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Para el sábado 1 de diciembre de 2018.

Esta lección está basada en Nehemías 9; 13:1-22, y Profetas y Reyes, capítulo 56, pp. 449-453.

  • Dar la gloria a Dios al finalizar la obra.

    • La muralla quedó terminada en cincuenta y dos días. Acabada la obra, el pueblo dio gracias a Dios de diversas maneras:
      1. Celebrando. Hicieron una gran fiesta. Dieron gloria a Dios leyendo la Biblia todos juntos, y celebraron la fiesta de las cabañas.
      2. Humillándose y confesando los pecados. Ayunaron, se vistieron con ropa áspera, echaron polvo sobre sus cabezas y confesaron sus pecados delante de Dios.
      3. Adorando y alabando. El pueblo alabó a Dios cantando junto al gran coro de los levitas.
      4. Recordando los maravillosos hechos de Dios en la historia de Israel. Los levitas recordaron al pueblo cómo Dios les había bendecido desde la salida de Abraham de Ur hasta ese momento.
      5. Agradeciendo. Resaltaron lo bueno, lo paciente, lo misericordioso y bondadoso de lo que Dios es, a pesar de nuestras desobediencias. Agradecieron por todas las bondades de Dios hacia ellos.
    • Piensa todo lo bueno que Dios ha hecho por ti y compártelo con los demás.
  • Dar la gloria a Dios realizando reformas.

    • Después de estar 12 años en Jerusalén, Nehemías volvió a Persia. Después de un tiempo regresó a Jerusalén porque se enteró de que el pueblo estaba dejando a Dios.
    • Nehemías dio gloria a Dios realizando reformas entre el pueblo en distintos ámbitos:
      1. Dar gloria a Dios cuidando y reverenciando el Templo.
        • Eliasib, el sumo sacerdote, permitió que Tobías (el enemigo de Israel) se alojase en el lugar donde se guardaban los diezmos y ofrendas en el Templo.
        • Nehemías echó de allí a Tobías porque el Templo era sagrado y había que respetarlo.
      2. Dar gloria a Dios respetando a los que trabajan para Él.
        • Los levitas y los músicos se habían ido de Jerusalén para poderse ganar la vida.
        • Nehemías los trajo de vuelta y les asignó los diezmos para que pudieran mantenerse.
      3. Dar gloria a Dios guardando la Ley.
        • Los sábados los mercaderes plantaban un mercado en la ciudad, y los judíos compraban allí.
        • Nehemías cerró las puertas de Jerusalén el viernes por la tarde (al comenzar el sábado) para que no pusiesen el mercado, y recordó a los judíos que el sábado era sagrado y debían respetarlo.
      4. Dar gloria a Dios en la familia.
        • Dios había prohibido que los judíos se casaran con mujeres no creyentes, pero algunos no habían obedecido y sus hijos ni siquiera sabían hablar hebreo.
        • Nehemías los reprendió duramente y no permitió que ni hombres ni mujeres se casasen con personas no creyentes.
      5. Dar gloria a Dios con nuestras posesiones.
        • Dios pide el diezmo de todos nuestros ingresos, y ofrendas voluntarias para mantener al Templo y a los que trabajan en él. Pero esto se había dejado de hacer.
        • Nehemías volvió a animar al pueblo para que trajesen los diezmos y las ofrendas.
  • Da gloria a Dios haciendo los cambios necesarios en tu vida para que esté en armonía con lo que Dios te enseña en la Biblia.

Resumen: Servimos a Dios cuando compartimos lo que Él ha hecho por nosotros.

Es bueno recordar lo que Dios ha hecho en nuestra vida, en la de nuestros antepasados y en la de nuestra iglesia, para agradecerle por su cuidado y protección.

Esto hicieron los levitas en su oración de acción de gracias registrada en Nehemías 9. Ordena todas las intervenciones de Dios en favor de Israel que mencionaron en su oración.

¨ Miró la aflicción de nuestros padres en Egipto.

¨ Les testificó con su Espíritu y les envió profetas.

¨ Los guio con columna de nube de día, y de fuego de noche.

¨ En el monte de Sinaí les dio juicios rectos, leyes, estatutos y mandamientos.

¨ Escogió a Abram, y lo sacó de Ur de los caldeos.

¨ Cuando pidieron a Dios ayuda les mandó libertadores.

¨ Hizo señales y maravillas contra Faraón, sus siervos, y todo el pueblo de su tierra.

¨ Les dio agua de la peña.

¨ Les hizo entrar en la tierra de Canaán.

¨ Mostró misericordia cuando le desobedecieron haciendo un becerro de oro.

¨ Dividió el mar y pasaron por medio de él en seco; y a sus perseguidores los echó en las profundidades.

¨ Los sustentó cuarenta años en el desierto, no necesitaron nada y sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies.

¨ Les dio pan del cielo cuando tenían hambre.

¨ Repartió a cada tribu el territorio de Canaán.

 

Actividades

Usando la clave completa las frases.

Tú como Nehemías puedes dar gloria a Dios así…

Clave: A E I O U
6 8 3 2 5

 

C_ _d_nd_ y s_ _nd_ r_v_r_nt_ _n l_ _gl_s_ _.

5  3   6       2       3  8       2   8   8  8      8  8     6  3     8   3 6

 

R_sp_t_nd_ _ l_s q_ _ tr_b_j_n p_r_ D_ _s.

8      8  6       2 6   2       5  8     6    6  6       6   6     3  2

 

G_ _rd_nd_ l_s m_nd_m_ _nt_s.

5 6      6       2  2         6      6     3 8      2

 

C_ _nd_ _n t_ f_m_l_ _, D_ _s _c_p_ _l pr_m_r l_g_r.

5  6      2  8      5    6     3  3 6       3  2    2   5   6  8        3     8    5    6

 

D_nd_ d_ t_s p_s_s_ _n_s _ D_ _s.

6       2     8   5       2   8   3 2    8    6     3  2

 

Da siempre gloria a Dios.

 

Historias

El vestido del dinero del diezmo

Por Carrol Johnson Shewmake

¡La primavera se respiraba en el aire! ¡Los pájaros cantaban y los árboles estaban cargados de ella! ¡Geranios, petunias, pensamientos y rosas lucían sus más brillantes atavíos, delicados colores y deliciosos perfumes!

No era pues de extrañar que el dormitorio de las chicas se hubiera transformado en una colmena de actividad. Era la época del año apropiada para hacerse unos rizos, probar un nuevo peinado, comprar un nuevo vestido, o abrir el perfume que habían estado guardando desde las fiestas.

¡Afortunada era en verdad la chica que podía hacer todas esas cosas! Afortunada aún la que podía hacer una de ellas, pensé al colgar mi falda azul marino y mi blusa blanca de algodón. Poniéndome el vestido de algodón oscuro que usaba en las tardes, me detuve frente al espejo para peinarme.

-¿Vas hoy al pueblo? -me preguntó Margarita, mi compañera de cuarto, mientras se preparaba afanosamente para ir a trabajar.

-Sí, Arlene quiere que le ayude a elegir un vestido nuevo -le contesté tironeándome el cabello-. Ojalá pudiera comprarme uno, pero los que tengo tendrán que durarme hasta que pueda comprarme uno.

-Yo sé -simpatizó Margarita-, lo mismo yo. Si no corro llegaré tarde al trabajo. Adiós.

Y Margarita salió como un remolino por la puerta y desapareció por el corredor. Le di al cabello otro tirón y me volví para tomar mi bolso.

“No necesito llevar un bolso sin dinero, murmuré. ¿Dinero?… Oye, tengo dinero en mi cajón. . . ¡Es el dinero de mi diezmo! Naturalmente, no lo gastaré, pero me sentiré mejor si voy con dinero en mi bolso. Apresuradamente recogí el dinero del diezmo y los puse en el bolso.

-¿No estás lista todavía? -llamó Arlene desde la puerta del frente-. ¡Vamos!

Los negocios del pueblo estaban tan alegres como el tiempo. Arlene miró docenas de vestidos y yo la seguía envidiosa.

-Mira aquél tan bonito, rayado, verde y blanco -y Arlene señaló emocionada uno que estaba en la vidriera-. ¡Ese es el que quiero!

Entramos y encontramos el vestido en un colgador.

-¡Oh, mira, la etiqueta dice que está en liquidación por sólo veinte dólares! ¡Y hay dos! ¿Por qué no te compras tú también uno?

¡Nunca debiera haberme probado ese vestido, porque me sentaba maravillosamente! De modo que le di a la empleada el dinero de mi diezmo.

Esa tarde llevé el paquete a mi cuarto bastante incómoda.

Usemos nuestros vestidos nuevos para la cena -dijo Arlene- Apúrate ahora; está por tocar la campana.

La campana para la cena sonó justamente cuando me estaba metiendo el vestido por la cabeza. Me lo puse apresuradamente.

¡Rashhhh!

-¡Mi vestido nuevo! -jadeé.

Margarita apareció en la puerta y gritó: – ¡Apresúrate, Carroll; llegaremos tarde para cenar! Arlene venía justo detrás de ella.

Me saqué el vestido nuevo y me puse rápidamente mi vestido de algodón oscuro.

-¿Pero qué se te ocurre? -preguntó Arlene-. ¿Por qué no usas tu vestido nuevo?

-Está rasgado -suspiré mientras las tres nos apresurábamos para llegar a tiempo al comedor. Margarita miró extrañada.

-¿Te compraste un vestido nuevo, Carroll? -preguntó-. Pensé que no tenías dinero.

-Encontré un dinero que me había olvidado de que lo tenía -le dije.

-¡Dichosa de ti!

Pero Margarita no pareció sentir la menor envidia.

Arlene ofrecía un verdadero cuadro de primavera con su vestido rayado, verde y blanco, pero yo no la envidiaba en lo más mínimo, porque me sentía muy miserable.

Quizás remendé el vestido verde y blanco y lo usé. Realmente no recuerdo, porque esto ocurrió hace muchos años. Lo que sí recuerdo es que debí trabajar arduamente para ganar el dinero y devolver el diezmo… ¡Con interés!

El encanto de la primavera, el señuelo del mañana, son cosas que nunca me han vuelto a tentar para gastar para mí el dinero que pertenece a Dios.

 

Federico se entera del sábado

Por Inés Brasier

Jerónimo dejó de rastrillar las hojas para mirar a su primo Federico que había venido a visitarlo por un mes. Algo le pasaba a su primo porque estaba dándole puntapiés a la pila de hojas, esparciéndolas por todos lados.

-Yo no quiero rastrillar hojas. Quiero jugar con el mecano que está en el negocio del tío Juan -respondió Federico frunciendo el ceño.

Mañana es sábado y el viernes yo siempre ayudo a papá ya mamá en todo lo que puedo -explicó Jerónimo.

-En casa yo nunca rastrillo hojas.

-Pero mañana es el día de descanso, y queremos que el patio esté lindo.

-¿El día de descanso? ¿Qué es eso? -quiso saber Federico.

-El día de descanso, o sea el sábado, es el día en que nosotros vamos a la escuela sabática. Por la tarde siempre hacemos algo especial. Mañana…

Jerónimo se tapó la boca con la mano. Él había prometido no contar lo que sus padres tenían planeado para que el sábado resultara especialmente atractivo para Federico.

-Bueno, ¿y qué es día de descanso o reposo? -preguntó de nuevo Federico. Debe ser algo especial. Tú has rastrillado todas las hojas y barrido el porche y la acera.

-Claro que lo es -sonrió Jerónimo a su primo. Ven. Ayúdame a juntar las hojas en estos cestos y a llevarlas al montón que luego usaremos como abono. Después quitaré el polvo de los muebles.

-Me parece que eso… -farfulló Federico.

-Es divertido cuando… Espera y verás -terminó Jerónimo con una sonrisa.

Finalmente, todas las hojas quedaron rastrilladas, el polvo quitado, y llegó la hora de la cena. Federico tomó su tenedor, pero se detuvo cuando el tío Juan dijo.

-Inclinemos la cabeza para pedir la bendición.

-Nosotros siempre agradecemos a Jesús por los alimentos -explicó Jerónimo a su primo después de la oración.

Federico se encogió de hombros y comenzó a comer.

Después de la cena la familia cantó cantos que hablaban de Jesús.

-¿Tienes tú un himno favorito que te gustaría elegir? -le preguntó a Federico su tío Juan.

-El único canto que yo sé, que se parece a los que Uds. cantaron, es “Noche de paz”.

Después de un rato llegó la hora de ir a la cama. Y cuando el papá de Jerónimo destapó a los muchachos de mañana y les dijo: “Despiértense, dormilones”, a éstos les pareció que había pasado sólo un instante desde que se habían ido a dormir.

-Es de mañana y hoy…

-¡Shhh! -dijo el papá.

-Hoy podemos construir ese puente-sugirió Federico después del desayuno.

-¡Oh, no! Hoy es sábado, y en pocos minutos iremos a la escuela sabática. Ven; nos pondremos las mejores ropas.

Los muchachos se vistieron rápidamente y se dirigieron a la escuela sabática. Jerónimo presentó a Federico a los otros muchachos de la clase.

-¿Te gustó la escuela sabática? -le preguntó Jerónimo a su primo cuando regresaban de la iglesia a la casa.

Federico asintió con la cabeza.

-ioh! ¿Iremos otra vez?

-Claro, nosotros vamos todos los sábados -explicó Jerónimo.

Después del almuerzo y de retirar los platos de la mesa, el papá llamó:

-¿Están todos listos?

-¡Vamos! -exclamó Jerónimo corriendo hacia el automóvil, y Federico lo siguió. Cuando los padres estuvieron acomodados en el coche y el papá se dirigió a la carretera, a mamá preguntó:

-¿Qué cantaremos?

-¿Podemos cantar acerca de Jesús? -preguntó Federico. Esta vez él también cantó un poco.

Pronto el padre detuvo el vehículo junto a un lago que estaba rodeado por grama verde. Los muchachos salieron del automóvil.

-Mira -dijo Federico casi en un susurro-. Allí debe haber como cien aves acuáticas -y se quedó observándolas durante un largo rato.

Era casi oscuro cuando Jerónimo y Federico entraron al coche de nuevo y todos juntos regresaron a la casa.

-Fue lo más lindo que jamás hicimos -expresó Federico-. Me gusta el sábado.

Durante los días de la semana, los dos muchachos construyeron puentes, jugaron con sus tractores y monopatines, pero cuando llegó el viernes, Federico le ayudó a Jerónimo a barrer el porche y la vereda y a desempolvar los muebles.

Quería estar listo para el sábado. El sábado después del almuerzo, el tío Juan preguntó:

-Federico, ¿qué te gustaría hacer hoy?

-¿Podemos ir de nuevo al lago?

Junto al lago, Federico observó otra vez las aves acuáticas y escuchó las historias de la vida de Jesús que el tío Juan relató.

Federico iba cada sábado a la escuela sabática y al segundo servicio de la iglesia. El último sábado que estuvo con ellos susurró al oído del tío Juan:

-¿Me enseñarías a orar como lo hace Jerónimo? Yo quiero pertenecer a Jesús. Cuando vuelva a casa cantaré los himnos de Jesús para mamá y papá y les diré cuán lindo es el sábado.

Resumen, y selección de materiales, de Eunice Laveda, miembro de la Iglesia Adventista del 7º Día en Castellón. Responsable, junto con su esposo, Sergio Fustero, de la web de recursos para la E.S. Fustero.es

Foto: Stefano Intintoli en Unsplash

 

Revista Adventista de España