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El apóstol Pablo pidió a los creyentes de Roma (Romanos 16: 16), de Corinto (1 Cor. 16: 20 y 2 Cor. 13:12) y de Tesalónica (1 Tes. 5: 26)  que se saludaran con “ósculo santo”, traducido como “beso santo” en las versiones Reina Valera modernas. Pedro también pide en su primera epístola (1 Ped. 5: 14) que nos saludemos con “beso de amor”. Dice el Comentario Bíblico Adventista que ese beso era una expresión de amor fraternal entre los creyentes. Se daba en la mejilla, en la frente o en las manos, pero nunca en los labios, y solamente entre mujeres o entre hombres, pero no entre hombres y mujeres.

Podemos preguntarnos si con el auge de enfermedades infecciosas que estamos presenciando, esta recomendación apostólica resulta apropiada para estos tiempos especiales, último tiempo, en el que estamos viviendo; o si más bien se trata de una costumbre cultural propia de la época antigua. 

Las epidemias son una de las señales del tiempo del fin, tal como Jesús mismo lo anunció en el capítulo 24 de Mateo. Y aunque siempre las ha habido a lo largo de la historia, están ocurriendo ahora, precisamente cuando no cabía esperarlas debido a los avances de la medicina y de la higiene. Es momento de levantar nuestras cabezas para ser conscientes de la época especial en la que estamos viviendo, y de seguir los muchos consejos para este tiempo que el Señor nos ha proporcionado a través de su Palabra y de los escritos inspirados del Espíritu de profecía. Entre ellos, cabe destacar:

Consejos de prevención

– Salir de las ciudades evitando las aglomeraciones de gente.

– Evitar el contacto con animales, especialmente los declarados inmundos (o sucios), que son reservorios de los virus, bacterias y parásitos causantes de epidemias y enfermedades transmisibles.

– Alimentarse a base de vegetales mínimamente procesados ricos en antioxidantes que fortalecen el sistema inmunitario, evitando especialmente el consumo de carne que lo debilita.

Los templos, al igual que cualquier lugar cerrado y con mucha gente en su interior,  son posibles focos de contagio de enfermedades infecciosas, especialmente de las que se transmiten por vía aérea a través de las gotitas de saliva como es el caso del coronavirus. Por ello, a las recomendaciones mencionadas anteriormente hay que añadir algunas medidas de higiene específicas al asistir a una iglesia, tales como estas:

– Evitar saludarse con dos besos en la mejilla, como muchos acostumbran a hacer, así como eludir otras formas de contacto cercano entre personas,

– Practicar el “saludo sin contacto físico” como es cultural en muchas zonas de Asia, juntando ambas manos o poniendo la mano derecha sobre el corazón a la vez que se hace un gesto con la cabeza y una sonrisa amable. 

– Evitar hablar cerca de otra persona (al hablar se emiten gotitas de saliva potencialmente contaminadas).

– Cubrir la boca y la nariz con un pañuelo al toser o estornudar para evitar lanzar al aire miles de gotitas de saliva potencialmente contaminadas con el virus.

– Evitar tocarse la boca, la nariz o los ojos, pues las manos pueden llevar gérmenes infecciosos.

– Evitar especialmente tocar a los niños y a los ancianos, cuyo sistema inmunitario es más susceptible.

– Lavarse las manos con agua y jabón o con frotarlas con un gel antiséptico.

– Quedarse en casa en caso de presentar síntomas gripales, aunque sean leves.

– No dudar en ponerse una mascarilla, especialmente las personas de riesgo.

El hermano o hermana que da la bienvenida a la entrada de la iglesia debería evitar dar la mano y besar a los que entren, advirtiéndoles de que tampoco lo hagan en el templo y de que sigan las recomendaciones de higiene.

El COVID-19

El COVID-19 es una de las 39 especies de coronavirus conocidas, pero tiene varias particularidades que lo hacen especialmente peligroso:

– Es el resultado de una mutación genética que lo hace muy contagioso y muy patógeno.

– El periodo de incubación, es decir, el que transcurre desde que se produce el contagio hasta que aparecen los síntomas, oscila entre 2 días y 2 semanas, aunque puede llegar a las 4 semanas. Durante ese tiempo la persona infectada puede transmitir el virus, aunque no presenta síntomas. Además, se ha visto que existen portadores asintomáticos aparentemente sanos [1].

– No se conoce tratamiento eficaz ni vacuna hasta hoy. 

Invoquemos la protección del Señor frente a esta y otras epidemias modernas, pero siguiendo a la vez los consejos del Espíritu de Profecía para este tiempo y las leyes de la salud.

Fraternalmente (pero sin abrazo ni besos),

Autor: Dr. Jorge D. Pamplona Roger, responsable del departamento de Ministerio de la Salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España. Imagen tomada de: https://www.65ymas.com/salud/medicina-preventiva/quiero-saber-mascarillas-protegerse-virus-que-tipos_12742_102.html

Más noticias sobre el coronavirus en: https://salud.adventista.es

Adjunto:

Carta de la directora del Ministerio de la Salud de la División InterEuropea y carta del director del Ministerio de la Salud de la Asociación General.

NOTAS:

[1] https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2001468

Revista Adventista de España