nacimiento de Jesús en este mundo (fuera cuando fuese), en realidad, es el misterio más épico de la historia: Dios haciéndose carne (Juan 1:14). Jesús dejó el cielo para nacer en un pesebre —sí, en un comedero de animales, situado en un maloliente establo— cumpliendo profecías como Isaías 9:6: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado… se llamará Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz».
Nada de castillos ni alfombras rojas. La humildad de Jesús nos recuerda que lo verdaderamente grande e imporante no viene envuelto en lujo, sino en amor y cercanía. Celebrar la Navidad es celebrar que Dios se hizo hombre, que nació en este mundo. Que siendo inocente, murió en nuestro lugar.
Y es que la consecuencia de rechazar a Dios, quien es la Vida, es la muerte. No, no es un castigo, es la consecuencia lógica.
Sin embargo, Jesús decidió morir en nuestro lugar para que cada uno de nosotros pueda decidir tener Vida por medio de Él. Somos salvos cuando aceptamos su sacrificio por nosotros y nos colocamos bajo su manto. Mientras vivamos a su amparo, de su mano, Él nos protege y nos llevará a Casa con Él cuando vuelva a buscarnos.
¿Celebrar o no celebrar la Navidad?
Por último… quiero recordarte que el nacimiento de Jesús no es solo rememorar un evento histórico, sino revivir el mensaje de esperanza y redención que transformó el mundo. Los sabios que siguieron la estrella de Belén (Mateo 2:1-2) simbolizan la búsqueda de la Verdad y de Dios que todos estamos llamados a emprender. Y celebrar la Navidad nos invita a reconocer a Cristo como la Estrella que guía nuestro camino, iluminando nuestras decisiones y fortaleciendo nuestra fe. (Juan 8:12; Apocalipsis 22:16).
Además, celebrar la Navidad nos ofrece la oportunidad de reflexionar en el regalo de la Salvación, en el nacimiento, la vida (¡cuánto por aprender de Él), la muerte, la resurrección y la Segunda Venida del Salvador. Nos incita a poner en práctica el Amor de Dios hacia los demás.
La luz que Jesús trajo no era solo para admirarla, sino para reflejarla en actos de servicio, generosidad y compasión (Mateo 5:16). La Navidad es un tiempo para enseñar a los niños y a los jóvenes el valor de la humildad y la importancia de poner a Cristo en el centro de nuestra vida. No los regalos ni las festividades superficiales.
Por supuesto, eres libre. Puedes celebrarla o no. Pero escoger celebrar la Navidad es un momento hermoso para reflexionar y nos recuerda que Dios siempre guía a quienes buscan sinceramente la Verdad.
Al igual que la «estrella» de ángeles condujo a los magos hacia el Salvador, la luz de Jesús nos dirige hacia la paz, la esperanza y la salvación eternas (Salmo 119:105; Lucas 2:7). Es un recordatorio anual de que Cristo es la verdadera Estrella de la Navidad. La única que ilumina nuestro camino hacia la Vida Eterna, da sentido a nuestra existencia y nos calienta el corazón.
Ideas prácticas para celebrar la Navidad
- Momentos de adoración familiar: Dedica tiempo en familia para leer Lucas 2:1-20 y reflexionar sobre el nacimiento de Cristo. Pueden acompañarlo con canciones y oraciones que resalten su importancia, no solo el intercambio de regalos.
- Disfruta leyendo o escuchando El Deseado de todas las gentes (arriba): ¡Celebra la vida de Jesús! Créeme, la Biblia, y este librito, son el fuego que encenderá tu antorcha de luz y calor al mundo.
- Celebraciones modestas y significativas: Evita que el enfoque sea solo lo material. Los regalos más simples pueden reflejar mejor el amor y la gratitud hacia Dios y hacia los demás. Vive la alegría de dar, en lugar de recibir.
- Regala libros y recursos espirituales: Sustituye tarjetas comerciales por un libro misionero, un devocional o una nota personal que hable del Amor y la Esperanza en Cristo.
- Programas de iglesia y comunidad: Participa u organiza actividades que lleven el mensaje de Jesús a la comunidad. Por ejemplo, conciertos de Navidad, representaciones del Nacimiento o servicios especiales de adoración.
- Ayuda a los necesitados: Ofrece alimentos, ropa o compañía a quienes viven en soledad o carecen de recursos. Que los regalos que damos sean un reflejo de la Luz de Jesús en acción.
- Invitación a la fe: Aprovecha la Navidad como un momento para presentar a Jesús a amigos, familiares y vecinos, no como un mensaje forzado sino como una oportunidad de esperanza y transformación.
Conclusión
La Navidad no es marketing, ni estrés, ni tradiciones vacías. Es amor, alegría y celebrar el mayor regalo de todos: Jesús, Dios hecho hombre, nuestra Luz y Salvación.
Que cada día del año, y especialmente en Navidad, Jesús nazca en tu corazón y encienda tu vida con su Luz, Amor y Esperanza. ¡Deja que la verdadera Estrella ilumine tu camino! (Juan 14:6). Deja que encienda tu vida para que puedas iluminar y calentar a otros que están muriendo de frío en la oscuridad. Sé una lámpara, una antorcha, una lucecita… que lleve a las personas al Señor.
Esta Navidad, cuando veas las estrellas tililar y las lucecitas de los árboles y las casas apagarse y encenderse en la noche, piensa en la Estrella que ilumina tu vida y atrévete a ser, como en esta canción: una chispa de Luz.
Autora: Esther Azón Fernández, teóloga y comunicadora. Editora y redactora de revista.adventista.es.
Imagen: Shutterstock.
NOTA: Una curiosidad… ¿Sabías que Elena significa ‘antorcha’, ‘luz’ o ‘brillante’? Y es que al Señor le encanta jugar con los nombres y sus significados. Por toda la Biblia tenemos ejemplos: Jonás: ‘paloma mensajera’; Moisés: ‘salvado de las aguas’; David: ‘amado’; Daniel: ‘Solo Dios es mi juez’… ¡Y no sólo en el Antiguo Testamento!, ¡en el Nuevo también! Jesús significa ‘Salvador’ o ‘Dios salva’; Emanuel significa ‘Dios con nosotros’; Cristo es un título que significa ‘el ungido’ o ‘el Mesías’ ; Pedro sería ‘piedrecita’ (porque la Roca es el propio Jesús); Juan es ‘Dios ha sido misericordioso’, y así podríamos seguir y seguir. Te invito a disfrutar investigando los significados de los nombres bíblicos en el contexto de cada historia, ¡es apasionante!
Elena de White es, para muchos cristianos adventistas, una ‘luz menor’ , una ‘antorcha’ cuyos escritos nos guían hacia la ‘luz mayor’, ‘la lámpara’ que es la Biblia. Y ésta, a su vez, nos lleva hasta la Estrella de la manaña, que es Jesús, nuestro Salvador.
Ahí lo dejo… para tu reflexión personal.
Y sí, también te deseo, de todo corazón, una ¡Muy feliz Navidad!
Fuentes:
- Biblia: Mateo 1:21; Isaías 9:2; Mateo 2:1-2; Lucas 2:7; Juan 8:12; Apocalipsis 22:16; Salmo 119:105; Mateo 5:16; Lucas 2:1-20; Malaquías 4:2.
- Elena de White: Consejos sobre Mayordomía Cristiana, página 290-291; Cada día con Dios, página 358.
- Erton Köhler (presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día): Sugerencias para la Navidad.


