El hecho de que el Primer Congreso Ministerial de la Unión Argentina se realice en la Universidad Adventista del Plata, ha permitido a la agencia de prensa recoger el pensar de destacados participantes acerca de los ejes temáticos que se abordaron en este contexto y sobre las actividades programadas para este año en curso. A continuación, compartimos las expresiones vertidas por el pastor y vicepresidente mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día:
Este es un ámbito ideal para generar estrategias y motivar la vocación del ministro. Un punto fundamental es estar afianzado en la Palabra.
La Palabra de Dios es fundamental para el ministerio y para el crecimiento de la Iglesia. La Biblia nos otorga la sustancia misma de todo lo que hacemos y decimos. Sin la guía de la Palabra de Dios esto degeneraría en un mero sentimentalismo. El lema en este concilio es “Santifícame y úsame Señor” y Jesús dijo, tal lo explica San Juan 17:17 “Santifícalos en tú verdad, tu Palabra es la verdad”. Así que el centro del reavivamiento espiritual es la Biblia y por medio de la Palabra nuestros corazones son transformados y regenerados llegando a ser partícipes de la naturaleza divina, tal atestigua el apóstol Pedro, por medio de la Palabra. Así que esta nos transforma y hace lo propio con aquellos a quienes predicamos. Es la palabra viva de Dios.
¿Otro eje fundamental está en la comunión?
Si bien la Palabra de Dios es el fundamento del reavivamiento, la oración es la respiración, el aliento de la Palabra. La Palabra le da sustancia al reavivamiento y la oración le da vida.
¿Qué rol compone en este proceso el discipulado?
La fe y la oración forman parte del discipulado. El discípulo es un seguidor de Jesús. Así que la oración y la fe son parte de la disciplina de un seguidor de Jesús. Discipulado es caminar por las huellas de Cristo llegando a ser verdaderos seguidores de su persona, atesorando sus enseñanzas. Sin discipulado no existe ningún fundamento, ni esencia para el cristianismo porque: cuando hay un discípulo, existe un maestro. Los cristianos tienen como maestro a Jesús y lo siguen como fieles discípulos.
La meta es alcanzar a las grandes ciudades, ¿cómo se alcanza este objetivo?
No es posible concretar esto con métodos humanos. Requerirá del derramamiento del Espíritu Santo en forma poderosa. Cuando hablamos de alcanzar a las grandes ciudades, estamos hablando compartir el Evangelio con sus habitantes. Uno a la vez. Tengo la plena confianza que hay millones de personas en las ciudades con corazones abiertos al Evangelio. ¿Cómo alcanzamos las grandes ciudades? Llegando hasta la gente, de a una a la vez, en la medida que el Señor prepara sus corazones para Jesús y su reino.
¿Qué resta para el retorno de Jesús?
La razón de la aparente demora de Cristo no puede recibir una respuesta simple. Hay, por lo menos, tres factores mayores: primero, requiere de un pueblo consagrado que refleja la imagen de Jesús; segundo, la recepción del Espíritu Santo en la “lluvia tardía” tal como lo expresa la Biblia y para la predicación del Evangelio; tercero, la triste acumulación y el incremento de pecados e impiedades en el mundo hasta un punto tal que Dios dice: ¡Basta!
Revisemos un poco más en detalle estos factores. El evangelio de San Marcos, capítulo 4, expresa que cuando la cosecha esté madura Dios usará la hoz para segar. Por su parte, el libro de Apocalipsis (14:14) replica esta idea en la imagen del trigo y las uvas maduras. Esto quiere decir que toda semilla va a la cosecha: el que sea justo, siga siendo justo todavía; el injusto, seguirá practicando injusticia. Toda semilla irá a la cosecha. El mundo verá antes del fin una plena manifestación del carácter de Cristo en su pueblo y una atiborrada expresión de la impiedad. Así que, las cuestiones en controversia en el final de los tiempos, serán claras. En el contexto del bien y del mal, el evangelio será predicado al mundo, y Jesús vendrá.