A continuación, dejo 5 reflexiones que nos pueden ayudar a la hora de encuadrar estos acontecimientos geopolíticos:
Visión profética
Por supuesto, el ADN adventista nos hace ver estos sucesos como señales del fin. Con seguridad, encuadran dentro de descripciones generales de las condiciones previas a la Segunda Venida, como el discurso profético de Jesús en Mateo 24: «Oirán de guerras y de amenazas de guerras» (vers. 6). Sin embargo, están aquellos que quieren hacer calzar este conflicto armado dentro de cumplimientos específicos de la profecía, como la de Ezequiel 38 y 39. Deberíamos ser muy cuidadosos de leer la profecía a la luz de los titulares de los informativos, sobre todo, en medio del fragor de la actualidad, ya que puede llevarnos a interpretaciones erróneas.
Posiciones políticas
En un mundo polarizado ideológicamente como en el que vivimos, no solo los países, sino además cada persona ha tomado partido por uno u otro bando de este conflicto de la guerra en Ucrania. Algunos defienden a Rusia, creyendo que hay una confederación de Occidente en su contra, con la OTAN y la Unión Europea a la cabeza. Otros atacan a Rusia, y abogan por una intervención militar como la única manera de detener a Putin, a quien se compara con Hitler.
No está mal tener nuestra posición sobre estos acontecimientos, pero debemos cuidarnos de no justificar la guerra o de pensar que la solución está en las acciones armadas. Caemos, probablemente, en el horror de creer que está bien que cristianos de diferentes países se maten entre sí por intereses mundanales, que corresponden al príncipe de este mundo. Nunca debe combatirse el mal con el mal mismo. En ese sentido, deberíamos seguir recordando que los Adventistas abogan por la no portación de armas, somos no combatientes, y que, donde exista la figura legal, recomendamos ser objetores de conciencia y no enrolarnos en el ejército, donde podríamos vernos coaccionados a atentar contra la vida de otra persona y transgredir el sexto Mandamiento. Por sobre todas las cosas, más allá de nuestras simpatías por tal o cual nación (incluyendo la propia), debemos recordar que somos «extranjeros y peregrinos sobre la tierra» y que tenemos «una patria mejor» a la que rendir lealtad (Heb. 11:13, 16, NBLA).
Abogar por la paz
Los cristianos deben ser agentes de paz donde se encuentren; no solo ante conflictos bélicos entre naciones, sino también en la familia, la iglesia, el trabajo y los ámbitos sociales en los que se muevan.
Orar
Podemos hacer mucho por los que están sufriendo. La oración intercesora tiene poder. El apóstol Pablo recomienda: «Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad» (1 Tim. 2:2-4, NTV). Nota que nos insta a orar en intercesión por los gobernantes, porque de las decisiones que ellos tomen dependerá la paz.
Ayudar
También podemos ayudar materialmente. La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) está actuando en Ucrania y en los países limítrofes, aliviando el sufrimiento de hombres, mujeres y niños afectados por las calamidades de la guerra. Podemos contactar a la oficina de ADRA en cada país, preguntando cómo podemos hacer llegar nuestras donaciones para ayudar allí.
Autor: Marcos Blanco, pastor y Magíster en Teología (está culminando sus estudios doctorales) desempeña su ministerio en la ACES desde 2001. Autor de “Versiones de la Biblia”, es Jefe de Redacción y director de la Revista Adventista desde 2010.
Imagen: Photo by Glenn Carstens-Peters on Unsplash
PUBLICACIÓN ORIGINAL: Normalizar el horror